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Los disléxicos no son ni más ni menos inteligentes que la media. Esta dificultad específica del aprendizaje de origen neurobiológico afecta a entre el 5 y el 10% de la población, explica Llorenç Andreu, director del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC. Se caracteriza por una serie de dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de palabras y por problemas de ortografía y decodificación. Según la definición que hace de este trastorno la Asociación Internacional de la Dislexia, «estas dificultades provienen de un déficit en el componente fonológico del lenguaje que es inesperado en relación con otras habilidades cognitivas que se desarrollan con normalidad. Las consecuencias o los efectos secundarios se reflejan en problemas de comprensión y experiencia pobre con el lenguaje impreso que impiden el desarrollo de vocabulario».

Según la neuropsicóloga Beatriz Gavilán «esta dificultad a la hora de leer y escribir se traduce en problemas de aprendizaje». Gavilán añade que «esto, además, puede afectar a la autoestima del niño, que percibe cómo el resto de sus compañeros aprenden más rápido y con menos esfuerzo, lo que puede hacerle pensar que es ‘tonto'». Por eso es importante diagnosticar la dislexia «cuanto antes», apunta la especialista. Y para ello es fundamental que padres y profesionales sepan reconocer los síntomas y no los confundan. Aquí repasamos algunos mitos ampliamente extendidos sobre la dislexia:

1.- Es una enfermedad y puede curarse con el tratamiento correcto.

La dislexia no es una enfermedad, es un trastorno del aprendizaje que no se cura, sino que se mejora con la ayuda de especialistas. Para ello los especialistas realizan un trabajo centrado en la fonología y la conversión de grafemas a fonemas. «Es importante hacer un diagnóstico temprano, porque el cerebro de los niños es plástico y cuanto antes se trabaje sobre estas conexiones neuronales que dificultan el aprendizaje lector, mejores serán los resultados y menos riesgo habrá de fracaso escolar», explica Gavilán.

2.- Los síntomas para detectar la dislexia son: que el niño escriba palabras en espejo, que confunda las letras, o que no sepa cuál es la derecha y cuál la izquierda.

Esto es falso. «La dislexia es fundamentalmente una dificultad que afecta a la automatización de la lectura y que tiene como consecuencia una velocidad de lectura muy lenta. Los niños con este trastorno tienen una especial dificultad para establecer la relación entre las grafías y los fonemas», explica Llorenç Andreu. De hecho, en estadios iniciales se confunden algunas letras, pero posteriormente estos errores desaparecen.

3.- Un niño o niña al que le cueste aprender a leer y escribir es disléxico.

No siempre es así, apunta Beatriz Gavilán. «Hay que hacer una valoración para cerciorarse de si es realmente dislexia y no una discapacidad intelectual, por ejemplo». Según la experta, actualmente muchos profesores tienen la formación necesaria para detectar cuándo un niño puede ser disléxico, «por lo que es recomendable que los padres estén atentos, pero que confíen en el criterio del colegio. En el caso de que exista sospecha y el centro no haya informado, no está de más acudir a un especialista». Por tanto, la detección por parte de los padres o la escuela es fundamental.

4.- La dislexia no se manifiesta hasta los siete años.

La dislexia no se puede diagnosticar hasta los siete años, ya que normalmente la adquisición de la lectura se empieza hacia los seis años y se da otro curso de margen, explica Gavilán. Sin embargo, se puede empezar a sospechar ya desde la etapa de infantil. «Aquellos niños que a finales de primero de educación primaria tienen muchas dificultades para automatizar la lectura deben comenzar a tener un trabajo más intensivo y, si no se produce una mejora notable durante el segundo curso, tienen mucha probabilidad de ser diagnosticados como disléxicos», añade Andreu.

Un caso de dislexia se puede empezar a sospechar ya desde la etapa de infantil.

5.- Si el padre es disléxico, el hijo también lo será.

La verdad es que no es exactamente así, pero este mito sí tiene un trasfondo de realidad, ya que la dislexia «tiene un gran componente genético», admite Gavilán. «De hecho, entre un 40% y un 80% de los casos de niños con dislexia tienen antecedentes familiares con problemas de lectura», añade Llorenç Andreu.

6.- La dislexia puede ser provocada por un mal hábito de lectura.

Según Andreu, la dislexia no se genera por una falta de hábito lector. «Ahora bien, un niño que nace sin ninguna predisposición para tener problemas lectores, si no recibe una instrucción lectora adecuada y no lee regularmente, tendrá un nivel bajo de lectura, pero no dislexia. En el momento que trabaje intensamente la lectura, mejorará rápidamente», afirma el experto.

7.- Aquellos niños que hablan más de una lengua no pueden tener dislexia.

Esto es falso. La dislexia no tiene nada que ver con el número de lenguas que hable el niño.

8.- Si el niño se esfuerza, puede aprender de forma normal, igual que el resto de sus compañeros.

Quienes sufren dislexia tienen muchas dificultades para leer e, incluso con mucho esfuerzo, pueden alcanzar un nivel lector bajo, explica Andreu. Pero no son vagos. Las frases tipo «es un poquito vago» o «¿ves como si te esfuerzas lo consigues?» son especialmente «peligrosas», según Gavilán, porque transmiten al niño que, de alguna forma, es culpa suya. Además, por mucho que se esfuercen, «van a necesitar ayuda externa». Precisamente, lo realmente importante es no culpar al niño o niña, ya que esto podría afectarle negativamente a nivel psicológico, generándole sentimientos de culpa y frustración.

Frases tipo «es un poquito vago» son muy peligrosas porque transmiten al niño que es culpa suya.

9.- El cociente intelectual de los disléxicos es más bajo que el de la media.

La verdad es que ni son más listos ni menos listos que el resto de niños y niñas. De hecho, este no es un criterio para diagnosticar la dislexia. Si un niño tiene un cociente intelectual bajo, tendrá problemas de lectura como consecuencia de su baja capacidad cognitiva, así como los disléxicos tienen problemas de lectura a pesar de tener un cociente intelectual dentro de la normalidad.

10.- Los niños disléxicos sacarán siempre peores notas en comparación con sus compañeros.

El hecho de ser disléxico no implica sacar siempre malas notas, «pero, en un porcentaje muy elevado, tienen problemas académicos», explica Andreu. «Pensemos que, durante los primeros años de la escolarización, los niños aprenden a leer y posteriormente aprenden leyendo. Si una herramienta tan importante para el aprendizaje está afectada, el aprendizaje también lo estará», concluye. En este sentido, Gavilán añade que para el buen desarrollo educativo de los niños disléxicos es importante que el colegio emprenda las adaptaciones necesarias que ayuden a los alumnos con dislexia. Las comunidades autónomas establecen unos protocolos que abarcan desde exámenes adaptados, audiolibros, letras más grandes, y más tiempo para leer y escribir. Estas medidas son necesarias para los niños y niñas con dislexia.

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