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NOMBRE: Bárbara
APELLIDOS: G.F. Muriel
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1981
PROFESIÓN: Artista e investigadora
A Bárbara G.F. Muriel la conocimos, en la primavera de 2021, en la Galería Modus Operandi de Madrid: presentó allí “Formas de un jardín cerrado”, trabajos basados en el dibujo con hilo y el bordado a mano en los que reflexionaba sobre la vulnerabilidad de todo cuerpo vivo y la jerarquía de saberes y formas de vida desde la delicadeza y el humor; recientemente os hablamos también de ella con motivo de su participación en la Bienal Fundación ONCE, que hasta el 29 de enero se celebra, en CentroCentro y otros escenarios, bajo el lema Mujer y discapacidad: Bárbara muestra en esta cita trabajos en los que se apropia de significantes habitualmente femeninos, como las flores, para asociarlos a puntos de sutura.
Licenciada en Humanidades por la Universidad de Alcalá de Henares, esta artista cuenta también con másters en Feminismo y Género (Universidad Complutense) y en Comunicación de Moda (Vogue y Universidad Carlos III) y ha cursado un Diploma de Estudios Avanzados de Doctorado en el Programa Literaturas Comparadas de la Universidad de Alcalá. Además de en Modus Operandi y CentroCentro, ha expuesto su trabajo en el Museo Cristóbal Gabarrón – Fundación Casa Pintada de Murcia, en el CRASSH de Cambridge, en Est_Art, el Museo del Traje. CIPE, en Ciudad de México o en la feria JustMad; también se sumó, hace ahora una década, al programa Somateca, que dirigió en el Museo Reina Sofía Paul B. Preciado y que le permitiría alumbrar su proyecto Esclerótica.
Invitamos Muriel a formar parte de esta sección porque queremos saber más de sus aproximaciones a la fragilidad corporal, el dolor y las cicatrices, las biografías e identidades personales, a través del hilo y la aguja: a menudo borda fragmentos de nuestros órganos internos para explorar las relaciones entre lo tenido por patológico y por normativo y configurar, a partir de ellas, retratos de nuestra fisicidad tan intimistas como crudos; en ellos no encontraremos rostros ni rasgos que identifiquen sujetos, sino marcas de supervivencia que son reflejo de nuestra condición vital y que, siendo muy propias, también nos unen.
Hemos preguntado a Bárbara por sus comienzos; nos cuenta que las profesiones de sus padres, relacionadas con la creación, dejarían huella sobre su propia actividad, aunque su autopercepción como artista no haya sido temprana: He tardado en reconocerme como artista, y en hacer públicos y firmar proyectos, y sin embargo mi relación con el arte empezó de forma muy temprana. Crecí en un taller. Mi madre y mi padre fueron espléndidos en mi acercamiento a sus profesiones, dentro del arte y de la moda. Me implicaron en sus mundos y me ofrecieron todas sus herramientas. Siempre había matices al nombrar un color y jamás me reprocharon una mancha en la ropa o en la cara o donde fuera. El olor del aguarrás era algo doméstico.
Durante un tiempo me distancié, me formé en Humanidades, en Estudios de Género y en Comunicación de Moda, empecé mi tesis, escribí en prensa escrita y discursos para cargos institucionales, corregí textos… y sin embargo, de forma inesperada para mí, el dibujo regresó de nuevo con naturalidad y organicidad, sin intención, ni expectativas. Tuvieron que volverse inestables algunas circunstancias vitales, incluyendo mi propio cuerpo, para repensarme y permitirme afirmar mi práctica artística como práctica de vida. De facto lo era.
Como adelantábamos, el cuerpo, en lo que tiene que ver con lo frágil, lo clínico y lo identitario, lo normativo y lo político, centra sus trabajos. A esta artista madrileña le interesa abordar su vulnerabilidad desde distintas perspectivas: el feminismo, la formulación de discursos contemporáneos o las taxonomías susceptibles de ser cuestionadas desde dentro. En sus palabras, tanto en mi investigación académica como en la artística, la corporalidad, y su emergencia discursiva y visual, me interesan muchísimo. En el cuerpo actúan una infinidad de discursos que lo hacen visible, inteligible y viable, en función del paradigma en el que se contemplan sus marcas o, al contrario, imperceptible, aberrante, fallido, si en ese paradigma sus marcas, morfologías o funcionalidades le apartan de la norma.
Me interesa esa problematización, particularmente algunos de los discursos de la Modernidad, como el de la clínica: las genealogías de ciertos diagnósticos, las clasificaciones y jerarquías normativas, las tecnologías de producción de bioimágenes… En muchos de mis trabajos está presente también la botánica, que comparte esa génesis, aunque trate de organismos vivos no humanos. Todo esto es algo que sin los feminismos y su valioso aparato crítico no podría ni siquiera haber nombrado. Es el lugar en el que no dejo de situarme.
En lo profundo, la fragilidad es mi inquietud. El sentido frágil de la vida, de los cuerpos vivos, de los gestos, de los ecosistemas, de la memoria. La vida afectada. La emocionante vibración de la resistencia, del cuidado, de las alianzas efímeras, de la pervivencia. Y también de las abejas.
La fragilidad es mi inquietud. El sentido frágil de la vida, de los cuerpos vivos, de los gestos, de los ecosistemas, de la memoria. La vida afectada.
El bordado es la técnica fundamental de su producción, pero en sus propuestas se sitúa, como ella nos explica, más cerca del dibujo o de lo pictórico -incluso valiéndose de sus medios- que de la costura en un sentido tradicional. Trabaja manualmente y con meticulosidad, aunque sin diseños previos, y sus tejidos albergan historia: Hasta el momento he desarrollado en mayor medida proyectos a partir de textiles. Trabajo el hilo a mano alzada con agujas sobre diferentes tejidos y papel; me refiero al lenguaje del bordado, aunque estoy más cerca del dibujo y de lo pictórico que de los puntos de bordado tradicionales. Nunca utilizo máquina, ni aplico un diseño previo. Trabajo directamente con las hebras, a veces también con tintas, lápiz o acuarela, buscando la tensión de los hilos, la acumulación de nudos y dándole un espacio importante a la forma de las puntadas y al color. Como las pinceladas, la longitud o brevedad de las puntadas, su cadencia, los volúmenes y las texturas que producen… marcan el sentido de la obra y dicen mucho del pulso de tu mano.
En cuanto a los tejidos, me interesan los que han estado en contacto con otros cuerpos y guardan su memoria, como la manta de hospital público a partir de la que desarrollé la obra Mujer enferma/ Mujer eterna. Y también tejidos muy delicados como es la organza de algodón. Empecé a bordar la organza tensada directamente sobre bastidores de madera en bruto en 2017. Ese tejido es como bordar un aliento. Complicado y lento pero de una transparencia y suntuosidad maravillosas. Con ella sigo proyectándome y desarrollando obras con las que he participado en JustMad, en mi individual “Formas de un jardín cerrado” (Galería Modus Operandi, en abril de 2021) y ahora en la Bienal de Arte Contemporáneo Fudación ONCE, en CentroCentro.
Como las pinceladas, la longitud o brevedad de las puntadas, su cadencia, los volúmenes y las texturas que producen… marcan el sentido de la obra.
Entre sus referentes, cita Bárbara a artistas de todos los tiempos que en ocasiones se han acercado al cuerpo desde ópticas más o menos próximas a las suyas, pero no solo: Le doy espacio a estímulos muy distintos y disfruto dejándome impresionar: la observación de los nervios de las flores, Judith Butler, Virginia Woolf, Louise Bourgeois, Kiki Smith, la fotografía de moda, Egon Schiele, Santa Teresa, el Quattrocento, Rembrandt, los retratos ingleses del XIX, la ilustración botánica y anatómica, los dibujos de Da Vinci, Lee Krasner, Bernini, la Secesión, la pintura romana, la danza, los cuentos populares, algunas melodías…
En cuanto a sus proyectos fundamentales hasta ahora, menciona Esclerótica y la pieza que actualmente presenta en la Bienal Fundación ONCE: A partir de mi participación en el programa Somateca del MNCARS, dirigido por Paul B. Preciado, enuncié por primera vez el proyecto “Esclerótica”, lo presenté públicamente en el Museo (marzo de 2014), y de continuo tuve la oportunidad de desarrollar mi primera exposición individual “Cartografía de cicatrices”, dentro del II Certamen de Arte Emergente Museo Cristóbal Gabarrón – Fundación Casa Pintada (septiembre de 2014). Para los dos proyectos, extraje del hospital una serie de resonancias magnéticas de mi cabeza, las pasé a telas de algodón y las intervine con bordados a mano. El fin era desplazar las imágenes del archivo clínico para componer otro archivo, esta vez, íntimo. Después de años diagnosticada de procesos crónicos neuroinmunes y autoinmunes, me reapropié críticamente de una tomas que, ante la mirada médica, me objetualizaban pero que, a partir de mi intervención, se descubrían como autorretratos -en un acto de restitución de mi condición de sujeto-. El desplazamiento permitió que pudiera reconocerme como cuerpo frágil, y hacer de ese reconocimiento un lugar de enunciación política y para imaginar políticas de la fragilidad.
Entre las alegrías, además del premio Judith Scott que recibí en la Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo WTA (Museo del Traje, 2019), está también mi participación en la VIII Bienal de Arte Contemporáneo de la Fundación ONCE. Una gran muestra que hasta el 29 de enero de 2023 propone en CentroCentro (Madrid) un diálogo entre mujeres artistas (entre ellas Louise Bourgeois o Meret Oppenheim) sobre corporalidad, capacitismo, enfermedad… Mis obras en la Bienal forman un pequeño jardín bordado. Un jardín de hibridaciones, de taxonomías fallidas y una santa en éxtasis, en el que juego a propiciar imaginarios, poniendo en cuestión la jerarquía de los órganos, de los saberes y de los organismos vivos. Entre los ideales de la razón moderna y de la religión, las flores que aparecen en las transparencias perturban la ficción de lo natural y empujan la observación científica de la botánica y la clínica hacia una contemplación lírica. En la obra de gran formato Mujer enferma / Mujer eterna. Santa Anatómica I, el jardín se muestra además como un lugar para lo sagrado. Sobre una manta vieja de un hospital público de la CAM, he dibujado con hilo formas que evocan la ilustración anatómica pero que culminan en una epifanía. Es una imagen de gran densidad simbólica que favorece una multiplicidad de controversias sobre la aflicción, sobre la idea de inmunidad del cuerpo normativo, sobre la enfermedad desde una perspectiva de género y feminista, y con la que reivindicar un sistema de salud y de cuidados fuerte, público y universal.
En sus últimos trabajos, continúa esta artista dibujando con hilo y a mano alzada sobre transparencias de organza y bastidores de madera vistos: Esas obras juegan con una ilusión de monocromía, por el blanco sobre blanco del hilo y del tejido, y sin embargo cada trazo de dibujo está matizado fácilmente con cinco o seis tonos distintos. Al final es la incidencia de la luz sobre los hilos la que obliga a buscar con la mirada unas formas permanentemente cambiantes, y que me permiten reflexionar sobre la carnalidad desde una materialidad plástica sutil y ambivalente.
Sabed más de Bárbara, aquí: www.barbaramuriel.com
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