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¿Los alimentos más sanos son los más caros? ¿Y los menos sanos, los más baratos? ¿Es cierta esta percepción que bastante gente tiene, o se trata tan solo de una falsa sensación? En un nuevo estudio, se ha investigado esto.
Dicha investigación, enmarcada dentro del proyecto PREDIMED-Plus, ha sido realizada por el equipo de Cristina Bouzas Velasco, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) en España, y Josep A. Tur, del CIBEROBN y de la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Islas Baleares (IdISBa), en España. En este trabajo, han participado también numerosos científicos vinculados a PREDIMED del CIBEROBN, del CIBERESP y del CIBERDEM en diferentes instituciones. El objetivo del trabajo era analizar cómo el precio de los alimentos puede influir en la elección de la dieta y su impacto en la salud.
La cesta de la compra para seguir una dieta saludable está asociada con un precio más alto en comparación con alternativas menos sanas. Así lo demuestra la nueva investigación.
El estudio, especialmente relevante en el momento actual en el que los precios de algunos alimentos han ido aumentando paulatinamente, mostró que, teniendo en cuenta los hábitos alimentarios de las personas participantes, más de 6.800, aquellas con una mayor adherencia a la dieta mediterránea, una dieta antiinflamatoria o una versión saludable del patrón dietético provegetariano tuvieron mayores costes en su cesta de la compra.
En la investigación se ha calculado la ingesta dietética de los participantes a través de un cuestionario de frecuencia alimentaria, considerando diversos factores como la gravedad del síndrome metabólico o la adherencia a la dieta mediterránea. El coste económico de los alimentos se ha obtenido de la base de datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación durante el período de reclutamiento de los participantes (2015-2017), y se ha calculado el coste total de la dieta ajustado por 1.000 kcal.
Grupo de investigación que lidera Josep Tur en el CIBEROBN. (Foto: CIBEROBN)
Un mayor coste de la dieta está relacionado con un mayor consumo de frutas y verduras, granos enteros, pescado y mariscos, carne blanca y procesada, café y té, bebidas edulcoradas y bebidas alcohólicas. A medida que el coste de la dieta es más bajo, el consumo de varios alimentos era mayor: patatas y cereales refinados, huevos, leche y productos lácteos, grasas y aceites (incluido el aceite de oliva), dulces y pasteles, y alimentos procesados.
Estos hallazgos sugieren que el coste de los alimentos puede ser un factor crucial en las decisiones de dieta y que los precios pueden desempeñar un papel significativo en las intervenciones y políticas destinadas a mejorar la calidad de la dieta y prevenir enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación. El Dr. Tur subraya la importancia de este estudio «para comprender las dinámicas entre los costes de los alimentos y la calidad de la dieta en poblaciones vulnerables”.
Niveles socioeconómicos y socioculturales
Estudios previos realizados en poblaciones infantiles o juveniles asociaron una dieta más saludable con un mayor costo. El nivel sociocultural y socioeconómico bajo de los padres se relacionaba con un menor gasto en alimentos y, por lo tanto, con dietas menos saludables.
Dietas más saludables y costosas en niños y niñas se lograron mediante una dieta variada, rica en pescado y frutas, con una menor densidad energética. Sin embargo, esta asociación era cierta para una calidad de dieta pobre o moderada, cuando se medía mediante la adherencia a la dieta mediterránea. Dentro del rango de alta calidad dietética, el costo era similar. Por lo tanto, la dieta mediterránea puede ser un patrón dietético fácil de mantener y limitado por el costo cuando la adherencia es alta.
Diferenciación por géneros
Las participantes femeninas, así como aquellas que viven solas, tenían más probabilidad de gastar más dinero en su dieta. Ingestas de energía más bajas y mayores niveles de gasto de energía estaban relacionados con mayores costos de la dieta por cada 1000 kcal/día. Aquellas con una educación superior y no fumadoras gastan más dinero en su dieta. Por otro lado, el costo de la dieta estaba directamente asociado con la prevalencia de hiperglicemia y obesidad abdominal, e inversamente asociado con la prevalencia de hipertrigliceridemia y colesterol HDL bajo.
Además, el análisis ajustado reveló que el género y el nivel educativo eran factores de confusión para la mayoría de las variables sociodemográficas. La edad, la ingesta y el gasto de energía no estaban relacionados con el costo económico de la dieta después de ajustar por una o ambas variables. Por otro lado, se determinó que vivir solo era relevante solamente para las mujeres y aquellos con un nivel educativo intermedio, mientras que el hábito de fumar era relevante en el costo económico de la dieta para los hombres, y para aquellos con un nivel educativo bajo-intermedio.
Entre los parámetros del Síndrome Metabólico (condiciones médicas interrelacionadas que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares), la hiperglicemia, hipertrigliceridemia y la prevalencia de obesidad abdominal estaban más relacionados con el costo económico de la dieta solo para los hombres, mientras que el colesterol HDL estaba relacionado con ambos géneros.
Por su parte, la hipertrigliceridemia, el colesterol HDL y la obesidad abdominal estaban relacionados con el costo económico de la dieta solo en los niveles más bajos de educación.
¿En qué consiste el proyecto PREDIMED-Plus?
El ensayo multicéntrico PREDIMED-Plus, coordinado por el Centro de Investigación Biomédica en Red, se centra en la prevención primaria cardiovascular en adultos mayores, con edades entre 55 y 75 años, que presentan índice de masa corporal entre ≥27 y <40 kg/m2 y síndrome metabólico.
Las personas participantes se dividieron aleatoriamente en dos grupos: el grupo de control siguió una dieta mediterránea con aceite de oliva virgen extra y frutos secos, sin restricciones calóricas ni enfoque en actividad física o pérdida de peso. El grupo de intervención adoptó una dieta mediterránea hipocalórica (con restricción calórica del 30%), complementada con aceite de oliva virgen extra y frutos secos, junto con un programa de estilo de vida intensivo que incluye actividad física promovida (45 minutos de caminata diaria o equivalente) y metas de pérdida de peso con terapia conductual.
El proyecto ha contado con la participación de 6.874 individuos reclutados en 23 centros y hospitales, respaldados por 7 grupos de apoyo en toda España.
El estudio se titula “Association of monetary diet cost of foods and diet quality in Spanish older adults”. Y se ha publicado en la revista académica Frontiers in Public Health. (Fuente: CIBER)
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