A esta anémona le crecen los brazos después de un atracón

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Crecimiento de los brazos de una anénoma

A más comida, mayor número de extremidades. La dieta copiosa le sienta muy bien a la anémona de mar estrella (Nematostella vectensis), según ha podido comprobar un equipo científico del Laboratorio de Biología Molecular de Heidelberg. Los investigadores, cuyas conclusiones del estudio han sido publicadas recientemente en la revista Nature Communications, han descubierto que la disponibilidad de alimento estaría directamente relacionada con la capacidad de estos animales para disponer de brazos extra con los que alimentarse con mayor facilidad, una ayuda muy preciada, si tenemos en cuenta que estas criaturas marinas viven adheridas al sustrato rocoso.

A los seres humanos nos da igual qué cantidad de alimento lleguemos a ingerir. El exceso de calorías únicamente conseguirá acrecentar la masa corporal, pero no el patrón corporal, un indicador que determina, entre otras funciones, cuántas extremidades tenemos, del mismo modo que define cuántas aletas deberá tener un pez o cuántas alas le crecerán a un insecto determinado. En todos estos casos, el patrón corporal se define durante la embriogénesis, el proceso se origina tras la fecundación y que conduce a la formación de las distintas extremidades que formarán un organismo. Por el contrario, en los cnidarios, el filo al que pertenecen los corales, las medusas y las anémonas, el ciclo de formación de nuevos miembros no se detiene en la etapa embrionaria, sino que continúa a lo largo de una vida llena de cambios impredecibles en en el entorno en el que habitan.

En los corales, las medusas y las anémonas, el ciclo de formación de nuevos miembros no se detiene en la etapa embrionaria, sino que continúa a lo largo de la etapa adulta

Hasta la fecha, la comunidad científica todavía no conocía con exactitud cómo hacían estas criaturas para seguir ejerciendo el desarrollo embrionario incluso más allá de la etapa adulta, lo que se traduce en el crecimiento de más extremidades de las que crecían durante la etapa larvaria. Para recabar más información, un equipo científico decidió estudiar de cerca una de las especies que mejor ejemplifican esos patrones que posibilitan el crecimiento de brazos extra: las anémonas de mar estrella (Nematostella vectensis).

«Los cnidarios son organismos predominantemente sésiles (sujetos al sustrato), con algunas excepciones, como, por ejemplo, las medusa. -explica a National Geographic Aissam Ikmi, jefe de grupo del Laboratorio Europeo de Biología Molecular de Heidelberg y autor del nuevo estudio. Debido a que están atrapados en un solo lugar, se enfrentan los mismos desafíos ambientales que las plantas». Por este motivo, aclara el experto, desarrollaron estrategias para reaccionar a los cambios ambientales. Por ejemplo, utilizan señales ecológicas, como la temperatura, la luz o los alimentos para controlar su propia biología. Los tentáculos permiten a las anémonas de mar interactuar con su mundo, capturando comida y adaptándose al medio en el que habitan.

Cuando son larvas, las anémonas de mar estrella desarrollan cuatro tentáculos de base. Pero al alcanzar la edad adulta, agregan pares sucesivamente, hasta alcanzar un máximo de 24 extremidades, una ventaja que les ayuda a capturar más alimento y adaptarse a los cambios del medio ambiente.

Para realizar el experimento los científicos analizaron 1.000 pólipos en fase de crecimiento y estudiaron las nuevas extremidades que estas criaturas iban desarrollando. Luego identificaron las proteínas y moléculas a través de las cuales la abundancia de alimentos desencadena el crecimiento de los tentáculos. Descubrieron que los tentáculos en etapa adulta se desarrollan de manera diferente a los primeros cuatro desarrollados en estado larvario, a pesar de que la estructura resultante es la misma.

Descubrieron que algunas anémonas son capaces de desarrollar más miembros en función del alimento disponible, una habilidad nunca vista antes en el reino animal.

Descubrieron que cuanto mayor era la disponibilidad de alimento, otro tanto ocurría con la posibilidad de que surgieran nuevos brazos. En concreto, comprobaron que las anémonas bien alimentadas desarrollaban nuevos pares de extremidades en unos tres o cuatro días. Pero si la comida escaseaba, el número de miembros nuevos se reducía sustancialmente. Como mucho crecían seis, ocho o diez brazos de más, cuando lo más normal es que desarrollen una docena de ellos.

En otras palabras, analizando los patrones de comportamiento en función del alimento disponible, los investigadores descubrieron que algunas anémonas son capaces de desarrollar más miembros en función del alimento disponible, una habilidad nunca vista antes en el reino animal. «No solo podían modificar el patrón de crecimiento de los brazos tentaculares, incluso eran capaces de cambiar el tamaño del cuerpo», aclara Ikmi.

Incluso descubrieron que cuando se impedía el desove de individuos particulares, crecían aún más brazos, lo que sugiere que estaban redirigiendo la energía que se habría utilizado para la reproducción en desarrollar nuevos brazos.

«Creemos que están tomando decisiones sobre dónde invertir su energía: desarrollar más brazos o engendrar cientos o miles de gametos» explica el experto.

La anémona de mar estrella es hasta la fecha la única especie de la que se tiene constancia de este hecho, pero los investigadores no descartan que esta estrategia de supervivencia pueda involucrar a otros cnidarios, y quizás otros a otros animales. ¡Buen provecho!

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