El G7 aprueba el manual internacional para desarrolladores con el objetivo de evitar los principales riesgos de esta tecnología, pero la adhesión a él es voluntaria por parte de las empresas
Poco a poco, la inteligencia artificial se coloca como un punto clave de la gobernanza global y los diferentes bloques toman posiciones respecto a esta tecnología. El primero en hacerlo ha sido el G7 (formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), que ha ratificado este lunes el primer código de conducta global para los desarrolladores de algoritmos de nueva generación.
El grupo de los Siete ha denominado el pacto como “Proceso de IA de Hiroshima” (la ciudad en la que ha sido ratificado) y lo ha articulado a través de una propuesta que Japón puso sobre la mesa en mayo. Una especie de tercera vía para poner de acuerdo a EEUU, que prefiere una política no intervencionista y “apartarse si la iniciativa privada puede encontrar sus propias soluciones”, con los países del bloque europeo más partidarios de atar en corto a los desarrolladores.
Que una bacteria tenga forma más bien redondeada, o por el contrario, alargada como una barra, no es irrelevante. Unos científicos han descubierto que para unas bacterias es esencial conservar su forma de barra para lograr el éxito en su ataque infeccioso contra células humanas.
La infección por salmonela o salmonelosis es una enfermedad bacteriana común que afecta al tubo intestinal. La bacteria de la salmonela generalmente vive en los intestinos de animales y humanos y se expulsa mediante las heces. La forma más frecuente de infección en los humanos es a través de agua o alimentos contaminados. En concreto, la bacteria Salmonella enterica suele producir infecciones que afectan también al ganado. Son capaces de persistir en compartimentos intracelulares llamados fagosomas, donde las condiciones fisiológicas son diferentes, hay un pH ácido y los antibióticos comúnmente utilizados son poco eficaces.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB), de España ambas instituciones, han identificado un nuevo mecanismo molecular implicado en el desarrollo de la forma de la bacteria salmonela. Los resultados de este estudio podrían servir como base para el diseño de tratamientos efectivos frente a las infecciones intracelulares persistentes causadas por esta bacteria.
A diferencia de algunas bacterias patógenas que alteran su forma en el hospedador, lo que dificulta su ingestión por células de defensa, el nuevo estudio demuestra que la Salmonella mantiene su forma bacilar (de barra o varilla) durante la infección. La morfogénesis celular es un proceso altamente regulado y dependiente de la estructura del peptidoglicano, un polímero que, a modo de corsé, cubre por entero la célula y, además de proteger su integridad, la dota de una forma concreta.
Francisco García del Portillo, investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología explica: “En bacilos como Escherichia coli y Bacillus subtilis, existen dos sistemas que se coordinan entre sí para sintetizar peptidoglicano y aportar una forma celular precisa. Cada uno de estos sistemas se controla por una enzima que inserta nuevo material en el peptidoglicano con una topología o direccionalidad concreta. En el caso de E. coli, estas enzimas son las proteínas fijadoras de penicilina (PBP) 2 y 3 (PBP2 y PBP3). Su importancia fisiológica explica por qué los antibióticos beta-lactámicos más eficaces son aquellos que las bloquean, ya que su inhibición resulta en la pérdida de la forma e integridad celular.”
Imagen, obtenida por microscopía de fluorescencia, de Salmonella enterica utilizando el sistema de morfogénesis que se activa en el ambiente intracelular. (Foto: Sónia Castanheira / CNB / CSIC)
Persistencia en la célula
La investigación detalla los sistemas con los que la bacteria logra persistir de forma prolongada en ambientes tan ácidos como el fagosoma celular. Sónia Castanheira, investigadora del CNB, destaca: “En Salmonella hay dos tipos de PBP2, una PBP2 similar a la de E. coli y la PBP2SAL, esta última ausente en E. coli y en bacterias de la microbiota intestinal. Cada una de ellas se ha especializado para actuar bien fuera de la célula hospedadora a pH neutro (PBP2) o dentro del fagosoma acídico donde reside el patógeno en la infección intracelular (PBP2SAL)”
Según los científicos, sorprende que dicha especialización en respuesta a determinados ambientes se dirija, en el caso de Salmonella, a mantener una misma forma celular. Estas observaciones apuntan a que la forma celular no es casual. Así, determinadas bacterias habrían evolucionado adquiriendo proteínas adicionales para garantizar la conservación de su forma cuando se adaptan a ambientes tan particulares como el fagosoma ácido de la célula eucariota.
El hecho de que las proteínas de Salmonella identificadas en este proceso no se produzcan en bacterias beneficiosas de la microbiota, abre nuevas vías de terapia antimicrobiana selectiva para erradicar la infección en su fase intracelular. “En el caso de la Salmonella y su propensión a persistir intracelularmente, un antibiótico que inhiba específicamente las PBP alternativas sería de gran utilidad para impedir recidivas y disminuir la transmisión de este patógeno entre hospedadores (animales y humanos), los alimentos y el ambiente”, concluye Castanheira.
El estudio se titula “Evidence of two differentially regulated elongasomes in Salmonella”. Y se ha publicado en la revista académica Communications Biology. (Fuente: CNB / CSIC)
La noche, un lienzo oscuro sobre el que se pintan miles de destellos luminosos en forma de estrellas y constelaciones, ha sido una fuente de inspiración para múltiples comunidades a lo largo de la historia de la humanidad: se han forjado mitos, cuentos y, a su vez, descubrimientos científicos apasionantes. Sin embargo, hoy en día, las personas que viven en las grandes ciudades o en amplios núcleos urbanos, rara vez han experimentado esa completa oscuridad durante la noche. En su lugar, están rodeadas de un resplandor artificial que afecta, no solo a su capacidad para disfrutar del cielo estrellado despejado, sino también a su salud y al bienestar de la vida silvestre.
Así, la contaminación lumínica se ha convertido en una preocupación creciente en la sociedad actual y, hoy en día, llega a representar algo más que una simple molestia de luces brillantes en la noche: puede perturbar nuestros ritmos circadianos, afectar a la calidad del sueño e, incluso, aumentar el riesgo de padecer ciertas enfermedades crónicas.
UNA PROBLEMÁTICA GLOBAL
La contaminación lumínica es un problema que, cada vez, afecta a más zonas del planeta, haciendo inaccesible para millones de personas la observación del cielo nocturno. Es un fenómeno que consiste en la presencia excesiva de luz artificial en el entorno nocturno, generalmente generado por la iluminación urbana, industrial o publicitaria. Así, a medida que nuestras ciudades crecen y se desarrollan, la demanda de iluminación va en aumento, y con ella, la emisión de luz artificial en todas direcciones. Se trata de un efecto que resulta en la dispersión de luz hacia el cielo y, así, la creación de un resplandor artificial que dificulta la observación de los objetos celestes.
Sin embargo, las consecuencias de este problema trascienden las fronteras de las áreas metropolitanas y afectan también a las zonas rurales y a áreas más naturales, donde esa contaminación lumínica aparece como un factor no autóctono. Las luces de las calles, las fachadas de edificios iluminadas en exceso, las luces de estadios o parques temáticos o los grandes carteles publicitarios son solo algunos ejemplos de como aparece este fenómeno en las ciudades.
Ahora bien, los problemas asociados a la contaminación lumínica van más allá de una simple interferencia con la observación astronómica. El resplandor artificial que se emite tiene impactos significativos en nuestra salud, reduciendo la calidad de vida de las comunidades afectadas. Además, se trata de una problemática que conlleva costes económicos considerables en cuanto a la energía desperdiciada y a los recursos invertidos en esa excesiva iluminación innecesaria.
Así, la exposición a la contaminación lumínica puede tener un impacto significativo en la salud humana debido a su influencia en los ritmos circadianos de los individuos. Estos son ciclos naturales en el metabolismo de las personas que se regulan por la luz natural y la oscuridad y que desempeñan un papel realmente fundamental en la regulación de muchas funciones biológicas. Uno de los ámbitos que se puede ver más afectado por esa alteración es el sueño pues, la exposición a luz artificial durante la noche puede alterar los patrones de sueño, dificultando la conciliación del mismo y fragmentarlo.
Además, la exposición a la luz solar durante la noche puede también afectar a la producción de ciertas hormonas que dependen de la presencia de luz para segregarse. Por ejemplo, la melatonina es una sustancia que nuestro cuerpo produce para regular los ciclos de sueño-vigilia. Con la presencia de luz solar, la formación de la hormona puede alterarse, dejando al organismo inestable y vulnerable al acceso de enfermedades o sin una regulación ante el estrés.
Así mismo, la interrupción de los ritmos circadianos mediante la luz artificial en periodos donde debería reinar la absoluta oscuridad puede debilitar gravemente el sistema inmunológico, haciendo al individuo vulnerable ante la llegada de ciertos patógenos o, incluso, aumentando el riesgo del desarrollo de enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes tipo 2 o trastornos cardiovasculares.
LA IMPORTANCIA DE LA OSCURIDAD NOCTURNA
De esta forma, la oscuridad nocturna, en su estado natural y sin rastros de contaminación lumínica, constituye un recurso de lo más valioso para mantener la calidad de vida humana, así como la del resto de seres vivos que habitan en el planeta. Además de influir en los ritmos circadianos de la personas y, por lo tanto, directamente en su salud, la oscuridad también aporta un bienestar natural a todos los seres vivos silvestres: prácticamente todos los animales y plantas dependen de la oscuridad para realizar sus actividades cotidianas. La existencia de contaminación lumínica puede desorientas a las aves migratorias, interferir en los patrones de caza de algunos depredadores o afectar a los ciclos de respiración y fotosíntesis de algunas plantas.
Por si fuera poco, la oscuridad ofrece a todos los seres vivos la oportunidad de observar un cielo estrellado y, de alguna forma, conectar con la naturaleza. No olvidemos que la observación de estrellas, planetas y galaxias es una experiencia que, durante miles de años, ha cautivado e inspirado a la humanidad, contribuyendo a la compresión del Universo y nutriendo nuestra curiosidad.
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