RELATO – El niño Gazatí

Cuando Izzeldin se despertó, solo recordaba el ruido aterrador de las bombas, de las ametralladoras, los aviones de combate en sus vuelos rasantes amedrentantes, y la gente tratando de huir desesperadamente hacia todas partes.

 

Nueva Tribuna

Ángel Villazón

Estaba solo, sus seres queridos no estaban. Sus padres y hermanos no estaban. A sus seis años, quería estar con ellos

Se reconoció en un hospital y su mente se fue a pensar en sus padres y en sus hermanos, donde estarían, que estarían haciendo, tal vez escapando y huyendo de los bombardeos y de las ametralladoras.

Se dio cuenta de que el dolor de una pierna iba creciendo y se iba agudizando por momentos, pensó en gritar y que viniera alguien, una enfermera o un médico, que le explicaran porque ese dolor.

Poco a poco fue recuperando la fuerza para el movimiento en sus brazos, y con las dos manos se destapó para ver su pierna, con la sorpresa de que no la tenía. Tenía un muñón.

Saber quién eres, es vital, porque permitirá saber quiénes son tus padres, ayudarte a que os reunáis, si están vivos. Tendrás una identidad

Se echo a llorar y el pánico se apoderó de él. ¿Dónde estarían sus padres y sus hermanos? Tal vez pensaba, huyendo de las matanzas por los bombardeos, o tal vez habían sido asesinados por las bombas y ametralladoras.

Cuando vio pasar a un médico, casi gritando, le preguntó que por favor que le dijera que le había pasado.

El médico se paró junto a él un rato, tomándose un tiempo, para decirle:

  • Te hemos tenido que cortar la pierna, una ráfaga de ametralladora te la cercionó.
  • Y después de unos minutos le dijo que un equipo de salvamento le había salvado la vida, llevándolo al hospital, cuando estaba en una situación de pérdida de sangre extrema, muy próxima a la muerte.
  • Le dijo también que no sabemos nada de tus padres o hermanos.

El niño se quedo muy pensativo, como si no supiera nada de él. Solo quería ver a sus padres e ir a jugar con sus hermanos.

  • Dinos de dónde eres, cómo te llamas, y qué apellidos tienes, y habrás hecho algo muy importante para tu futuro, le preguntó el doctor. Saber quién eres, es vital, porque permitirá saber quiénes son tus padres, ayudarte a que os reunáis, si están vivos. Tendrás una identidad.

Izzeldin no comprendía nada de lo que le estaba diciendo el médico, y este le dijo:

  • Tomate algún tiempo para pensar, a ver si te podemos ayudar cuando todo esto termine. Tu identidad es muy importante, saber quién eres.
  • Has salvado la vida, aunque hayas perdido una pierna, le dijo el médico.
  • Te pondremos una prótesis plástica que te ayudara a hacer una vida más parecida a la normal, continuó.

Se fue el doctor, e Izzeldin cayó en un estado de shock post traumático. No podía soportar la incertidumbre que se le planteaba. Le daban ganas de morderse y arrancarse la carne de las manos, de tirarse de los pelos y de gritar desesperadamente.

Llegaron dos enfermeras que le pusieron un sedante y le hicieron una cura a su muñón.

Se quedó profundamente dormido. El cansancio acumulado por el estrés tremendo mantenido durante las horas de vigía era excesivo.

La poca entrada de electricidad, alimentos, agua y combustible al hospital, era otra capa de sufrimiento a la catástrofe existente a la que se enfrentaban las familias de Gaza.