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Que cambie el aire. Esa es la clave para una ventilación adecuada que evite contagios por covid en espacios interiores. Es más importante garantizar una corriente que renueve la atmósfera cargada de un cuarto cada cierto tiempo que permanecer con ventanas abiertas que no establecen un correcto flujo de aire. La adecuada ventilación es motivo de polémica en colegios e institutos, donde el criterio de cómo llevar a cabo esta operación depende de cada centro a la espera de que la Consejería de Educación elabore un protocolo. Pero la renovación de aire es una medida higiénica recomendada no solo en centros escolares, sino también en lugares de trabajo y en los hogares.

Consejo de los científicos

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) elaboró ya en octubre una guía sobre la ventilación de aulas. En un ejemplo práctico considera el caso de un aula de 21 estudiantes, de 61 metros cúbicos de volumen y con un docente. Lo recomendable sería realizar cinco renovaciones de aire por hora, lo que podría conseguirse alternando periodos en los que se abrieran solo las puertas (lo que impide que aumente la concentración de dióxido de carbono) y renovando el aire con la apertura de puertas y ventanas cada cierto tiempo. En concreto, propone que en dos horas se pueda estar media hora con la puerta abierta y otra media hora con las puertas y ventanas abiertas, de modo que haya corriente de aire circulante.

No hay un procedimiento estándar, sino que depende del tamaño del aula, el número de alumnos o el tipo de actividad que se realice. El CSIC recomienda las actividades en el exterior, porque en ambientes interiores, las partículas en suspensión (aerosoles) pueden contener virus y acumularse. La forma de evitarlo es limitando la emisión de estos aerosoles y la exposición a ellos.

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La emisión se reduce disminuyendo el número de personas, hablando a bajo volumen, desarrollando actividades relajadas y utilizando bien las mascarillas. La exposición se rebaja también con la mascarilla, con un menor tiempo de exposición, aumentando la distancia interpersonal y, especialmente, ventilando o purificando el aire. Esa ventilación “es lo que comúnmente se conoce como ‘cambiar el aire’”, explica Adonina Tardón, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo.

El CSIC establece que el aire del interior debe renovarse por otro procedente del exterior en una cantidad de 14 litros por persona y segundo. Los científicos consideran que la ventilación natural puede ser suficiente en aquellos espacios que dan al exterior; y recomiendan hacerlo abriendo puertas y ventanas para provocar un flujo de aire. En concreto, plantean una “ventilación cruzada” que consiste en abrir ventanas y puertas en lados opuestos de la habitación. Es más efectiva que abrir solo las ventanas. La presencia de un ventilador junto a una ventana, colocado con el flujo hacia el exterior, favorecerá la extracción del aire interior. En todo caso, la correcta evaluación de si una habitación está bien ventilada puede determinarse midiendo los niveles de dióxido de carbono. Los expertos consideran que basta con abrir puertas y ventanas estableciendo una corriente durante quince minutos al inicio de cada hora de clase.

¿Y la casa?

¿Y cómo se ha de ventilar en casa? No se trata tanto de mantener abiertas de forma permanente las ventanas, pasando frío, sino garantizar que el aire se renueva. “Para una familia media, es suficiente que cada hora se abran las ventanas unos cinco o diez minutos, favoreciendo que haya corriente, para que se renueve el aire de la estancia”, sostiene Adonina Tardón.

En el caso de convivientes de una familia, la ventilación no tiene que conllevar la adquisición de aparatos. Adonina Tardón señala que tampoco tienen por qué darse situaciones especiales, como la presencia de visitas: “No es recomendable que entren personas ajenas en nuestros hogares, y más ahora cuando es posible quedar en una cafetería o al aire libre”, sostiene.

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