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Para empezar, directo al grano, se puede afirmar que el agua no tiene ninguna propiedad adelgazante. Pero lo que sí es cierto es que sustituir determinadas bebidas como zumos, refrescos o alcoholes, por agua, puede beneficiar la pérdida de peso.
Los estudios científicos que existen sobre la relación entre el agua y el adelgazamiento no son concluyentes. Algunos han indicado que aquellas personas que beben más agua están más delgadas. Otros revelan que las personas con sobrepeso u obesidad beben menos agua. También se han publicado otros estudios que asocian el aumento del consumo de agua con una mayor efectividad de las dietas para perder peso…
Y lo que sí que es cierto, y bastante obvio respecto a este último punto, es que aquellas personas que en su dieta diaria consumen bebidas azucaradas, al sustituirlas por líquidos libres de azúcares eliminan entre 400 y 800 kilocalorías diarias de su dieta.
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También parece comprobado que, fisiológicamente, beber agua provoca la distensión de la pared estomacal, lo que se traduce en que la persona experimente sensación de saciedad, de “estar lleno”. Pero no hay pruebas de que eso esté relacionado con ningún efecto beneficioso para la salud y el peso.
Sin embargo, combinar dietas ricas en fibra con un mayor consumo de agua sí que puede favorecer la sensación de saciedad, lo que reducirá la ingesta de más alimentos y ayudará, aquí sí, a la pérdida de peso.
También se han manejado hipótesis sobre que el mero hecho de ingerir agua genere un gasto energético en nuestro organismo. Incluso se ha concretado afirmando que beber medio litro de agua quema 23 calorías, lo que supondría adelgazar 2 kilos al año. Pero la realidad es que este extremo todavía no está suficientemente aclarado.
Incluso hay lo que se conoce como ‘Dieta japonesa del agua’, que comienza en cuanto nos levantamos. Antes incluso de lavarse los dientes, con el estómago vacío, debemos beber 4 vasos de agua tibia. Casi un litro de agua natural, a la que se pueden añadir unas gotitas de limón.
Después hay que esperar 45 minutos para tomar el desayuno. Tras cada comida debemos estar dos horas sin beber. Y por la noche, antes de ir a dormir, debemos hacer gárgaras con agua salada durante 2 minutos.
Y así hay múltiples historias alrededor del agua y su poder adelgazante, que de momento son más populares que científicas.
Pero lo que sí está demostrado científicamente es que unos niveles adecuados de ingesta de agua son importantes para la prevención de las enfermedades renales (infecciones de orina, cálculos renales), cardiovasculares y metabólicas (obesidad, diabetes mellitus, dislipemias).
Para lo demás, para determinar realmente si el agua, por sí misma, tiene algún efecto directo en la pérdida de peso, serán necesarios más análisis y estudios.
En todo caso sí podemos afirmar que es el mejor complemento en las dietas de adelgazamiento.
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