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Los «cargadores de bultos», como son popularmente conocidos, trabajan largas jornadas los siete días de la semana en los mercados y conforman uno de los sectores poco remunerados por sus servicios. El trabajo que realizan es duro, trasladan bultos que muchas veces pesan más de 150 libras, sobre sus hombros o haciendo uso de una carretilla.

En el mercado de Ahuachapán, desde muy temprano, siempre se encontrará a más de una persona dispuesta a trasladar los paquetes de los compradores hasta sus carros, paradas de buses, o hasta la puerta de sus casas de las colonias aledañas. Ellos coinciden que es un trabajo pesado, pero así se ganan la vida y pueden sacar adelante a sus familias.

José Enrique Jiménez, de 54 años, se dedica a halar bultos desde hace seis años, luego que la pastelería donde trabajaba cerrara sus operaciones y se quedara sin trabajo. Decidió dedicarse a este oficio para seguir ayudando a sus dos hijos y esposa, y salir adelante: «no me iba a quedar de brazos cruzados, mientras Dios me de fuerzas y salud, ahí vamos, saliendo adelante. Gracias a Dios con este trabajo estoy pagando mi casita», expresó, mientras esperaba otro viaje.

Don José, como es reconocido en el mercado, dijo que es un trabajo pesado y variado, porque a veces gana poco, y otras le va bien; pero lo que sí es seguro, que su cuerpo de avanzada edad, lo reciente.

«Cuesta este trabajo porque a veces hay que llevar cargas para arriba y ahí uno tiene que sacar fuerzas de donde no las tiene, y al siguiente día, se amanece con los huesos doloridos «, añadió.

Actualmente, asegura, se protegen para evitar contagiarse de covid-19: «cumplimos con las medidas de bioseguridad, el virus aún continúa. Siempre andamos mascarilla y alcohol gel», expresó José.

Los cargadores, aseguran que durante el tiempo de la cuarentena por la pandemia del covid-19, fue un periodo más difícil, pero que tuvieron la ventaja de sacar un permiso para trabajar, y llevar las cargas a domicilio.

«En la cuarentena llevábamos los paquetes hasta las colonias. Muchas personas que me conocen me daban la lista y se las iba a dejar hasta sus casas. Es un trabajo pesado, pero hay que hacerlo», explicó Carlos Árevalo, de 45 años, que desde hace 15 años se dedica a halar bultos en el mercado de Ahuachapán.

Añadió que trabaja los siete días de la semana, y que durante las temporadas de fiesta y vacaciones es donde más tiene trabajo: «Yo ya me acostumbré a madrugar para trabajar, desde las 5:00 de la mañana llego a halar yuca y pepino, de los camiones a los puestos del mercado. Así he podido sacar adelante a mis cinco hijos».

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