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De Lorca y Picasso a Maruja Mallo y María Zambrano: muerte y exilio de la creación artística antifascista

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Guernica de Pablo Picasso. Museo Reina Sofía

«Destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro / Ya no me encontraron», escribe Lorca, premonitorio. El nacimiento de la II República española el 14 de abril de 1931 animó la creación cultural. Una suerte de descarga, desde el compromiso social y político, que dinamitan el golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura. El arte antifascista, unido a los acontecimientos de aquella época, y sometido en casos al destierro y la muerte de sus protagonistas.

Como ráfaga, seis perfiles. Desde aquella Edad de Plata de las letras encabezada por la generación del 27 y el universal Federico García Lorca. O Antonio Machado, desde la generación del 98, y un destierro resumido en un papel con un verso: «estos días azules y este sol de la infancia».

Y por las artistas borradas, Las Sinsombrero. Las artistas del exilio republicano, de María Zambrano, una de las pensadoras más importantes del siglo XX, a María Teresa León, la guerrillera que salva de las bombas las obras del Museo del Prado. Una etapa creativa, irrepetible, con pinceles exiliados como Pablo Picasso o Maruja Mallo.

Artistas que comparten «rasgos» que, más que estilísticos, «afectan a la sensibilidad y al gusto, a la calidad, pero sobre todo al cosmopolitismo y la modernidad», explica en El arte durante la República el crítico de arte y ensayista Valeriano Bozal, en una conferencia incluida en la obra coral La República y la cultura: paz, guerra y exilio (Ediciones Akal, 2009). Y conforman, de algún modo, «una marca, una pauta, una nota republicana», que alimenta el «debate cultural» del siglo XX en España.

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada; 1898 – camino Víznar a Alfacar, Granada; 1936). El poeta español más universal, el más leído de todos los tiempos. Figura clave de la generación del 27 y autor de obras eternas como Romancero gitano o Poeta en Nueva York, y de Bodas de Sangre o Yerma, en teatro. Vive el hervidero intelectual de la Residencia de Estudiantes de Madrid, se alimenta de su trasiego americano… y, en pleno compromiso con el entusiasmo cultural de la República, participa en las Misiones Pedagógicas –proyecto de solidaridad cultural patrocinado por el Gobierno, como «una escuela ambulante» que recorre los pueblos– con la compañía universitaria de teatro La Barraca.

Los fascistas lo matan a tiros por «socialista» y prácticas de ‘homosexualismo’ (sic), según reconoce la dictadura de Francisco Franco en documentos fechados en 1965. «Yo mismo le he metido dos tiros por el culo por maricón«, confesó uno de sus asesinos, como cuenta el hispanista Ian Gibson en El hombre que detuvo a García Lorca (Editorial Aguilar).

«Es el desaparecido más llorado del mundo», en palabras de Gibson. Lorca, todavía tirado en una fosa común junto a un maestro republicano y dos banderilleros anarquistas, Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Unos huesos –cada búsqueda suscita atención mundial– cuya recuperación debe ser un «auténtico imperativo nacional«, en palabras del Premio Nobel de Literatura José Saramago.

María Zambrano (Vélez-Málaga, Málaga; 1904 – Madrid; 1991). Filósofa, escritora y poeta. Una más de Las Sinsombrero, las artistas borradas de la generación del 27. El 14 de abril del 31 está en la celebración republicana de la Puerta del Sol. Luego participa en las Misiones Pedagógicas. Afín a las ideas socialistas. Discípula de José Ortega y Gasset y una de las pensadoras más importantes del siglo XX. La niña que quiso ser un caballero templario y abrió camino en un mundo reservado para los hombres.

El largo destierro le destina a París, Nueva York, La Habana… Trabaja en universidades de México y Puerto Rico. Su «exilio fecundo» le ofrece «libertad de pensar» pese al ostracismo, dijo, y no estar «atada» como artista, «como Picasso, que al encontrarse fuera de España abrió las alas». España reconoce su figura literaria al final de su vida: Premio Príncipe de Asturias en 1981 y Premio Cervantes en 1988.

Pablo Picasso (Málaga; 1881 – Mougins, Francia; 1973). Pintor y escultor. Creador del cubismo, exponente del surrealismo y la abstracción. El genio que abrió las puertas de la modernidad. Declarado pacifista, y comunista, apoya con firmeza a la República ante el golpe de Estado fascista. Acepta durante la guerra la dirección simbólica del Museo del Prado. En 1972, mientras Franco recrudece la represión contra la lucha obrera, participa en Milán (Italia) en la muestra de arte antifranquista Que trata de Spagna, junto a centenares de artistas plásticos, músicos y poetas.

Pinta el Guernica (1937) en París, bajo encargo del director general de Bellas Artes, Josep Renau, y a petición del Gobierno republicano. El cuadro está inspirado en el bombardeo a la ciudad vasca de la Legión Cóndor de Adolf Hitler –crimen contra la Humanidad repetido en su tierra natal con La Desbandá– y supone un retrato universal del horror de la guerra. El lienzo queda a resguardo durante 44 años en una sala del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), como pide Picasso. Está expuesto de forma permanente, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Intelectuales antifascistas

Las Sinsombrero, un proyecto transmedia de Tania Balló, Manuel Jiménez y Serrana Torres.

«La llegada de la República produce una animación de la vida cultural de gran importancia», sostiene Valeriano Bozal. Con una marcada huella política –»especialmente de partidos políticos de izquierda, no de los tradicionales», matiza– que alimenta la creación de «organizaciones, frentes y asociaciones de intelectuales antifascistas» que ganan valor al hilo de los acontecimientos europeos «con el triunfo del nacionalsocialismo en Alemania y el fascismo en Italia».

Maruja Mallo (Viveiro, Lugo; 1902 – Madrid; 1995). Pintora surrealista. Su nombre real era Ana María Gómez González. Artista de la generación del 27 y de Las Sinsombrero. Admirada por Andy Warhol y André Breton, se codea con Picasso, Joan Miró o René Magritte, amiga de María Zambrano, Lorca, Salvador Dalí, María Teresa León. Y referente de Las Sinsombrero, movimiento feminista de jóvenes intelectuales para quebrar el papel de la mujer en una sociedad patriarcal.

El obligado exilio le lleva a Argentina en 1937 y en tierras australes recibe un rápido reconocimiento. Pasa luego por Uruguay y Chile y expone en París, Brasil o Nueva York. No regresa a España hasta 1962. Y veinte años después recibe la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, concedida por el Ministerio de Cultura.

Antonio Machado (Sevilla; 1875 – Colliure, Francia; 1939). Poeta. Uno de los nombres emblemáticos de la generación del 98. Estudia en la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes publica la primera edición de sus Poesías Completas en 1917 y diez años más tarde ingresa en la Real Academia Española (RAE). Autor de Soledades y Campos de Castilla.

El día de la proclamación de la República está en Segovia, donde será uno de los encargados de izar la bandera tricolor. «Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra república de la mano», dice Machado. Durante la guerra publica artículos contra la sublevación militar. «Mataron a Federico / cuando la luz asomaba / El pelotón de verdugos / no osó mirarle a la cara», escribe, versos de ‘El crimen fue en Granada’.

Ante el avance de las tropas fascistas huye a Valencia y asiste al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, organizado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas. En 1938 pasa a Barcelona y casi un año después inicia una penosa travesía, junto a su familia, al destierro francés. Muere poco después, «ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar», predijo. Sigue enterrado en Colliure. En su chaqueta queda un papel con sus últimas palabras: «estos días azules y este sol de la infancia».

María Teresa León (Logroño; 1903 – Madrid; 1988). Escritora. Cultiva todos los géneros literarios: poesía, cuento, novela, biografía, guiones de radio, teatro y televisión. De Las Sinsombrero, de la generación del 27. Va a ser la guerrillera de la cultura que salva las obras del Museo del Prado en pleno enfrentamiento bélico. En Memoria de la melancolía (1970) revela aquellas décadas de los años 20 y 30 desde su papel protagonista.

Comienza a escribir este libro en su exilio en Roma (Italia). Al destierro llega junto al poeta Rafael Alberti, con quien está casada desde el 32. Su obra y su figura, revalorizada, tanto tiempo a la sombraolvidada en el franquismo. Juntos fundan la revista Octubre y, tras el golpe de Estado, El Mono Azul, cuyas páginas trasiegan en los frentes de batalla. El año 34 acude al primer Congreso de Escritores Soviéticos en Moscú. Participa en la Alianza de Escritores Antifascistas. No regresa a España hasta 36 años después, el 27 de abril de 1977.

¿Una «marca» de arte republicano?

¿Existe una «marca republicana», entonces? «Hablar de arte republicano, creo que es excesivo», según Bozal. Aunque huye del reparo «taxativo» y será «ambivalente» en la respuesta: «Por una parte, no existe ese arte, y, por otra parte, sí existe ese arte». Porque el intelectual amanece ligado «a una clase social» y precisa «trabajar la objetivación y conciencia de los valores, ideas, sentimientos, emociones» para mejorar la «viabilidad y existencia» de estos colectivos.

El intelectual antifascista ejerce una suerte de «radicalismo ideológico» que conecta «con el desarrollo de la cultura europea» en una época de «resistencia al fascismo», arguye el crítico de arte. La creación de «frentes antifascistas» culmina con el Congreso Internacional celebrado por España en 1937 con apoyo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

Y ahí, durante la Guerra Civil, concluye, «existe un arte de marca republicana». Una fórmula distinta. «Una pauta» que va a formar parte de «una de las manifestaciones más importantes de la historia del arte europeo». Como muestra, el pabellón de España en la Exposición Internacional de París del 37 con la onda expansiva –»pero no solo»– del ‘Guernica’ de Picasso.