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Los mosquitos se cuentan entre los animales más mortales del mundo. Estos pequeños insectos aparentemente inofensivos son vectores de importantes enfermedades infecciosas, como la malaria, la fiebre amarilla o el virus del Nilo Occidental. Sin embargo, de las miles de especies existentes, únicamente a unas pocas gusta de sangre humana, e incluso entre miembros de la misma especie se han observado distintas preferencias. ¿Por qué para algunos somos tan irresistibles mientras que otros se muestran indiferentes?
Los científicos llevan décadas estudiando estos insectos, en algunos casos con la intención de erradicar poblaciones a través de la edición genética con el objetivo de acabar con los vectores de las enfermedades. Hasta ahora se sabía que existe una relación entre la proliferación de mosquitos y las concentraciones humanas,aunque se contaba con pocas pruebas concluyentes capaces de demostrarlo.
Por ello, para cubrir este vacío documental, un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton estuvo durante más de tres meses trabajando codo con codo con una red de colaboradores locales en el África subsahariana recolectando huevos de una de las especies más nocivas: Aedes aegypti, responsable del Zika, el dengue o la fiebre amarilla. Sus conclusiones, publicadas recientemente en la revista Current Biology, especifican negro sobre blanco qué tipo de mosquitos pican a los humanos, y de dónde proceden.
De la especie estudiada, Aedes aegypti, existen dos subespecies: una que prefiere a los humanos y otra que se decanta por los animales. La mayoría de las poblaciones de insectos son una mezcla genética de ambas, por lo que encontrar un denominador común entre ellas es especialmente útil a la hora de determinar qué poblaciones de insectos son más nocivas para el ser humano.
Para realizar el experimento, los investigadores dispusieron una serie de trampas destinadas a recolectar los huevos que estos mosquitos dejaban en el agua. Dispusieron cada una de ellas en grandes ciudades y zonas rurales, con la intención de realizar una muestra que fuese lo suficientemente diversa. Luego los incubaron y cuantificamos su comportamiento dejándolos elegir entre un huésped humano o uno animal, explica el genetista e investigador postdoctoral de la Universidad de Princeton Noah. H. Rose, coaturor del estudio, a National Geographic España.
“En la mayoría de los lugares, los mosquitos preferían los animales, pero en un pequeño número de localizaciones se decantaban por los humanos . Cuando construimos un modelo usando variables ambientales para tratar de explicar esa variación, vimos que la intensidad de la estación seca era el mejor predictor ambiental, pero que la densidad de los huéspedes humanos en un área también explicaba algunas variaciones de comportamiento” sentencia el investigador.
A mayor densidad de población, más gusto por los humanos
Las conclusiones eran claras: los mosquitos que procedían de áreas muy densas aproximadamente más de 2.000 personas por kilómetro cuadrado, les gustaban más los humanos. Si además esas regiones era de clima seco, la probabilidad crecía sustancialmente.
“Los humanos crean un buen hábitat para las larvas de mosquitos. Almacenamos agua en depósitos para su uso posterior y descartamos cosas como neumáticos y cubos que representa un hábitat perfecto para los mosquitos. Además, cerca de esos hábitats estos insectos tienen a su disposición grandes cantidades de sangre humana que estos insectos usan para desarrollar sus huevos”, explica el doctor Rose.
Diferenciación genética
Además, el experimento desveló que los mosquitos a los que les gustaban los humanos eran genéticamente diferentes a los que se decantaban por otras especies, lo que sugiere que esa diferenciación surgió en un lugar en concreto y luego se extendió por África.
“Los resultados nos dicen que los mosquitos evolucionaron para especializarse en huéspedes y hábitats humanos en respuesta a la creciente dominación humana del territorio, y es probable que también evolucionen en respuesta a la futura urbanización”, explica Rose.
El artículo de Current Biology se centró en la historia evolutiva, pero sus hallazgos podrían tener implicaciones para la salud pública. Los resultados, combinados con los datos climáticos y de población de las Naciones Unidas, sugieren que la rápida urbanización del África subsahariana traerá consigo una elevada concentración de mosquitos ‘antropófagos’.
«La naturaleza está respondiendo al crecimiento de la población» Noah. H. Rose, genetista de la Universidad de Princeton
“El rápido crecimiento de las grandes ciudades de África presenta un cambio ecológico importante, y la naturaleza está respondiendo a esta nueva amenaza -razona Hoah. H. Rose- Sin embargo, nuestras acciones también hacen una gran diferencia. Si la población tiene acceso a agua limpia y buena vivienda y se toman medidas para reducir el hábitat de los mosquitos, podemos evitar que estos insectos propaguen tantas enfermedades”.
Nuestra huella ecológica tiene un impacto determinante incluso en los inescrutables camino de la capacidad evolutiva de los mosquitos. De nuestras acciones dependerá mantener a raya la transmisión de los virus propagados por estos insectos nada insignificantes.
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