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Sofía Conti (Entre Ríos, Argentina, 1995), más conocida como DJ Flaca, lleva en España 14 años. Vino para visitar a su padre y se quedó por “los melocotones, el jamón y las napolitanas de chocolate”. Tenía solo 11 años cuando llegó. “La infancia latinoamericana es muy distinta a la de aquí. Con 11 años es como si tuvieras 43. Entras en contacto con la realidad mucho antes. Yo ya había pasado por un corralito, un abuelo enfermo y una madre soltera con dos niñas”. Quizás eso es lo que le ha dado un empuje fuera de lo común. El suficiente para, en un ambiente tan “machista, facha y tránsfobo” como el de la noche, atreverse a pinchar reguetón. “Empecé porque la gente que tenía alrededor me impulsó a hacerlo. Si no, ni de coña. ¿Una tía pinchando? ¡Había dos en España! Y encima reguetón…”.

La sorpresa fue ver que los prejuicios en torno a los ritmos latinos (estamos hablando de hace cinco años, cuando los popes de la modernidad todavía no habían dado el visto bueno al perreo y derivados) se esfumaban en la pista de baile. “La primera vez que pinché, flipé con que todo el mundo se supiera las canciones y pensé: ‘Aquí hay gato encerrado’. Reflexionando sobre el tema, empecé a entender el clasismo y el racismo que había detrás de todo eso. Pero creo que en los últimos años ha habido un cambio de paradigma que está facilitando la salida de nuestros armarios… Es verdad que se baila más el remix de turno, lo que está pasado por el pasapuré o whitepasseado que el tema de origen, pero por algo se empieza…”.

«En España se baila fatal. Los hombres heteros no mueven la cadera. Y las niñas ahí bailando… Hay que perder el miedo. Si te pongo Bad Bunny o Nicky Jam y no te mueves, ve al médico porque bien no estás»

Se define como migrante (“es como partirse la cabeza contra una esquina. Tiene cosas terribles y otras increíbles, pero de la mezcla y del mejunje siempre sale lo mejor”), como work in progress (“para dedicarte a la música tienes que tener dinero o acceso a un equipo, así que yo me he ido profesionalizando a medida que iba trabajando”), pero sobre todo como “la niña rata de Internet”: “Acumulo música, solo dejo de escucharla cuando duermo o cuando pongo la radio para escuchar temas de política y cagarme en mi puta vida. Me encanta rebuscar canciones. En YouTube, en Soundcloud o en Bandcamp. En un dj valoro más la selección musical que la técnica”. Y, antes que nada, defiende su derecho a estar cabreada: “Parece que las mujeres no podemos enfadarnos, que no es nuestro lugar. La violencia es cosa de hombres y yo me estoy cagando todo el día en todo. Por ser migrante, por ser tía y haber sido pobre. Estoy mazo cabreada y no voy a callarme. Lo voy a decir y le voy a prender fuego a todo”.

Combativa a muerte (Flaca empezó presentándose como DJ Peligrosa y Belicosa) y consciente de lo poco inclusiva que era la fiesta, formó junto a Alba, Rocío y Marta el Colectivo CHICA. “Nos dimos cuenta de que en la cultura de club todo eran machos heteros y creamos un espacio seguro para mujeres y para miembros de la comunidad LGTBIQ+. Somos muy conscientes de los riesgos a los que estás expuesta durante la noche. Tenemos los ojos muy abiertos y lanzamos avisos por el micro de que no se aceptan ciertos comportamientos”.

También huye de estereotipos tan extendidos como el culto al dj, “un tío que está ahí sin levantar la vista; cuando yo pincho con CHICA Gang, soy la primera que bailo. La vida es para pasárselo bien, no para ver quién es más que nadie. Los esnobs son unos aburridos. Me flipa compartir y sentirme parte de ese momento”. Se ha convertido en un referente de la noche para todo aquel que quiera divertirse de verdad. “Sobre todo, chicas y maricones”, dice entre risas. Y eso a pesar de que “en España se baila fatal. Los hombres heteros no mueven la cadera. Y las niñas ahí bailando… Hay que perder el miedo. Si te pongo Bad Bunny o Nicky Jam y no te mueves, ve al médico porque bien no estás”.

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