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Sismógrafo

La reducción drástica de la actividad humana y los efectos efecto global total de las medidas de distanciamiento social, el cierre de los servicios y la industria y la caída en picado del transporte provocada por el parón del turismo han traído consigo el período tranquilo más largo en cuanto a actividad sísmica se refiere desde que se tienen registros.

Un equipo de científicos del Imperial College así lo han constatado en un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Science. La investigación, dirigida por el Royal Observabory de Bélgica y otras cinco instituciones de todo el mundo, entre las que se incluye el Imperial College, demostró que la amortiguación de ese ‘ruido sísmico’ causado por los humanos fue más pronunciada en aquellas zonas más densamente pobladas, como Nueva York o Singapur, de lo que se infiere el peso que las acciones humanas tienen en la actividad sísmica del planeta.

Además, esa ‘relativa tranquilidad’ permitió a los investigadores percibir las señales sísmicas de baja intensidad que habían permanecido ocultas, contribuyendo con ello a discernir entre el ruido sísmico natural y el provocado por el hombre.

Un total de 185 (en rojo) de las 268 estaciones sísmicas percibieron una reducción del ruido sísmico.

Un total de 185 (en rojo) de las 268 estaciones sísmicas percibieron una reducción del ruido sísmico.


Foto: Imperial College

«Nuestro estudio destaca de manera única cuánto afectan las actividades humanas a la Tierra sólida, y podría permitirnos ver más claramente que nunca lo que diferencia el ruido humano y natural», detalla en un comunicado de prensa uno de los coautores del estudio: el doctor Stephen Hicks, del departamento de Ciencias e Ingeniería de la Tierra del Imperial College.

Pausa antropogénica

El ruido sísmico captado por los investigadores es causado por vibraciones originadas en el subsuelo como consecuencia de la actividad sísmica. Esos movimientos viajan de un lugar a otro a través de ondas provocadas por terremotos, volcanes o explosiones de magma, pero también debido al impacto de actividades humanas, como pueden ser las acciones extractivas, la industria pesada o los transportes.

Aunque este año los científicos no han constatado una reducción del número de temblores de tierra, sí que han detectado una caída importante del ruido sísmico causado por el hombre. Los mayores desplomes se produjeron en zonas urbanas, aunque la investigación también encontró pruebas de esa merma en sensores enterrados a cientos de metros bajo tierra, así como en zonas más remotas.

Todo ese ruido acumulado generado por actividades humanas normalmente se amortigua durante períodos tranquilos, com puede ser la Navidad, el año nuevo chino o los fines de semana, pero la caída de las vibraciones registrada en estos meses supera con creces el de esos breves recesos de actividad sísmica.

Los investigadores registraron la actividad sísmica de distintos puntos del planeta

Los investigadores registraron la actividad sísmica de distintos puntos del planeta


Foto: Imperial College

«Este es el primer estudio global del impacto de la ‘antropopausa’ provocada por el nuevo coronavirus en la tierra sólida bajo nuestros pies», sentencia el doctor Stephen Hicks.

Para recopilar la información, los investigadores observaron los datos sísmicos de una red global formada por 268 estaciones sísmicas en 117 países y encontraron reducciones significativas de ruido en comparación con antes de cualquier bloqueo en 185 de ellas.

Empezaron en China, donde se inició la pandemia, a finales de enero, y luego registraron la actividad sísmica de Europa y el resto del mundo, a medida que se iban tomando medidas para ralentizar la expansión de la COVID-19.

Los científicos constatan que con el aumento de la urbanización y el crecimiento de las poblaciones mundiales cada vez más personas vivirán en zonas geológicamente peligrosas, por lo que es más importante que nunca distinguir entre los ruidos de origen natural de aquellos provocados por la actividad humana. En los últimos decenios el ruido sísmico se ha incrementado gradualmente a medida que aumentaba la población y crecían las economías en desarrollo.

Los cambios drásticos en la vida diaria provocados por las restricciones decretadas para controlar la pandemia han brindado una oportunidad única para estudiar sus impactos ambientales, como la reducción de emisiones y la contaminación atmosférica. Ahora, el parón en la actividad humana nos han dado también la oportunidad de escuchar las vibraciones naturales de la Tierra sin las distorsiones que provocamos los humanos.

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