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Desde que el brote de la Covid-19 asoló a la humanidad, comprender cómo serán las próximas enfermedades infecciosas emergentes que nos afecten y cuándo ocurrirán ha pasado a ser uno de los objetivos esenciales para los científicos.

¿Veremos de nuevo otra pandemia semejante a la Covid-19?

Desafortunadamente los indicios al respecto son extremadamente preocupantes.

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Existe una red mundial de enfermedades infecciosas y epidemiología (GIDEON) que recoge datos de la gran mayoría de los países del mundo. Algunas de las entradas en el registro GIDEON son muy precisas a nivel numérico. Otras son registros descriptivos no tan completos a un nivel cuantitativo.

En todo caso a partir de 1980 el registro de las enfermedades epidémicas es muy preciso y resulta excelente para averiguar la tendencia que han seguido las enfermedades infecciosas durante las últimas 4 décadas. Con estos datos pueden establecerse previsiones de tendencias futuras.

Los brotes epidémicos no paran de crecer

Durante la década de los 80 del siglo pasado hubo casi 1.800 brotes epidémicos registrados en todo el mundo. Desde entonces no han parado de crecer.
– En los 90 hubo más de 3.100.
– Entre 2.000 y 2.010 se produjeron unos 5.600 brotes epidémicos.
– En los últimos 10 años alcanzamos unos 10.700.

Los datos indican un crecimiento preocupante de los brotes epidémicos. Pero lo peor de esta serie es la aceleración que se produce con el tiempo.

La década de los 90 tuvo aproximadamente 1.7 veces más epidemias que la de los 80. Entre el año 2.000 y el 2010 se produjeron 1,8 veces más epidemias que en los 90. Y entre 2.010 y 2.020 hubo 1,9 veces más epidemias que en la década anterior.

Si esta tendencia se mantiene, las epidemias que ocurrirán entre 2020 y 2030 duplicarán a las que hubo entre 2.010 y 2.020, con lo que cabe esperar unas 21.300 epidemias durante esta década.

Para la siguiente (2030-2040) esperaríamos un crecimiento de 2.1 veces con un total de unas 44.700 epidemias. Y entre 2040 y 2050 crecerían 2.2 veces y tendríamos cerca de 100.000 brotes epidémicos en todo el mundo.

Lo más preocupante es que este enorme aumento de enfermedades epidémicas infecciosas se ha producido casi exclusivamente como resultado del aumento de las enfermedades virales, seguidas de cerca por las enfermedades bacterianas.

Virus, bacterias, protozoos, hongos y parásitos son los principales agentes causales responsables de brotes epidémicos en humanos.

Por poner unos ejemplos que se reconozcan fácil:

• Virus que producen enfermedades como la Covid-19 serían el de la poliomielitis o el del sarampión.
• Las bacterias producen el cólera, la difteria o la sífilis.
• Los protozoos son responsables del paludismo, la leishmaniasis o la tripanosomiasis,
• Los hongos causan la tiña, la candidiasis o la aspergilosis.
• Los parásitos producen la triquinosis, la equinococosis o la cistecircosis.

Más brotes procedentes de animales que de humanos

Mientras en los últimos años se observa que se mantienen (y en algunos casos se reducen) los brotes de las enfermedades parasitarias y de las producidas por protozoos, las enfermedades producidas por hongos aumentan ligeramente, al tiempo que se disparan descontroladamente los brotes epidémicos producidos por bacterias y por virus.

Los brotes epidémicos por virus han aumentado en más de un 500% desde la década de los 80 y los producidos por bacterias lo han hecho en más de un 450%.

El problema reside en que entre 1980 y 2020 los brotes epidémicos emergentes de origen zoonótico han aumentado significativamente más que los brotes debidos a enfermedades infecciosas específicas de los seres humanos.

De hecho, estos brotes zoonóticos se han incrementado en un 475% durante el período comprendido entre 1985 y 2010.

Dicho de otra forma, la humanidad está siendo asolada por nuevas enfermedades infecciosas provocadas por virus que dan el salto desde los animales hasta los humanos (de los que la Covid-19 es un buen ejemplo, pero también lo son el SIDA, el Ébola, el Marburgo…, todas ellas enfermedades que empezaron a asolar a la humanidad en una fecha muy reciente).

El problema empeora debido a que estos nuevos brotes epidémicos emergentes se transmiten directamente de humano a humano (por ejemplo, la Covid-19) y no necesitan un vector (como sería, por ejemplo, el caso de la fiebre del Nilo occidental que la propaga un mosquito).

A día de hoy los brotes epidémicos transmitidos directamente de humano a humano son ya 7 veces más numerosos que los brotes epidémicos transmitidos por vectores.

Los datos son escalofriantes. La humanidad se está convirtiendo en el blanco de muchos virus que antes se dedicaban a infectar animales.

No es de extrañar. Estamos llevando a la extinción a buena parte de las poblaciones de mamíferos y aves del planeta provocando una crisis de biodiversidad sin precedentes. Invadimos y destruimos los hábitats de estos animales, provocando que entren en contacto estrecho con nosotros.

Sin quererlo nos hemos convertido en el mejor recurso para estos millones de organismos patógenos que ven desparecer las especies de animales que infectaron durante millones de años.

Estamos olvidando que los virus y las bacterias tienen una larguísima historia de más de 3.000 millones de años sobre la Tierra. Sus tiempos de generación son muy cortos y son capaces de evolucionar extraordinariamente rápido.

Y ahora solo les queda una oportunidad para sobrevivir: Aprovechar el ingente recurso que proporcionamos los 7.800 millones de seres humanos sobre la Tierra.

Queramos o no las nuevas epidemias de virus y bacterias serán un hecho cotidiano en nuestro futuro inmediato.

La Covid-19 nos ha demostrado lo que es una pandemia producida por un virus zoonótico. Pese a su baja letalidad, la mayoría de los países no han sido capaces de luchar adecuadamente contra el SARS-CoV-2.

Debemos aprender. Debemos prepararnos. Aunque la tentación de volver a la normalidad una vez termine la pandemia es muy fuerte, no nos queda otra que prepararnos para la guerra contra las nuevas pandemias que vendrán.

El futuro de nuestros hijos va en ello.

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