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Las islas oceánicas se cuentan entre las últimas regiones que fueron colonizadas por el hombre, por lo que son el laboratorio perfecto para el estudio del impacto del ser humano sobre la vegetación. Comparando los registros anteriores con los posteriores a la llegada del ser humano, la comunidad científica dispone de un importante banco de pruebas para cuantificar el impacto real de la huella humana sobre los ecosistemas prístinos. Ahora, un equipo internacional de científicos dirigido por el doctor Manuel Steinbauer, de la Universidad alemana de Bayreuth, y la doctora Sandra Nogué, de la Universidad de Southampton, ha investigado cómo ha evolucionado la flora de 27 islas de distintas regiones del mundo a lo largo de los últimos 5.000 años. Los investigadores han concluido que, en la gran mayoría de los casos, la llegada de los humanos ha acelerado el reemplazo de vegetación y los cambios ecosistemas anteriormente prístinos, una dinámica especialmente visible en los últimos 1.500 años.

Campos de pastos de Pico, la segunda isla más grande las Azores

Campos de pastos de Pico, la segunda isla más grande las Azores



© Manuel Steinbauer.

Ecosistemas aislados durante miles de años

Las 27 islas seleccionadas tenían dos particularidades: no habían estado nunca antes conectadas al continente y han sido colonizadas por el hombre a lo largo del período de estudio de 5.000 años.

«Esta particularidad nos permite rastrear cómo los sistemas naturales cambian como resultado de la llegada de los humanos. Esta transformación de un sistema natural a uno dominado por el hombre únicamente puede apreciarse en las islas, pues en los continentes el ser humano lleva ya mucho tiempo modificando los sistemas ecológicos, con lo que es muy difícil seguir el rastro de estos cambios», afirma Steinbauer.

Los restos de polen de hace hace miles de años quedan depositados en los sedimentos de los lagos y las ciénagas, con lo que su estudio permite a los científicos datar e identificar la vegetación que poblaban las correspondientes islas.

Recogida de muestras de sedimento en Tenerife

Recogida de muestras de sedimento en Tenerife



Foto: © José María Fernández Palacios.

Polen arqueológico

Para realizar la investigación el equipo científico comparó estos datos con los registros arqueológicos relacionados con la colonización de los archipiélagos. Su conclusión: en 24 de las 27 islas estudiadas la llegada de los humanos marcó un punto de inflexión en los cambios producidos en la vegetación insular, que en ese período soportó una tasa de reemplazo hasta once veces mayor a la que tenían antes de la colonización.

«A través de los registros fósiles pudimos cuantificar cómo cambió la composición de la vegetación de cada isla desde las muestras de polen más antiguas hasta las más recientes. Nuestros resultados indican que, por ejemplo, el mayor grado de rotación de la vegetación en las islas podría explicarse por la introducción de nuevas especies, las nuevas prácticas del uso de la tierra y la nueva tecnología desplegada por los colonos», nos explica la doctora Sandra Nogué a través de un correo electrónico.

Los investigadores constataron que los cambios producidos en los ecosistemas agrícolas aceleraron sobre todo en aquellas islas que fueron colonizadas en los últimos 1.500 años, como las Galápagos o la isla Robinson Crusoe, mientras que no fue tan pronunciado cuando las pruebas del primer asentamiento humano tuvo lugar hace más tiempo.

Vista de la Ponta do Pico volcano, en las Azores

Vista de la Ponta do Pico volcano, en las Azores



© Manuel Steinbauer

Los autores atribuyen esta diferencia a un aumento de los conocimientos técnicos de la agricultura y a los efectos asociados sobre la biodiversidad, sí como las consecuencias de la movilidad de las poblaciones humanas, lo que podría explicar la introducción de especies foráneas que compiten con la flora autóctona.

Los humanos transformamos el medio ambiente

«Los resultados del estudio ponen de manifiesto las amplias transformaciones que los humanos estamos provocando en los sistemas ecológicos. El cambio en la composición del polen en nuestro estudio refleja que los humanos han estado cultivando la tierra durante miles de años. Con el inicio de la era industrial, la transformación de los sistemas ecológicos inducida por el hombre se ha acelerado aún más a causa del cambio climático«, explica el doctor Steinbauer en una nota de prensa de la Universidad de Bayreuth.

«Las islas remotas oceánicas son ideales para cuantificar el impacto de los seres humanos, pues en la mayoría de los casos fueron colonizadas en los últimos 3.000 años. Ello nos permite separar los diferentes motores de cambio naturales y antropogénicos con mayor precisión y claridad que en el continente, algo muy importante a la hora de cuantificar los impactos humanos en los ecosistemas terrestres», señala Nogué.

El análisis de los registros históricos y su comparación con los cultivos actuales podrá ayudar a predecir cuáles podrían ser las consecuencias del uso extensivo de los recursos agrícolas, y, en definitiva, qué consecuencias tendrá la transformación radical de la flora para la salud de los ecosistemas.

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