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El 2022 ha sido el año -económicamente hablando- de la guerra de Ucrania, de la falta de suministros para determinados sectores, de la mayor escalada de precios desde los años 80 y también el primero de la nueva reforma laboral, cuyos efectos han dejado clara impronta en las estadísticas. Las cotas de temporalidad se han reducido a mínimos históricos en el sector privado; si bien siguen siendo unas de las más altas de toda Europa.

El principal objetivo de la norma pactada entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos era reducir las altas cotas de eventualidad que históricamente han caracterizado al mercado de trabajo español. Hasta el punto de constituir una anomalía dentro del marco de relaciones laborales europeas, con tasas que duplicaban o triplicaban la de estados vecinos con economías similares. Y, tras un año en vigor, la norma ha conseguido plasmar en la estadística unos descensos récord, que se explican eminentemente por un aumento del trabajo estable y a tiempo completo.

1. Temporalidad: mínimos históricos, máximos de la UE

España vive desde hace décadas en una galaxia lejana en cuanto a estabilidad en el empleo. Año tras año los datos de Eurostat muestran que las tasas de eventualidad en el mercado laboral español son sustancialmente superiores a la del resto de estados de la Unión. En 2021 el porcentaje de trabajadores temporales era del 21%, frente a una media del 11% en Europa. Una elevada rotación que dibujaba una dualidad en el mercado laboral español, con unos trabajadores fijos con buenas condiciones y protegidos, frente a otros temporales, vulnerables y con bajos sueldos.

Los límites a la contratación temporal y la eliminación del contrato de obra y servicio -el principal foco de contratación a la carta y sin fecha concreta de extinción- han logrado rebajar esos altos porcentajes, si bien siguen siendo superiores a la media europea. Según los últimos datos de la EPA, la eventualidad en el sector privado ha bajado hasta el 14,8%. Un porcentaje que acerca a los españoles a estándares portugueses (14,3%), aunque todavía lejos de los franceses (11,9%) o alemanes (9,2%).

2. Fijos discontinuos: Incidencia mínima

Una de las polémicas que han surgido sobre la interpretación de los efectos de la reforma laboral ha sido la vinculada a los fijos discontinuos. Estos trabajadores tienen consideración de indefinidos, en tanto que si bien no están operativos todo el año, la empresa tiene obligación de volver a llamarlos cada cierto tiempo o despedirlos, con una indemnización. Los detractores de la reforma alegan que la bajada de la eventualidad se explica principalmente por la proliferación de esta figura, con peores condiciones que las de un fijo a tiempo completo.

Los datos de la EPA demuestran que la proliferación de los fijos discontinuos tan solo explica una parte pequeña de ese aumento de la estabilidad, en tanto que actualmente el 95% de los trabajadores con contrato indefinido son fijos ‘clásicos’. En el último año se han creado 1,3 millones de empleos indefinidos y permanentes a lo largo del año.

Los estadísticos advierten de que la EPA no registra tan fidedignamente el peso global de los fijos discontinuos, si bien la inercia que muestran los datos es similar a la de la afiliación a la Seguridad Social, que retrata mejor la evolución inmediata de este tipo de contrato.

3. Jornada: Más indefinidos a tiempo completo

Una de las preocupaciones de los doctos en lo laboral era que las empresas sustituyeran el contrato temporal por uno indefinido, pero a tiempo parcial, con el fin de mantener una cierta flexibilidad interna. No está ocurriendo así, según los datos de la EPA. Por el momento, el aumento de la ocupación es principalmente a tiempo completo, en tanto que el porcentaje de trabajadores con un contrato a tiempo parcial es inferior al del año pasado. Concretamente el 14,4% de los asalariados tiene un contrato a tiempo parcial, frente al 14,5% del 2021 o el 15,9% de antes del covid.

4. Jóvenes: Los principales beneficiados

Un contrato temporal es un lastre vital que afecta a trámites como el alquiler o la compra de una vivienda. La incógnita de cuánto durará la relación laboral provoca que, en muchos casos, las entidades bancarias denieguen préstamos o los caseros descarten a determinados arrendatarios; entre otros.

Algo que históricamente ha supuesto un lastre para la emancipación de los jóvenes. Estos están siendo los principales beneficiados de ese descenso de la temporalidad que ha traído la reforma laboral. Si antes de la norma más de la mitad (52,5%) de los menores de 30 años tenían un contrato eventual, tras un año de la misma dicho porcentaje ha bajado al 34,9%.

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A nivel de género, Las nuevas reglas de contratación han tenido un efecto muy similar entre hombres mujeres, si bien la eventualidad entre las segundas sigue siendo dos puntos superior (15,9%) que entre los hombres (13,9%).

5. Fuerte caída de la eventualidad en Cataluña

La caída de la temporalidad en el sector privado ha sido transversal en todos los territorios. Cataluña ha sido uno de los territorios beneficiados, pasando la tasa de eventuales del 18,8% de finales del 2021 al 12,5% del 2022. La otra gran locomotora de la economía española, Madrid, también ha registrado un fuerte descenso, pasando del 17,7% al 11,3%.

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