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Olesa de Bonesvalls es junto con el Pont de Suert el municipio de Cataluña donde la Iglesia ha inmatriculado más propiedades, cientos de hectáreas de campo y bosque

En Olesa de Bonesvalls hay dos grandes propietarios, la familia Parellada Torrents y la Iglesia. “Los Parellada y los Torrents se juntaron y suman muchas fincas. Lo de la Iglesia, pues es cosa del hospital y de los siglos”, dice Joan Massana, constructor jubilado, vecino de Olesa, más conocido en el pueblo por ser de Cal Tano. “El hospital” es el Hospital de Cervelló, centro de piedad y de acogida de viajeros entre Tarragona y Barcelona, construido en 1263 y hoy bajo los auspicios del Obispado de Sant Feliu de Llobregat. Olesa de Bonesvalls (Barcelona) es junto al Pont de Suert (Lleida) el municipio de Cataluña donde la Iglesia ha inmatriculado más propiedades, según los datos que hizo públicos en julio la Generalitat.

Carlos Vico, concejal de Urbanismo de Olesa de Bonesvalls, afirma que no hay constancia de litigio alguno en el municipio vinculado a las las fincas inmatriculadas. Estos terrenos ocupan “cientos de hectáreas, la mayoría de bosque y de matojo improductivo, además de alguna hectárea de viña”, según resume una portavoz del Obispado de Sant Feliu. Los responsables de patrimonio del Obispado detallan que las tierras proceden en gran medida de herencias a su favor por parte de “muchos miembros de la familia Cervelló”, el linaje que levantó el Hospital.

Olesa de Bonesvalls es un pequeño municipio de 1.800 habitantes entre el Parque Natural del Garraf y las montañas del Ordal. Es un paisaje bello, de frondosos bosques de pino y encina, moteado por pequeñas parcelas de viña. De las tierras de la Iglesia no se obtiene hoy ningún rendimiento, confirman Massana y sus compañeros de tertulia en la terraza del bar Cal Nen, en el barrio del Hospital. Al caer el sol, sobre la riera del Ordal, con unos vinos y tapas, el grupo de amigos estima que la Iglesia puede ser la propietaria de una cuarta parta de la extensión del municipio, es decir, unas 600 hectáreas. Ni el Obispado ni el Ayuntamiento han podido precisar la cifra alegando que el personal encargado está de vacaciones.

Dos terratenientes

La villa se mantiene aislada, pese a la proximidad de un gran municipio como Vilafranca del Penedès, debido a una complicada carretera de acceso, estrecha y llena de curvas. Además del Hospital, el otro gran referente de Olesa es la fábrica de caramelos Fleer, fundada por la familia Torrents. Lourdes Bañolas y su marido Joan Arenas, restauradores de antigüedades en el barrio del Hospital, admiten haber descubierto la cuestión de las inmatriculaciones por la prensa. “Lo único que sabemos es que aquí ha habido dos grandes terratenientes, los de la Fleer y la Iglesia”. Dicen que el único encontronazo del municipio con la Iglesia fue hace 12 años, cuando insistió al Ayuntamiento de Olesa para solicitar que unos terrenos suyos situados en la sierra dels Punyalets pudieran ser explotados como cantera. “Hubo oposición al proyecto porque cerca del pueblo ya tenemos dos canteras, y al final fue rechazado”, explica Bañolas.

Cal Nen se encuentra en una plaza donde antes se trillaba el trigo. Lo que ahora es monte, antes fueron terrazas de viñas y, en menor medida, cultivos de cereales. Los campos del Arzobispado de Barcelona —titular de las fincas inmatriculadas hasta la creación en 2004 del Obispado de Sant Feliu— eran explotados en arrendamiento por agricultores locales. Massana todavía recuerda a la generación de su abuelo, a la que las instancias eclesiásticas les permitía recoger una cantidad limitada de madera de sus encinas para hacer carbón. Las viñas que rodean el Hospital están asilvestradas porque nadie las labra, comenta Anna, una vecina del noble edificio. La portavoz del Obispado de Sant Feliu informa que están trabajando con las administraciones públicas para elaborar un plan de limpieza de sus bosques, para reducir el riesgo de incendios y para “hacer visitables como oferta turística las diferentes simas y cuevas del municipio”. También está previsto que el Hospital, actualmente en un precario estado de conservación, sea rehabilitado “para hacerlo visitable y rentable”. La posibilidad de convertir a Olesa de Bonesvalls en un reclamo turístico genera escepticismo en la tertulia de Cal Nen. “Lo que necesitamos es una carretera con más curvas”, bromea Massana, celebrando la tranquilidad de su pueblo.

ACTIVOS DE LA IGLESIA SOLO CON LA FIRMA DE UN OBISPO

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