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La adquisición del bipedismo se considera un paso decisivo en la evolución humana. Sin embargo, no ha habido consenso sobre cuándo y cómo apareció, sobre todo por la escasez de restos fósiles que puedan documentarlo.

 

Con 7 millones de años de antigüedad, al Sahelanthropus tchadensis se le considera la especie más antigua de entre todas las que pueden calificarse de “humanas”, aunque sin duda era muy diferente al ser humano anatómicamente moderno. El descubrimiento del Sahelanthropus tchadensis se hizo a partir de restos fósiles de varios individuos en el yacimiento paleontológico de Toros-Menalla en el desierto de Djurab (Chad). Entre esos restos fósiles, destacaba un cráneo muy bien conservado. Este cráneo, y en particular el modo en que tenía que encajar con la columna vertebral, ya sugirieron que el individuo podía andar a dos patas.

 

Además del cráneo y de los fragmentos de mandíbulas y dientes que ya fueron analizados en investigaciones previas, el yacimiento acogía dos cúbitos (huesos del antebrazo) y un fémur (hueso del muslo). Estos huesos también se atribuyeron al Sahelanthropus porque no se encontró ningún otro primate de gran tamaño en el yacimiento; sin embargo, es imposible saber si pertenecen al mismo individuo al que pertenecía el cráneo.

 

El equipo de Guillaume Daver, de la Universidad de Poitiers en Francia, ha llevado a cabo un estudio sobre estos otros huesos.

 

El fémur y los cúbitos fueron sometidos a una extensa batería de mediciones y análisis, tanto de su morfología externa como de sus estructuras internas. Estos datos se compararon con los de un catálogo relativamente amplio de rasgos anatómicos de simios y de miembros del grupo humano, confeccionado a partir de ejemplares vivos y de fósiles de especies extintas.

 

Los resultados del estudio indican que la locomoción del Sahelanthropus solía ser bípeda sobre tierra, mientras que en los árboles se desplazaba de dos maneras: una bípeda y otra cuadrúpeda.

 

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Representación de los modos de locomoción del Sahelanthropus. En tierra, seguramente andaba a dos patas la mayor parte del tiempo. Sobre los árboles, a veces se desplazaba sobre dos y en otras ocasiones sobre cuatro. (Imagen: © Sabine Riffaut, Guillaume Daver, Franck Guy / PALEVOPRIM / CNRS / Université de Poitiers)

 

En definitiva, esta investigación refuerza la idea de que el bipedismo apareció en la historia evolutiva del linaje humano en una época muy temprana, en la que todavía se conservaba una buena capacidad de desplazarse sobre cuatro extremidades en los árboles.

 

El nuevo estudio se titula “Postcranial evidence of late Miocene hominin bipedalism in Chad“. Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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