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Retrato al óleo de Emilia Pardo Bazán, realizado por Gustav Wetheimer en 1887. Real Academia Galega- Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, La Coruña
Retrato al óleo de Emilia Pardo Bazán, realizado por Gustav Wetheimer en 1887. Real Academia Galega- Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, La Coruña

“Apasionada y, al mismo tiempo, radicalmente antisentimental. Católica militante, carlista en su juventud y feminista radical a lo largo de toda su vida. Gallega, nacionalista española y cosmopolita convencida. Crítica con el liberalismo y profundamente liberal en el sentido amplio de la palabra. Tradicionalista y fascinada por el progreso y la ciencia; humanista, solidaria y elitista”. Este certero resumen de la ambivalente personalidad de Emilia Pardo Bazán nos da la bienvenida a la exposición que la Biblioteca Nacional dedica a la insigne escritora en el centenario de su muerte. Una muestra, titulada Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad, que pretende ensamblar ese rompecabezas que fue la autora de Los pazos de Ulloa, alguien que nunca se plegó a las expectativas sociales, políticas, ni de género y que contribuyó, junto a Galdós y Clarín, a renovar la literatura española de su época.

Organizada por la BNE en colaboración con Acción Cultural Española (AC/E), la Xunta de Galicia y la Comunidad de Madrid, la exposición puede verse en la Biblioteca Nacional, en Madrid, del 9 de junio al 26 de septiembre, y posteriormente viajará a La Coruña del 22 de octubre al 18 de diciembre. Reúne más de 200 piezas, entre libros, manuscritos, fotografías, óleos, dibujos, muebles y otros objetos. Está comisariada por Isabel Burdiel, experta en la vida y la obra de Pardo Bazán y autora de un artículo en El Cultural en el que hace unos días ya avanzaba algunas de las ideas clave en las que se sustenta la muestra.

La exposición aborda la figura de Pardo Bazán “sin escamotear nada y sin intentar plantear un personaje políticamente correcto en un sentido o en otro, mostrando sus ambivalencias, sin beatificarla”, asegura Burdiel. Se expone también, añade la comisaria, “de qué manera amplió sustancialmente el ámbito de lo decible, de lo escuchable, de lo novelable, y también de lo vivible”.

Para Pardo Bazán “todo está en lo moderno”, como escribió en La cuestión palpitante. “Fue un libro muy polémico que resume muy bien su programa intelectual y personal”, señala Burdiel. Para la autora gallega, “el siglo XIX era, con sus zozobras, misterios y sorpresas, algo que había que intentar resolver y entender”. Para la comisaria y biógrafa, se trata además del siglo “más interesante de la historia”.

La amplitud de miras de la escritora y aristócrata, esa condición poliédrica e incluso contradictoria convierte a Pardo Bazán en “alguien que ninguna cultura política se puede apropiar del todo y ese es precisamente el interés de su carácter transversal”. Pardo Bazán fue “controvertidamente moderna”, continúa la comisaria porque se dio cuenta de “la ambivalencia de la modernidad, que no es un camino lineal que todo el mundo reconoce sino que está lleno de encrucijadas, cruces perdidos y planteamientos contradictorios”.

La exposición se divide en cinco secciones. La primera de ellas, ‘La construcción de Emilia Pardo Bazán (1851- c.1884)’, narra su infancia y primera juventud y muestra su contexto familiar. Era hija de José María Pardo Bazán y Mosquera —primer conde de Pardo Bazán y diputado en las Cortes— y María de la Rúa-Figueroa y Somoza, pertenecientes a la aristocracia gallega liberal progresista. Desde el principio apoyaron a su única hija en su deseo de ser escritora, lo cual no era nada habitual en la época. Para ellos fue un importante motivo de inquietud el hecho de que su hija, siendo muy joven, abrazara la causa del carlismo, contraria a su ideología.

En esta sección se muestran la partida de nacimiento de Emilia Pardo bazán, fotografías y retratos al óleo de sus padres y de ella misma cuando era pequeña, así como algunos de sus primeros manuscritos. Sin embargo, la primera muestra de su singular talento no es un texto, sino una serie de dibujos realizados cuando era niña.

Dibujos realizados por Pardo Bazán cuando era niña
Dibujos realizados por Pardo Bazán cuando era niña

Pardo Bazán se casó muy joven, con tan solo 16 años, con José Quiroga, hijo también de hidalgos, que tenía 19. Ocho años después tuvieron a su primer hijo, Jaime. Después tuvieron dos hijas más, Blanca y Carmen, y el matrimonio se separó hacia 1883.

Además de las piezas, destacan a lo largo de la exposición citas escogidas de la autora, impresas en las paredes. En esta primera sección se reproduce su invitación a empuñar la pluma a todas las personas que se sientan atraídas a ello, contenida en una carta dirigida a Francisco Giner de los Ríos el 19 de septiembre de 1879, tres días después de cumplir 28 años: “Creo, y esta es mi profesión de fe, que el que tiene disposiciones para escribir debe hacerlo, empezando por poco para ir a más; errando algunas veces para acertar otras […] sin aspirar a la suma perfección y sin creerse superior a los demás […] y sin aguardar para todo ello a formarse un criterio muy exacto, filosófico, estético, etc, que ¡ay no logrará acaso poseer nunca!”.

La segunda sección, ‘La consagración y sus fantasmas (1880- c.1890)’, recorre las obras y las polémicas que le otorgaron la fama. En esta época publicó la novela La tribuna y la colección de ensayos La cuestión palpitante, con las que se convirtió en la introductora en España del naturalismo de Émile Zola. También en esta etapa publicó Los Pazos de Ulloa y La Madre Naturaleza, las novelas que la consagraron definitivamente como escritora.

Vista de la exposición
Vista de la exposición

Feminismo y celebridad

En las últimas décadas del siglo XIX estaba surgiendo la nueva ‘cultura de la celebridad’, y los escritores ya no solo eran objeto de interés del público solo por sus obras, sino también por su vida privada. Pardo Bazán fue una mujer adelantada a su época también en este sentido y no solo no rehuyó la celebridad, sino que la buscó y participó en numerosas polémicas con sus mordaces opiniones y su carácter libre, algo poco habitual para las mujeres de su tiempo. El machismo de la época hizo que su papel como figura pública fuera polémico. La exposición no olvida la controversia que provocó su voluntad de ingresar en la Real Academia Española, meta que le fue vetada y por la que la institución acaba de disculparse más de cien años después. La mayoría de académicos de la época se opuso, entre ellos Juan Valera y Leopoldo Alas ‘Clarín’, que sin embargo se consideraba su amigo había elogiado como crítico literario su obra. “¿Para qué quiere doña Emilia ser académica? […] ¿Cómo quiere que sus verdaderos amigos le alabemos esa manía? ¡Ser académica! ¿Para qué? Es como si se empeñara en ser guardia civila, o de la policía secreta”, escribió Clarín en Madrid Cómico en 1890.

Pardo Bazán no solo fue feminista de hecho, también de pensamiento, algo que dejó plasmado en artículos, conferencias y novelas como Insolación o Memorias de un solterón. “Aspiro, señores, a que reconozcáis que la mujer tiene destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma, no relativos y dependientes de la entidad moral de la familia que en su día podrá constituir o no constituir; que su felicidad y dignidad personal tienen que ser el fin esencial de su cultura, y que por consecuencia de ese modo de ser la mujer está investida del mismo derechoa a la educación que el hombre”, expresó la autora en un congreso pedagógico celebrado en 1892. 

Al igual que introdujo el naturalismo literario en España, fue también una de las introductoras del “alto pensamiento feminista europeo”, explica Burdiel, y ese mismo año tradujo el español una obra clave como La esclavitud femenina, de John Stuart Mill y Harriet Taylor, que prologó y publicó en la colección «Biblioteca de la Mujer» que ella misma dirigía.

Vista de la exposición
Vista de la exposición

En una de las secciones de la exposición, presidida por una columna realizada con cuerdas trenzadas que representan las redes que mantuvo con otras personalidades de su época (idea de la diseñadora de la exposición, Mónica Boromello) se muestran las intelectuales y escritoras que influyeron en Pardo Bazán, de Mary Wollstoncraft a María Lejárraga, pasando por George Elliot, Concepción Arenal, Carmen de Burgos, Sofía Casanova, la mencionada Harriet Taylor y Madame de Stäel.

En esa misma sala aparecen los escritores con los que tuvo relación literaria, como Giner de los Ríos, Clarín —que acabó convirtiéndose en su “enemigo especial”— o los hermanos Goncourt. Algunas de sus amistades literarias derivaron en relaciones amorosas, como las que mantuvo con José Lázaro Galdiano o, sobre todo, con Benito Pérez Galdós, la más conocida. “Hemos querido plantearlo muy sobriamente, con dos citas y dos retratos. No hemos querido entrar en el espectáculo morboso sobre esa relación”, aclara la comisaria.

Las joyas de la exposición

Sileno: "La inevitable en París". Caricatura aparecida an 'Gedeón', Madrid, 29 de agosto de 1900
Sileno: «La inevitable en París». Caricatura aparecida an ‘Gedeón’, Madrid, 29 de agosto de 1900

Para la comisaria, las joyas de la exposición son los documentos inéditos, como el manuscrito de Selva, su última novela, que quedó inconclusa y que era una novela policiaca al estilo de Conan Doyle —y que acaba de ver la luz de la mano de la editorial Ézaro—; así como la carta de su confesor, en la que la exhortaba a cambiar de vida. También menciona las numerosas caricaturas de Pardo Bazán publicadas en la prensa de la época, rescatadas en librerías de viejo. “Hemos querido que el humor de ella y sobre ella estuviera presente porque forma parte de su celebridad controvertida”, explica Burdiel. En dos caricaturas de la época se la apoda «la inevitable», sobrenombre que le había puesto José Zorrilla porque en aquella época en la que los escritores empezaban a competir por la celebridad, Pardo Bazán captaba la atención de los presentes en cualquier evento por su condición de mujer, su figura y su carisma.

También destacan una escultura de una Inmaculada Concepción del siglo XVII realizada por María Luisa Roldán, “La Roldana”, propiedad de la escritora; un retrato de su madre pintado por Joaquín Sorolla; fragmentos de una entrevista realizada para la ocasión a Gonzalo Suárez, que dirigió la serie de televisión Los pazos de Ulloa; así como el único vídeo que se conserva de Pardo Bazán, exhibido por primera vez y rodado por Eduardo Zamacois en el que aparece sentándose en un banco y leyendo, ya “muy vulnerable y viejecita, pero aún coqueta”, opina Burdiel.

Entre las piezas de la exposición figuran también varios retratos realizados por Joaquín Vaamonde, un pintor gallego que ella amadrinó y que acogió y cuidó hasta su muerte en el pazo de Meirás cuando este enfermó de tuberculosis siendo aún muy joven; así como un gran tapiz de finales del siglo XVI que tuvo colgado en su casa y que representa la danza de la muerte “con un tono jocoso y un tanto barroco”, un tema que interesó a la escritora “en su época decadentista y modernista”, señala Burdiel.

Con respecto a la polémica intención de la familia Franco de donar parte de la biblioteca de Pardo Bazán a la RAE, Burdiel dice ser partidaria “de la unidad de archivo” y que todos los libros deberían estar en un mismo lugar, sin querer entrar en “cuestiones de orden político”. Por su parte, el conselleiro de Cultura de la Xunta de Galicia, Román Rodríguez, que también ha participado en la presentación de la exposición, ha sido más explícito y en declaraciones a El Cultural ha afirmado que “es obvio que el sitio natural de la biblioteca de Pardo Bazán son las torres de Meirás”, que la oferta de la familia Franco “es una estrategia para generar distorsión o debate sobre este tema” y que para la RAE “sería una trampa” aceptar la donación.

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