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‘Cupido y Psique’

En 1734 un incendio en el Real Alcázar supuso la pérdida de más de 500 obras entre las que se encontraban pinturas de Tiziano, Veronés, Rubens y Velázquez. Del maestro español en concreto desaparecieron tres de las cuatro escenas de Las metamorfosis de Ovidio. Solo sobrevivió Mercurio y Argos, cuadro que se puede ver en el Museo del Prado. Sin embargo, los Inventarios Reales de finales del siglo XVII nos informan de que las representaciones que había hecho el maestro sevillano están protagonizadas por Venus y Adonis, Apolo y Marsias y Psique y Cupido. Ahora, el artista Simon Edmondson (Londres, 1955) se ha metido en la piel de Velázquez y ha creado esas tres posibles escenas. La Galería Álvaro Alcázar reúne en Mitos 12 obras que reflejan su trabajo desde el carboncillo preparatorio hasta el óleo final.

“Todo empezó haciendo un estudio profundo de Las meninas. Leí muchos libros y empecé a saber mucho más sobre Velázquez”, cuenta el artista. Fue así como llegó a la historia sobre esta serie que colgó en el Salón de los Espejos. “Estudiando el inventario de 1686 encontré los otros cuadros. Sabemos que Velázquez era una persona muy leída y que había leído Las metamorfosis de Ovidio y también las de Apuleyo así que fui a la Biblioteca Nacional, donde hay una edición con grabados. Allí pude ver de dónde vienen algunas de sus inspiraciones y me ha ayudado a escoger lo que a Velázquez le hubiera atraído de cada escena”, explica Edmondson. Esta investigación también le ha permitido conocer el tamaño de las piezas y su ubicación dentro del célebre salón.

‘Apolo y Marsias’

Así que el pintor británico se puso los zapatos de nuestro artista, se aventuró a pintar lo que podría haber representado en aquellas obras y conociendo la disposición de los cuadros, en forma de friso mitológico, nos traslada a esa atmósfera palaciega del reinado de Felipe IV. El primer paso fue analizar a fondo Mercurio y Argos, escena en la que “hay suspense y premeditación”. Para sus versiones ha seguido el mismo tratamiento de ambiente, luz y técnica. En esta obra Mercurio se acerca hacia un pastor que se encuentra dormido. Se trata de Argos, del que la leyenda dice que tenía 100 ojos pues le habían designado la vigilancia de Io, ninfa que Juno había convertido en vaca para que Júpiter, su esposo, dejara de acosarla. Pero este sabía lo ocurrido y encomienda a Mercurio la tarea de matar a Argos y llevarse el animal. El momento preciso que vemos en la obra de Velázquez es cuando “Mercurio extiende su brazo para coger la espada para acabar con él”.

Variaciones de tres escenas

Intentando conocer las motivaciones del genio del Siglo de Oro, Edmonson escoge un momento concreto de cada una de estas intentando “mantener la atmósfera” de Mercurio y Argos. Para Psique y Cupido ha optado por “el momento en el que Psique ha abierto la caja de Pandora  y de ella sale un sueño y se queda dormido, casi muerto. Cuando Cupido la ve se enamora de ella”. Edmondson sitúa dicha caja escondida en un rincón de la pintura para que el espectador pueda reconocer la historia.

‘Venus y Adonis’

Para las tres escenas ha empleado el formato de parejas en paisajes. La historia de Apolo y Marsias cuenta cómo este segundo se convierte en el mejor flautista y asegura que su música es mejor que la que sale de la lira de Apolo. “Se trata de cómo un mortal puede ser tan atrevido”, asegura Edmondson. Apolo le reta en un concurso musical en el que el premio permite al vencedor hacer lo que quiera con el perdedor. Las musas otorgan la victoria al dios y este decide matar y desollar a Marsias. El pintor, “en lugar de representar a Marsias gritando de dolor», en su versión «está esperando su castigo mientras Apolo afila su cuchillo. No se trata del momento del castigo, si no del preámbulo”, comenta. 

La última escena es la protagonizada por Venus y Adonis, que ha resultado herido. Venus está enamorada de él y “baja del cielo, intenta animarle y empieza a quitarse la ropa pero esto no es muy velazqueño”, asegura Edmondson. En su obra Venus observa cómo Adonis muere. “Me imagino las cuatro pinturas, cada una con su pareja pintada a la misma escala, formando una especie de friso a la altura de los ojos por encima de las famosas mesas con leones por toda la pared sur del gran salón de estado”, comenta el artista en un escrito difundido por la galería. En alguna ocasión se ha creído que fue el propio Velázquez quien decidió dónde colgar los cuadros en la sala, y “que podrían estar interrelacionados entre sí”. Para Edmondson el gran reto ha sido adivinar las posturas que le hubieran gustado a Velázquez e intentar que encajara con el original. “La composición -concluye el artista- también ha sido un reto pues es difícil conseguir algo que esté a su nivel”. 

@scamarzana



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