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Alexei Savvin, vecino de la región siberiana de Yakutia, en Rusia, se topó con un hallazgo extraordinario mientras caminaba cerca del río Tirekhtyaj: un cadáver de rinoceronte lanudo perfectamente conservado, con los dientes y los órganos internos prácticamente intactos. El animal todavía mantenía su grueso pelaje, e incluso encontraron uno de sus cuernos. Después de analizar los restos los investigadores concluyeron que aquella criatura debió de merodear aquellos parajes hace entre unos 20.000 y 50.000 años, por lo que, a la espera de confirmar su datación definitiva, podría ser uno de los rinocerontes más antiguos jamás encontrados.

Según informó Valery Plotnikov, paleontólogo de la Academia de Ciencias de Rusia, al diario Siberian Times, el espécimen contaba con entre 3 y 4 años de edad y se encontraba alejado de su madre cuando perdió la vida, probablemente por ahogamiento. «Este tenía un pelaje grueso pero corto, lo que indica que pudo fallecer durante el verano».

El hallazgo fue un golpe de suerte, pues “estos especímenes suelen descomponerse con bastante rapidez”, según explicó el experto a una televisión local. Los científicos siberianos que encontraron el cadáver planean llevarlo a un laboratorio para practicar una datación por radiocarbono, lo que les permitirá conocer tanto la edad exacta como el sexo del espécimen.

Grandes herbívoros del Pleistoceno

Los rinocerontes lanudos se distribuyeron por el continente europeo y en el norte de Asia desde el Pleistoceno (que se inició hace unos 2,5 millones de años), hasta hace aproximadamente unos 14.000 años, durante el final de la última glaciación. Estas criaturas contaban con dos cuernos, uno pequeño situado entre los ojos y otro más grande que sobresalía hacia arriba, que usaban para defenderse o para atraer a la pareja en época de celo, además de para apartar a la nieve durante el invierno con el fin de acceder mejor a los pastos ocultos.

Un ejemplar adulto de este especie se calcula que pesaba entre 2.700 y los 3.100 kilos y medía entre 3 y 4 metros de longitud y hasta 2 metros de altura, un tamaño corporal algo mayor que el actual rinoceronte blanco. Sin embargo, una de sus características más relevantes es su grueso pelaje, de la qu, hasta que se descubrieron los primeros ejemplares enterrados bajo el hielo, solo se tenía constancia gracias a las pinturas rupestres como las de las cuevas de Chauvet, en Francia.

Megafauna extinta

Aunque estas grandes criaturas pastaron el continente europeo durante miles de años, se extinguieron repentinamente a finales de la última glaciación, igual que lo hicieron muchas de otras especies de megafauna del Pleistoceno. Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta la causa de su extinción, los científicos especulan que su desaparición pudiese estar relacionada con el aumento de las temperaturas o que hubieran sido víctimas de una superenfermedad.

Sea cual fuere las causas de su extinción, lo que está claro es que el aumento de la temperatura sí que está relacionado con su descubrimiento. El deshielo del permafrost provocado por el cambio climático está sacando a la luz ejemplares de estas criaturas antediluvianas atrapadas durante miles de años en el hielo. En la misma región siberiana de Yakutia, también llamada Sajá, un equipo de científicos encontró en 2014 el cadáver de otro ejemplar de rinoceronte lanudo datado de hace unos 34.000 años, según informa el rotativo Siberian Times: los científicos concluyeron que se trataba de una cría que murió a los siete meses de edad.

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En 2019 encontraron en la misma región los restos de una cabeza de un lobo de unos 40.000 años de antigüedad que conservaba parte del pelo, los dientes y hasta tejido cerebral, mientras que en septiembre de 2020 un equipo de investigadores siberianos anunciaron que habían dado con un cadáver de oso de las cavernas de entre 22.000 y 39.500 años de antigüedad perfectamente conservado, con la nariz, los dientes y parte de los órganos internos todavía intactos, un hallazgo único en el mundo. El deshielo del permafrost a causa del aumento de las temperaturas a bien seguro seguirá relevando nuevos secretos ocultos durante milenios bajo el suelo de la estepa siberiana.



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