[ad_1]

En la famosa frase de introducción al Manifiesto comunista, una vez mencionados, a Karl Marx se le olvidaron los esclavos, que representaron siempre la forma extrema de explotación del hombre por el hombre y en reiteradas ocasiones fueron los protagonistas de heroicas insurrecciones contra ella, de Espartaco a Haití 1790. El desarrollo de la historiografía comparada ha ensanchado recientemente ese paisaje, mostrando el papel hasta ahora olvidado de la esclavitud en sociedades a las que ese problema parecía ajeno, cuando desempeñó un papel crucial. La amplia panorámica trazada por Peter Frankopan en Las rutas de la seda nos presenta periodos y lugares donde la esclavitud desempeña ese protagonismo olvidado: por ejemplo, el capítulo sobre “la ruta de los esclavos”, donde analiza cómo la esclavitud era “parte vital de la sociedad vikinga”. La trata de esclavos pudo servir también como coartada para el más brutal colonialismo, ejercido supuestamente contra ella por designio de Leopoldo II en el Congo, que esclavizó a sus supuestos protegidos en el marco de un verdadero genocidio.

El libro de Alejandro de la Fuente y Ariela J. Cross Ser libre, ser negro —traducción española de Becoming Free, Becoming Black— se sitúa en esa perspectiva de análisis comparado de la esclavitud, aquí en el marco de la construcción de los imperios coloniales europeos. Alejandro de la Fuente, historiador hoy docente en universidades de Estados Unidos, tuvo la fortuna de formar parte del círculo de jóvenes discípulos que antes de su tardía salida de Cuba pudo promover y encauzar Manuel Moreno Fraginals, cuyo centenario acabamos de conmemorar. El joven economista, colaborador del Che Guevara, fue quien rompió los moldes tradicionales de la historia de la esclavitud en Cuba con su libro El ingenio al convertir el estudio del centro de producción azucarera esclavista en núcleo en torno al cual se articulan los distintos componentes de la economía en la isla y de una atípica dependencia colonial.

Moreno Fraginals ya abordó la interrelación existente entre Cuba y Luisiana, fijándose en la competencia existente entre la comercialización de sus producciones azucareras. Ampliando el enfoque comparativo, De la Fuente y Cross lo aplican a un corpus de mayores dimensiones y más complejo, con la atención centrada en el funcionamiento de las economías de plantación en Cuba, Luisiana y Virginia. Sin olvidar la reacción del poder blanco cuando constata la intensidad del avance social de quienes pretenden acceder a la libertad y finalmente a la ciudadanía.

No siempre lo más moderno (Virginia) ofreció más posibilidades que las suscitadas desde una concepción tradicional jurídicamente elaborada (Cuba). La variable cuantitativa interviene asimismo a la hora de explicar procesos de apariencia contradictoria, en una investigación que conjuga el seguimiento de los grandes cambios en el tiempo con su ilustración pormenorizada a través de casos personales significativos, fruto de la minuciosa consulta de archivos de tribunales locales en las tres grandes áreas objeto de estudio.

Estamos ante un libro ejemplar, cuya metodología puede proyectarse sobre el estudio del racismo y de la discriminación en la era posesclavista, donde por cauces diversos no han dejado de existir hasta hoy. En el caso cubano, a pesar del esfuerzo por configurar un orden social igualitario después de la revolución, y en el sur de EE UU, a pesar de los avances logrados a partir de los movimientos de derechos civiles hace medio siglo. El poder blanco resiste.

Ser libre, ser negro

Alejandro de la Fuente y Ariela J. Gross. Catarata, 2020. 272 páginas. 18 euros

Búscalo en tu librería

[ad_2]

Source link