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  • La denuncia a la franquicia de TGB o Cien Montaditos incluye audios y fotografías sobre el reparto de carne caducada o a punto de caducar


  • Un juzgado de Madrid está a la espera de un peritaje para decidir si investiga a los directivos de la franquicia


  • Según los denunciantes, les hacían planes de negocio «inviables» que les abocaban al fracaso

«¿Hasta cuándo vamos a tener carne de esa caducada?«, era la pregunta que un franquiciado le hacía a una de las directoras de Restalia, la franquicia de Cien Montaditos, La Sureña, o The Good Burger (TGB), en diciembre de 2020. Estaban en una comida, aparentemente amigable, pero la directora no sabía que sus palabras estaban siendo grabadas y reconoce que sí, que hay un lote de 50.000 kilos que no ha tenido salida y que no puede devolver porque ya están en la distribuidora: «No los podíamos devolver», dice ella, y cuando le preguntan qué van a hacer, responde: «Pues lo que siempre hacemos en esta casa… ‘pon esto», eso es lo que les dirían a sus franquiciados según la respuesta de esta directora a sus interlocutores. Ella ya no está en la empresa.

Ese es uno de los 35 audios a los que NIUS ha podido acceder del caso Restalia en el que una treintena de franquiciados han denunciado a la franquicia, por delitos que van desde la organización criminal, hasta la estafa, pasando por «delitos contra los consumidores y usuarios». Según la denuncia, Restalia «pretende que los franquiciados incurran en conductas de fraude a los consumidores«, asevera la denuncia de 90 páginas que está sobre la mesa del juez y que espera a que el titular del juzgado Nº 52 de Plaza de Castilla decida si hay delitos que investigar. De momento está en una fase muy inicial, admitida a trámite y a la espera de un peritaje judicial económico, según confirman fuentes jurídicas. Los bufetes Cremades y Calvo Sotelo y Rafael Franco Asociados ya han hecho dos peritajes propios, y han presentado dos ampliaciones de denuncia. Según los abogados que defienden a los franquiciados, los denunciantes podrían llegar al centenar, y el perjuicio medio por franquiciado ha sido de unos 600.000 euros.

Lo de la carne caducada o a punto de caducar cuando era servida a los franquiciados de TGB es uno de los hechos que se plantean en la denuncia, ilustrada con fotografías de las etiquetas. La carne tenía dos problemas, era baja en grasa, mejor y más cara según la franquicia, pero no era la que pedían los clientes, dicen varios franquiciados en los audios. Pero es que además, se había ampliado la fecha de caducidad con un sello veterinario, y a algunos establecimientos les había llegado caducada o a punto de hacerlo.

Etiqueta de carne TGB

Etiqueta de carne TGBnius

Los denunciantes recibieron la orden de vender esa carne a finales de noviembre de 2020, la iban empezar a recibir el 1 de diciembre, y la primera fecha de caducidad era de junio. Después había otra «caducidad extendida» era para el 27 de diciembre, y muchos hicieron los pedidos en los días previos a la Navidad de aquel año. Cuando llegó, ya no había manera de consumirla antes de la fecha de caducidad.

Los relatos de los franquiciados: promociones ruinosas y planes de negocio «irreales»

En muchos de los audios se escucha a los franquiciados desesperados, hablando con sus asesores y pidiendo cuentas por la marcha de sus negocios, que nada tiene que ver con lo prometido en el plan de negocio inicial.

Enrique Cebeira llegó a tener siete establecimientos, se ha desecho de cuatro y le quedan tres. Dos de ellos son TGB y están en concurso de acreedores. Para él, la clave está en «lo desmedido de la inversión con respecto al beneficio», algo que se plantea en un plan de negocios que la empresa hace y que según los denunciantes es absolutamente «irreal».

Enrique Cebeira

«Se cierran tantos locales como se abren, van dejando regueros de gente muy asfixiada y ellos han perfeccionado un contrato» que les hace impunes en el ámbito civil, nos explica.

La franquicia es la que se encarga de encontrar el local, de su diseño, y la que busca y establece los proveedores. Les plantean que las inversiones se van a empezar a amortizar en tres años, si el negocio funciona y si ellos lo hacen bien. Pero los afectados aseguran que aún cumpliendo con las ventas marcadas por Restalia, ellos pierden casi desde el principio.

«El problema son las ofertas», nos dice Enrique, que explica que las promociones vienen marcadas siempre por la marca y asumidas siempre por el franquiciado. Eso les supone vender el producto más barato, pero con costes más elevados de producto (carne, etc..), pero también de embalaje y personal. También es la franquicia la que decide cuántas promociones se hacen y cuando. El 2×1 en hamburguesas empezó siendo un día a la semana, después se pasó a dos.

Además, eso genera aforos «imposibles de gestionar y cocinas atascadas». «Tienes el local lleno» y parece que estás ganando dinero, pero en realidad esas promociones son «calamitosas», explican algunos de estos hosteleros.

Cuando Enrique llegó a la asociación, empezó a ver que muchos tenían los mismos problemas. A veces, Restalia respondía bajando costes y bajando los royalties. «Entonces, el negocio empieza a entrar en viabilidad, pero está dopado», nos dice Enrique, y cuando ese «dopaje» termina, la viabilidad también lo hace.

Allí vio de cerca «desgracias personales» provocadas por la ruina de inversiones, divorcios, depresiones. La franquicia tiene «un contrato perfeccionado» «con muchas obligaciones para el franquiciado y muy pocas para ellos» y así llegó un «reguero de cierres» que según ellos no está motivado por la gestión del franquiciado.

«No fue la pandemia»

Los problemas de Enrique empezaron en 2018, un año antes de la pandemia. En su último local, asegura que entraron en pérdidas en seis o siete meses debido a la ampliación de las ofertas.

Asegura que a él lo convencieron para hacerse con ese local, porque el anterior dueño se había negado a aplicar las ofertas marcadas. «Me dijeron que me iban a ayudar, pero me lo entregan un 1 de febrero y el 23 me obligaron a venderá menú». La carta existía, pero con el menú al lado, nadie lo elegía. Además, el perfil del cliente cambia: «Las familias, la clientela adecuada, desaparecen, y en su lugar se llena de vándalos y de críos, y eso ya no hay quien lo levante», exclama.

«Habíamos pasado de vender a carta libre, con una oferta los jueves; a tener oferta de jueves y domingo y a vender el menú». El menú valía seis euros y medio. Eso son 4 euros la hamburguesa, 2,5 patatas y regalar la bebida», se lamenta.

En el local había más gente, y la rotación de clientes había subido un 3%, pero la media de venta por ticket había caído un 35%. En global, la rentabilidad había caído en un año del 15% al 6%.

En cuanto a su propia gestión, Enrique defiende que nadie les pidió ser hosteleros con experiencia: «Dicen que somos malos operadores, pero en su Web aseguran que no hace falta experiencia». Ellos ponen la marca, el know how y un plan de negocio que según todos los denunciantes es «ficticio», y que además -insisten varios- no tiene en cuenta los distintos costes de la vida en las distintas regiones. Es decir, si el convenio de la hostelería es más alto o más bajo y si los alquileres de los locales son más caros o más baratos.

El canon de entrada

Todos los franquiciados denunciantes con los que ha hablado este periódico optaron por cerrar sus locales, aunque Restalia les ofreció ayuda para traspasarlos y así no perder todo el dinero invertido que en muchos casos rondaba el medio millón de euros y en algunos lo superaban.

Aceptarlo habría supuesto, entre otras cosas, embarcar a otra persona en la aventura que a ellos les ha arruinado y todos dijeron no.

Los denunciantes están convencidos de que a Restalia no les importa que cierren sus negocios y que incluso les llegan a interesar, porque cada nuevo franquiciado paga casi 50.000 euros (IVA incluido) por entrar: «El traspaso les interesa por el canon de entrada, así no cierran el local, reciben un nuevo canon, a veces hacen una nueva obra y siguen cobrando los royalties de su nuevo franquiciado».

«Tienen un departamento de traspasos, eso te da una idea de lo importantes que son para ellos, concluye Enrique. En otro audio, un asesor de restalia le admite a otro franquiciado: «Ellos viven de vender locales», se escucha. Continuará…



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