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Emilia Pardo Bazán, de blanco a la izquierda, con acompañantes en una visita a las obras de construcción de Meirás.
Emilia Pardo Bazán, de blanco a la izquierda, con acompañantes en una visita a las obras de construcción de Meirás.EL PAÍS

Los libros de Emilia Pardo Bazán pueden acabar convirtiéndose en un frutero de manzanas envenenadas. Mientras en Galicia el Gobierno de la Xunta se pertrecha de informes de expertos para impedir su salida de la comunidad autónoma y el juzgado congela temporalmente el vaciado —por parte de los Franco— de las torres de Meirás, la familia del dictador ha ofrecido la biblioteca a la Real Academia Española (RAE).

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Se trata, oficialmente, de los 2.972 volúmenes de la colección personal de la escritora que todavía permanecen en la mansión de Sada (A Coruña). Es decir, los libros que quedaron atrás cuando, después del incendio que arrasó casi un tercio del inmueble en 1978, la viuda de Franco, Carmen Polo, donó a través del Ministerio de Cultura, la biblioteca de Pardo Bazán a la Real Academia Galega (RAG). En aquel momento, cargados en camiones, llegaron a la sede de esta institución —situada en la casa natal de la autora, en la calle Tabernas de la ciudad de A Coruña— 7.883 ejemplares. Y desde entonces allí están custodiados. Ante la posibilidad de que los atrapados en Meirás acaben marchando, el presidente de la RAG, Víctor F. Freixanes, ha reclamado una vez más que esos casi 3.000 libros vayan definitivamente a la casa coruñesa de la escritora para “integrarse en un único catálogo”.

Mientras tanto, varios académicos de la RAE que prefieren no ser citados han confirmado a EL PAÍS que en el plenario en el que conocieron la intención de los hermanos Martínez-Bordiú salió a la luz la supuesta existencia de otros libros de Pardo Bazán con los que nadie contaba. Son ejemplares ubicados en “un tercer depósito” (conjunto de libros de la misma colección) que no se guardarían ni en la Academia Galega ni en Meirás. Un académico va más lejos y aporta una cifra: “Son 50 cajas”, lo que traducido en libros y en embalajes de un tamaño “manejable”, según sus propios cálculos equivaldría a “unos 2.500″ volúmenes. Otro académico comenta un dato diferente: “Creo que los tres depósitos están en Galicia”. EL PAÍS ha intentado confirmar con los abogados de los Franco si hay más libros de Pardo Bazán que los casi 11.000 de los que hay constancia, y no ha obtenido aún respuesta.

El ofrecimiento de los Franco a la RAE ha sido recibido como una afrenta en Galicia, un capítulo más del pulso que sostiene la familia del dictador con los gobiernos del Estado y de la Xunta, que está dispuesto a impedir que los libros, protegidos como Bien de Interés Cultural (BIC), crucen los confines de la comunidad. Fue precisamente la Academia Galega la que —ante el riesgo de que el litigio por la propiedad de Meirás acabase precipitando una mudanza en la que también viajasen los libros— pidió el pasado noviembre al presidente autonómico, Alberto Núñez Feijóo, que se decretase BIC. El 25 de ese mismo mes, el Diario Oficial de Galicia publicaba el expediente de incoación para blindar un total de 10.855 volúmenes, la suma de los que ya duermen en la RAG y los que continúan en Meirás, catalogados por la propia academia después de lograr autorización para entrar por parte de la hija del dictador, Carmen Franco, poco después fallecida. Ese inventario se llevó a cabo con profesionales de las universidades de Santiago y A Coruña.

“Por razones técnicas y culturales”, reivindica Freixanes, “consideramos que la biblioteca debe estar unida, integrada en un único catálogo e instalada en la sede de la Real Academia Galega, para acceso y consulta de investigadores y especialistas”. “En ningún caso”, alerta el presidente de la institución, “debe salir de Galicia: es patrimonio histórico de la escritora y, por tanto, patrimonio de la sociedad gallega, igual que las propias torres” que ella concibió como una mansión-biblioteca. “La consideración de BIC [efectiva desde que se incoa el expediente] es garantía de que ese patrimonio no se disperse, ni se divida, ni sea objeto de especulación, ni pase a manos de terceros”, concluye Freixanes.

Dedicatoria de Pío Baroja, "admirador y devoto", para la escritora, en un ejemplar conservado en la Real Academia Galega. Todos estaban marcados con un cuño rojo y organizados en varias estancias según unos planos de puño y letra de Pardo Bazán que se guardan en la institución académica.
Dedicatoria de Pío Baroja, «admirador y devoto», para la escritora, en un ejemplar conservado en la Real Academia Galega. Todos estaban marcados con un cuño rojo y organizados en varias estancias según unos planos de puño y letra de Pardo Bazán que se guardan en la institución académica.RAG

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, confirma que los Franco han ofrecido los libros a la institución “en varias conversaciones” y que esta no tomará ninguna decisión al respecto hasta que se despeje la actual situación judicial. También explica que ha comunicado los planes de los Martínez-Bordiú al presidente del Ejecutivo gallego. Después de dar un mes de plazo a los nietos de Franco para vaciar Meirás (ahora en manos del Estado), el juzgado ha frenado la mudanza. No la desbloqueará mientras no resuelva el aluvión de recursos de las instituciones personadas y mientras la Xunta no dé permiso a la familia para llevarse los libros y las dos esculturas de la catedral de Santiago que también son BIC y están en el pazo. La Administración gallega tiene todavía dos meses para pronunciarse.

En el plenario de la RAE del pasado jueves 20, el director informó de la propuesta de donación de los Franco a la treintena de académicos que asistieron de forma presencial o telemática. Muñoz Machado expresa ahora el “agradecimiento” de la Academia por esta oferta de tanto “valor” y avanza que de momento no se someterá a votación la posibilidad de aceptar o no los libros. La mayoría de los académicos que se manifestaron en la reunión se posicionaron con cautela ante este regalo. Aunque otros fueron más críticos, en especial Darío Villanueva. El exdirector de la RAE se mostró abiertamente en contra y defendió la necesaria unidad de la colección en Galicia para no “agravar la deuda” histórica de la RAE con Pardo Bazán, a la que rechazó como académica.

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