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Katerina Sergidou |Desde la llegada de la crisis económica quizás no ha existido otra ciudad en Europa que ha vivido tantas protestas y tantas agresiones policiales como Atenas. El pueblo griego, la izquierda en todas sus variantes y los movimientos sociales han luchado mucho, han rodeado el parlamento, han defendido sus casas de los bancos, sus derechos laborales, su dignidad contra los memorándum y los acreedores, han defendido el agua y la tierra, han llamado el OXI (no en griego, haciendo referencia al movimiento del referéndum contra las medidas de ajuste impuestas por la UE) aunque luego se haya convertido en sí.

Huelgas, manifestaciones, protestas, celebraciones,
ocupaciones, las calles de Atenas y otras ciudades de una u otra manera,  han sido muy 
revoltosas durante los últimos 12 años (especialmente desde la revuelta
de juventud el 2008 hasta el 2015 y el referéndum de Julio). Recordamos que
entre el 2012 y  el 2014 el país vivió 40
huelgas generales. Aunque los golpes al pueblo griego han sido muy duros desde
la llegada del partido conservador de Nueva Democracia al gobierno,  ha quedado claro que poco a poco las
manifestaciones van en aumento. Las consecuencias de la pandemia Covid 19,
la intensidad de la represión  y las
primeras protestas  son los elementos
necesarios para una posible nueva fase de luchas sociales.

La respuesta a este ambiente inquieto e inestable es la (casi) prohibición de las manifestaciones. El gobierno de derechas y su ministro Michalis Chrisoxoidis (ex Pasok) propusieron una ley que restringe seriamente el derecho a manifestación. Desafortunadamente el Parlamento griego aprobó el jueves 9 de Julio el proyecto de ley que contó con el apoyo de 187 diputados  (Nueva Democracia, KINAL (ex Pasok) y la ultra derecha) , frente a los 101 que han votado en contra (Syriza, Partido Comunista Griego KKE y MERA25-Varoufakis). Aunque Syriza hizo oposición parlamentario durante los últimos días no quiso y no pudo organizar realmente sectores de la sociedad. El gran peso de esta lucha lo llevaron los sindicatos y la izquierda radical, aunque no tenga acceso a los medios de comunicación.

La ley habilita a las autoridades a restringir y desviar los recorridos de las movilizaciones. Uno de los pilares de la reforma contempla poder prohibir las manifestaciones que, según definan las autoridades, puedan obstruir el tráfico o limitar la actividad comercial de las ciudades. La ley contempla una nueva figura, la del «organizador» de la manifestación, cuya obligación será colaborar con la Policía para garantizar el carácter pacífico de la protesta y, en último extremo, será responsable de cualquier daño que se produzca. Además cualquier manifestación que no ha haya sido aprobada será considera delito y como tal se tomarán medidas contra sus organizadores. Además contempla penas de cárcel para l@s organizadores de las manifestaciones en el caso de que se produzcan altercados, aun cuando los mismos hayan sido realizados por grupos ajenos a la protesta.

Mientras en el parlamento se votaba “la ley de la dictadura” como la llama el movimiento, en las calles de Atenas la Policía dispersaba con gases lacrimógenos a quienes protestaban contra la nueva norma, golpeaba las manifestantes con policiales en motocicletas y arrestaba gente

Las jornadas de protestas (7 de Julio a 9 de Julio)  ocuparon varias calles de la capital y de 40 ciudades griegas y  se estima que más de 10.000 manifestantes pacíficos marcharon por el centro de Atenas. Las manifestaciones contra la ley  fueron  convocadas por los sindicatos, el “Comité por la libertad a Manifestarse” ( compuesto por toda la izquierda radical menos Partido Comunista), el Partido Comunista (KKE), otros partidos de la oposición y asociaciones de  estudiantes. El Comité por la libertad a Manifestarse está en el corazón de estas protestas y para las semanas siguientes ha convocado nuevas jornadas para defender a las manifestantes detenidas.

La lucha para defender nuestros derechos democráticos va
a ser larga y  nuestra capacidad de
cancelar su aplicación en la praxis se pondrá a prueba muchas veces.  En realidad el gobierno vuelve a los métodos
de la dictadura aunque intenta presentar una cara más liberal.
Tiene miedo
porque sabe que la sociedad no puede aguantar por mucho el peso de las
políticas cada vez más neoliberales. El gobierno provoca el sentido democrático
del pueblo. Nos  dice que si  las trabajadoras en hospitales (que
hipócritamente aplaudía el gobierno) quieren 
hacer huelga tienen que pedir permiso, nos dice que si millones de
personas salen a las calles para manifestar contra los recortes como en la
época de 2012-2014 tienen que nombrar un organizador, nos dicen que si las
feministas queremos organizar una protesta fuera de los tribunales para
defender la memoria de nuestras hermanas asesinadas, como en el caso de Eleni
Topaloudi, tenemos que pedir permiso, nos dice que si los habitantes de Volos
quieren defender el agua de su tierra de la privatización tienen que pedir
permiso para manifestar contra las autoridades.

Los meses que vienen serán cruciales para ampliar la coalición que defiende la democracia y la libertad, es importante ganar más capas de la sociedad y  presentar más argumentos que vayan en la dirección de que esta situación es asunto de todas. El No Pasarán se convierte en el slogan de nuestra época.

Katerina Sergidou es militante de DEA

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