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Lorena Cabrerizo | Con el lema de «no me explotes, fórmame», ayer lunes 13 de julio se convocó la primera jornada de huelga de los MIR (Médicos Internos Residentes) en la Comunidad de Madrid. A pesar de no formar parte de la plantilla estructural de los hospitales ni centros de salud, la Consejería de Sanidad les impuso unos servicios mínimos del 100% alegando la naturaleza esencial de su trabajo en esta coyuntura marcada por la pandemia, una medida que contradice claramente su condición de personal residente en formación. Servicios mínimos que no impidieron el éxito de una huelga que, aún convocada unilateralmente por la Asociación de Médicos y Titulados superiores de Madrid (AMYTS) sin establecer previamente diálogo alguno con el resto de sindicatos del comité de empresa, ni con el propio colectivo afectado, tiene intención de ser indefinida y de extenderse al resto de comunidades, como ya se ha anunciado en Valencia.

La
reivindicaciones de nuestros futuros médic@s no son otras que el
cumplimiento de la legislación vigente y su formalización en un
convenio sectorial que lleva más de un año parado por la negativa
de la Consejería de Sanidad a sentarse en la mesa de negociación.
La regulación de la figura de MIR se encuentra recogida en dos
decretos: el RD
1146/2006
, de 6 de octubre, por el que se regula sus
condiciones laborales, y el RD
183/2008
, de 8 de febrero, en el cual se desarrollan los
aspectos relacionados con su formación sanitaria especializada.
Según esta legislación, actualmente se están vulnerando varios
derechos relacionados con su doble condición asistencial-formativa:
la libranza post guardias y cuando recae en fines de semana, la
subida del salario bruto (de competencia estatal y fijado en 1.100
euros brutos mensuales, poco más que el SMI), la recuperación de
las pagas extras completas (actualmente, reducidas a un 60%) y el
aumento del complemento por formación.

Pero
no son sólo incumplimientos de carácter laboral-retributivo lo que
se está denunciando. Más grave aún, si cabe, es que l@s MIR no
reciben la formación y tutorización estipulada en la ley -más allá
de cuestiones de gestión administrativa-, ejerciendo como médic@s
especialistas sin supervisión alguna, prácticamente desde que se
incorporan al servicio y soportando, como el resto de la plantilla,
jornadas extenuantes de trabajo. Una situación que no es nueva y que
no es sino consecuencia de años de recortes y privatizaciones de
nuestro sistema de salud que han impedido contratar más médic@s
especialistas empleando a l@s residentes como obra de mano barata.

Prácticas
que se extienden a casi todos los sectores económicos, transformado
el mundo del trabajo bajo el capitalismo contemporáneo en un modelo
basado en la flexibilidad y la precariedad crónica, con la
devaluación salarial y la falta de inversión en prevención de
riesgos laborales, como palancas para la obtención de beneficios
privados o para justificar indebidamente el desmantelamiento de lo
público, como es el caso de la sanidad.

Muchos son los motivos para apoyar esta huelga y contribuir a su
extensión desde el resto de profesionales sanitarios y no
sanitarios, así como desde una ciudadanía que ve peligrar su salud
en tiempos especialmente expuestos a la enfermedad. No sólo,
insistimos, para defender las condiciones laborales de l@s MIR
establecidas en la ley, sino como punta de lanza para la defensa de
nuestra sanidad pública y de todos los servicios y bienes esenciales
para la vida, como la educación, la vivienda o los suministros
básicos. Una defensa que pasa por combatir los intereses
particulares que fragmentan y atomizan la lucha y que, en gran
medida, están capitaneados por las cúpulas de los grandes
sindicatos que han olvidado su razón de ser y han abrazado el credo
neoliberal como tabla de salvación en tiempos de dominación
corporativa.

Lorena Cabrerizo es militante de Anticapitalistas Madrid

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