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Madrid,

Sus circunstancias históricas y vitales (formó parte de una familia judía alemana y conoció ambas guerras mundiales) llevaron a la fotógrafa Ilse Bing a residir en Berlín, París y Nueva York en los periodos en que cada una de estas urbes vivía su esplendor creativo, pero en ninguna de ellas se adscribió a un movimiento en concreto, prefiriendo desarrollar una mirada vanguardista y personal. Esa libertad y esa intuición explican también que, tras cerca de treinta años en la disciplina, en 1959, decidiese dejar a un lado la cámara al entender que nada más podía aportar a este medio, o este medio podía aportarle; cultivaría desde entonces el collage, la poesía o el dibujo.

Su producción no es extensa y se encuentra dispersa en colecciones europeas y estadounidenses, por lo que repasar su trayectoria en una antología supone un reto; se ha embarcado en él la Fundación MAPFRE bajo el comisariado de Juan Vicente Aliaga. Se exhiben en sus salas de Recoletos casi doscientas imágenes de esta autora, muchas impregnadas de elementos visuales propios de la Nueva Visión de Moholy-Nagy (esos encuadres que remaban a favor de la arquitectura en altura); otras, sobre todo las realizadas en Francia en los años treinta, bebían del surrealismo.

El suyo, sin embargo, es un legado hondamente contrario a la ortodoxia visual en el que, como ha subrayado hoy Aliaga, se entremezclan la innovación formal, el humanismo y la conciencia social, ya trabajara por iniciativa propia o por encargo.

Ilse Bing. Sin ilusión, mercadillo, París, 1957. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Sin ilusión, mercadillo, París, 1957. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing

Solo tenía Bing catorce años cuando comenzó a fotografiar, y se formó en matemáticas y física antes de decantarse por la Historia del Arte y abandonar, en 1929, la universidad. Una Leica sería, en las siguientes tres décadas, su fiel compañera; se trasladaría a París, donde conjugó el fotoperiodismo con proyectos más personales y, de la mano de Hendrik Willem van Loon, logró que su obra se diera a conocer en América y, también, exponer en la Julien Levy Gallery. En 1941, en plena guerra, tuvo que exiliarse en Nueva York, cuyo urbanismo la sedujo, aunque en ella crecieran las ramas del desarraigo y esa nostalgia dejara huella en sus imágenes. Fallecería en 1998 allí, cuatro décadas después de colgar esa cámara.

Ilse Bing. Tres hombres sentados en las escaleras junto al Sena, 1931. International Center of Photography, Nueva York, donación de Ilse Bing, 1991 (16.1991) © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Tres hombres sentados en las escaleras junto al Sena, 1931. International Center of Photography, Nueva York, donación de Ilse Bing, 1991 (16.1991) © Estate of Ilse Bing

En sus primeros pasos, en la etapa de la República de Weimar, se acercó a una amplia diversidad de temas: la labor de los operarios urbanos, arquitecturas exteriores e interiores (Mart Stam se contó entre sus amistades) o la danza y su dinamismo. Seguramente por influencia de la Bauhaus, que germinó en su ciudad, Fráncfort, en 1910, se dejó llevar por los ángulos inesperados y buscó fijarse en lo supuestamente anodino y sin valor, como las hojas y los desechos en las aceras.

Los objetos inanimados, justamente, darían mucha vida a su carrera: pronto se dejó fascinar por sillas, periódicos, bodegones… que fueron motivos artísticos comunes en las primeras décadas del siglo pasado y a los que los surrealistas habían dotado de enigma o de magia. En las atmósferas de las naturalezas muertas fotográficas de Bing en su etapa en París hay mucho de onírico, sin embargo en las que tomaría en Estados Unidos su desencanto se tradujo en una mayor frialdad, favorecida por el acotamiento de las escenas.

Ilse Bing. Hoja muerta y billete de tranvía en la acera, Fráncfort , 1929. Galerie Karsten Greve, Saint Moritz / París / Colonia © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Hoja muerta y billete de tranvía en la acera, Fráncfort, 1929. Galerie Karsten Greve, Saint Moritz / París / Colonia © Estate of Ilse Bing

Cuando atendió a modelos humanos, le interesó captar el tiempo y el movimiento. Tempranamente, aún en Alemania, descubrió las posibilidades de fotografiar a los bailarines de la escuela de Rudolf von Laban, uno de los fundadores de la danza expresionista, y en París, mientras por encargo realizaba una serie para el Museo de Cera del Moulin Rouge, llevó a cabo imágenes de sus bailarinas en acción, sus giros, gestos y poses… y, en algún caso, de un Toulouse-Lautrec lápiz en mano. También se ocupó del ballet L´Errante, a cargo del coreógrafo Balanchine, que se presentó a principios de los treinta, con gran éxito, en Londres y París.

Ilse Bing. Gerard Willem van Loon, bailarín, 1932. Galerie Karsten Greve, Saint Moritz / París / Colonia © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Gerard Willem van Loon, bailarín, 1932. Galerie Karsten Greve, Saint Moritz / París / Colonia © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Escuela de danza Laban, Fráncfort, 1929. © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Escuela de danza Laban, Fráncfort, 1929. © Estate of Ilse Bing

Como su contemporánea Berenice Abbott, cuya producción también repasó hace tres años la Fundación, Ilse Bing nos enseñó a mirar la arquitectura moderna: primero en la Torre Eiffel, centrándose en la geometría abstracta de su construcción y en las masas de visitantes que atraparon sus formas (los primeros individuos contemporáneos, parte de una masa); después en los rascacielos neoyorquinos, que contempló desde una distancia crítica. Tanta que quiso ir más allá: además de en la arquitectura vertical, se movió entre los barrios más humildes; transitó entre lo elevado y lo decadente acercándonos sus distintos planos con mirada igualadora.

Ilse Bing. Campo de Marte desde la Torre Eiffel, 1931. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Campo de Marte desde la Torre Eiffel, 1931. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing

El bullicio callejero, de hecho, ya le había inspirado en París, en su época dorada, la de entreguerras. Allí conoció a Brassaï, Germaine Krull, la mencionada Abbott, Florence Henri, Eli Lotar, Dora Maar o Man Ray, trabajó para las revistas francesas más populares y, nuevamente por invitación de Van Loon, viajó desde allí a los Países Bajos, donde captó instantes de la vida cotidiana de la gente común en Ámsterdam o Veere.

Una de esas publicaciones con las que Bing colaboró fue Harper´s Bazaar, que llevó a sus páginas imágenes como la de sus célebres guantes con vida propia, puros fetiches, sensuales y surrealistas. Desde parecidos enfoques fotografió sombreros o perfumes de Elsa Schiaparelli, con quien también se relacionó.

Ilse Bing. La distinguida Daisy Fellowes, guantes de Dent en Londres para Harper’s Bazaar, 1933. International Center of Photography, Nueva York, donación de Ilse Bing, 1991. © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. La distinguida Daisy Fellowes, guantes de Dent en Londres para Harper’s Bazaar, 1933. International Center of Photography, Nueva York, donación de Ilse Bing, 1991. © Estate of Ilse Bing

La antología de la Fundación MAPFRE recoge, por último, sus retratos y naturalezas. Entre los primeros, no faltan los propios, incluido ese emblema de la autoafirmación como artista que es Autorretrato con Leica (1931), en el que se valió de dos espejos para dar a su rostro una dimensión doble mientras ella observaba, inquisitiva, a través del visor. Sus otros grandes modelos fueron niños y mujeres: a los primeros los inmortalizó como sujetos autónomos y completos cuando la infancia era aún considerada una fase previa hacia la adultez, y atendiendo a su psicología; a las segundas fijándose en el paisaje, casi cartográfico, de sus rostros con enorme delicadeza. En cuanto a los paisajes, le interesaron siempre, tanto los salvajes como los domesticados por la mano humana; en unos y otros supo encontrar el equilibrio compositivo.

Ilse Bing. Autorretrato con Leica, 1931. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Autorretrato con Leica, 1931. Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Entre Francia y EE. UU. (Marinas), 1936. © Estate of Ilse Bing
Ilse Bing. Entre Francia y EE.UU. (Marinas), 1936. © Estate of Ilse Bing

 

Ilse Bing

FUNDACIÓN MAPFRE. SALA RECOLETOS

Paseo de Recoletos, 23

Madrid

Del 23 de septiembre de 2022 al 8 de enero de 2023

 

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