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HIJAS DE LA SERPIENTE

Vestidas de incienso propagamos humo violeta.
Nos engendraron en el mismo vientre de cáscara escamada y sin culpa
nos erguimos en nuestro horizonte como nómadas de espíritu
que siguen escupiendo el último vaho de todas.
Guardamos los pañuelos blancos dentro de las migas
y vomitamos frente a los escaparates de un mundo que no nos
deja sangrar en paz.
Cubrimos de polvo las ventanas blandas por las que un día no
nos dejasteis mirar, donde ahora vivimos.
Somos la laguna púrpura que toda sed calma, una torre de
cenizas que camina y avanza.
Somos la mancha roja, la hoja seca y la palabra bala que nunca
mata.
Somos el testimonio de las arañas sobre los enchufes estropeados,
el ceño fruncido de las estatuas, el clamor desnudo de las cárceles.
Somos hijas de la serpiente.

(Iris Almenara)



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