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Javier AquiluéNOMBRE: Javier

APELLIDOS: Aquilué Laliena

LUGAR DE NACIMIENTO: Huesca

FECHA DE NACIMIENTO: 1978

PROFESIÓN: Artista, comisario y músico

A nuestro último fichado, Javier Aquilué, lo conocimos hace un par de años en la feria Drawing Room, donde presentó, de la mano de La Carbonería, dibujos que nos invitaban a repensar las posibilidades de la imagen como narración de su propio proceso o aparición, haciendo hincapié en lo que en el camino es modificado, olvidado o reinterpretado. Registraba para ello dibujos que escaneaba en etapas sucesivas de su trabajo o se servía de papel de talco para hacer desaparecer los motivos una vez acabados; así, podíamos reflexionar sobre las relaciones entre copia y original, entre la imagen y su soporte, la acción y sus frutos.

Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha, Aquilué llevó a cabo su proyecto de tesina en la Hochschule für Bildende Künste de Hamburgo y ha cursado diversos talleres impartidos por Isidoro Valcárcel Medina, Berta Sichel, Juan Luis Moraza, José Luis Brea y Martí Perán, entre otros. Su tesis llevó por título El Ojo Vago y, adaptándola, publicó hace unos meses el ensayo El Ojo Vago. Aspectos productivos de lo disfuncional en el arte contemporáneo, que se definió como una producción artística excéntrica que hace de las fallas del discurso su objeto de atención.

Ha recibido en dos ocasiones la beca Antonio Saura de la Diputación Provincial de Huesca y fue comisario de los festivales Periferias y Diversario; asimismo ha ilustrado libros y diseñado portadas de discos para grupos como Roldán, Matrimonio o Gabriel y Vencerás. Además, Aquilué ha sido profesor de Teoría de la Imagen en el IED de Madrid, crítico musical para Rockdelux y articulista para El Estado Mental; también es miembro de la asociación cultural En vez de nada, que publica discos y libros y organiza anualmente el festival Romería y Desengaño, y coordinó ael proyecto web interactivo Álbum de Huesca, que promovió su Diputación. Por último, os contamos que este autor forma parte del grupo musical Kiev cuando nieva, que ya ha publicado cinco discos y ha sonado varias veces en Primavera Sound.

Javier Aquilué. Susto rojo, 2019
Javier Aquilué. Susto rojo, 2019
Javier Aquilué. Film, 2020
Javier Aquilué. Film, 2020

Aquilué se suma esta semana a nuestros Fichados porque queremos saber más de su estudio de lo que pueden tener de alegórico situaciones y objetos cotidianos y del proceso de elaboración de esas imágenes, con potencial narrativo, de las que nos niega el contexto, suponiendo un desafío para nuestra capacidad interpretativa.

Siguiendo el esquema que conocéis, preguntamos primero a Javier por sus inicios. Nos ha contado que dibuja desde niño y que supo pronto cuál era su vocación: Mi historia es muy típica: fui uno de esos niños a quienes les encanta dibujar, y cuando me enteré de que eso podía ser un modo de vida –si esa vida iba a ser más o menos holgada, eso no podía saberlo- no volví a plantearme a qué me dedicaría. Aunque claro, no puede decirse que empezara a producir arte hasta que comencé mis estudios en la Facultad de Cuenca, tomé conciencia de qué iba el tema y monté mis primeras exposiciones. Desde los 18 años nunca he dejado de producir, aunque compagino mis proyectos artísticos con la docencia.

Javier Aquilué. La bolsa negra, 2020
Javier Aquilué. La bolsa negra, 2020
Javier Aquilué. La bolsa azul, 2020
Javier Aquilué. La bolsa azul, 2020
Javier Aquilué. La bolsa violeta, 2020
Javier Aquilué. La bolsa violeta, 2020

Avanzábamos, en parte, sus intereses, que pasan por lo insólito en lo cotidiano, el enigma que logran suscitar acciones habituales cuando son descontextualizadas, los intersticios que escapan a nuestra observación y las reacciones que en nosotros genera lo inesperado. Nos habla de los asuntos fundamentales en su trabajo: El potencial de extrañamiento en las escenas, gestos y situaciones más cotidianas: sacadas de su contexto, “desmontadas” del continuo narrativo del que formaban parte, suspendidas artificiosamente ante la mirada, las imágenes se convierten en enigmas que imploran un sentido, que muestran su condición parcial y que reclaman la imaginación. A la hora de producir mis propias imágenes, intento diseñar desde cero escenas que parezcan extraídas de una acción en marcha, muestras del justo antes o justo después de un acontecimiento escamoteado. Pienso que la tarea del arte es poner de manifiesto la enorme cantidad de sentido que queda no dicho mediante los códigos convencionales de la comunicación. Me gusta insuflar un matiz cómico o tenso en mis imágenes, ya que el miedo y la risa son indicadores de lo inesperado. También hay una cierta dimensión histórica en mi trabajo, una cierta reflexión sobre la historia del arte y la literatura, sobre la relación con la tecnología digital y sobre las fallas y melancolías de la memoria.

Pienso que la tarea del arte es poner de manifiesto la enorme cantidad de sentido que queda no dicho mediante los códigos convencionales de la comunicación. Me gusta insuflar un matiz cómico o tenso en mis imágenes, ya que el miedo y la risa son indicadores de lo inesperado.

Javier Aquilué. La convocatoria, 2019
Javier Aquilué. La convocatoria, 2019
Javier Aquilué. El dedo en la llaga, 2018
Javier Aquilué. El dedo en la llaga, 2018

Como otros artistas de su generación, no trabaja Aquilué en una única técnica sino en la demandada por cada uno de sus proyectos, aunque últimamente emplea sobre todo dibujos y pinturas en los que viene acercándose a procedimientos de la escritura para incidir en su atención a los procesos: Nunca he descartado ninguna disciplina, intento encontrar el mejor modo de formalizar cada idea. He producido vídeos, instalaciones y he trabajado el sonido, si bien en los últimos tiempos estoy centrado en el dibujo y la pintura. Dibujando he desarrollado una técnica que me recuerda a la escritura, trazando signos y rayas cortas, huellas que ponen de manifiesto el proceso del dibujar, el tiempo invertido en ello. A menudo incido en dicho proceso escaneándolo para luego borrar el resultado, y exhibir la obra mediante GIFs animados, papeles de calco o impresiones digitales de la imagen perdida. La pintura es un modo de dialogar implícitamente con la tradición, ya que durante siglos los cánones artísticos han sido definidos en base a las evoluciones de la práctica pictórica. Cuando pinto estoy abundando en un anacronismo: estoy trabajando en unos parámetros contemporáneos, aunque desde una disciplina que ha dejado de ocupar un lugar central en la historiografía del arte. Me interesa esa posición un poco residual, como fuera de lugar.

Javier Aquilué. El rito, 2017
Javier Aquilué. El rito, 2017
Javier Aquilué. Pintura de historia IV, 2019
Javier Aquilué. Pintura de historia IV, 2019
Javier Aquilué. To the Roaring Wind, 2019
Javier Aquilué. To the Roaring Wind, 2019

Podemos percibir en sus proyectos la idea de que, en la comunicación interpersonal, nunca nada se expresa del todo y existen los matices ocultos; también la creencia en que tanto nuestra memoria como los dispositivos de registro no son perfectos y hay en ellos margen para la alteración e incluso para el olvido.

Al referirse a sus influencias nos habla sobre todo de artistas conceptuales y pop, pero no solo: Mi educación estuvo muy decantada hacia lo conceptual: Duchamp, John Cage, Fluxus, la fotografía de Jeff Wall, John Baldessari, Fischli y Weiss, Gillian Wearing… Mi manera de acercarme al trabajo artístico le debe mucho al conceptualismo y al pop. Por otro lado, me fascina la pintura figurativa, especialmente algunas de las vías muertas, consideradas menores o espurias por la historia del arte: la pintura pompier del XIX, Rosa Bonheur, Hammershoi, Balthus, el realismo norteamericano desde George Caleb Bingham a Edward Hopper, la ilustración de novelas pulp… También surrealistas como Magritte, o gente más cercana en el tiempo como Neo Rauch o Muntean y Rosenblum.

Javier Aquilué. La tira azul, 2018
Javier Aquilué. La tira azul, 2018
Javier Aquilué. Fosfenos, 2020
Javier Aquilué. Fosfenos, 2020

A la hora de citar sus principales proyectos hasta ahora no menciona, paradójicamente, los estrictamente artísticos propios, sino varios comisariados, su vertiente musical y el ensayo del que hablábamos: El ojo vago.

Comienza por el Festival Periferias: Curiosamente, algunos de los proyectos que considero más relevantes en mi carrera son aquellos que no he producido en calidad de artista. Mi comisariado de las exposiciones para el festival Periferias en 2007 y 2016 –con obras de Maya Deren, Jonas Mekas, Stephan Balkenhol o Anastasia Khoroshilova- o para Diversario 2018, festival de arte y diversidad funcional en el que pudimos organizar la primera exposición individual de Bruno Schleinstein en España, o colaboraciones entre artistas nacionales tan interesantes como María Sánchez o Marta Fernández Calvo y personas funcionalmente diversas no vinculadas a las artes.

Respecto a Kiev cuando nieva, subraya sus conexiones con lo artístico: Este proyecto está en realidad muy ligado al arte, ya que comenzó como una serie de instalaciones sonoras que ideamos en los años de Facultad con Antxon Corcuera, el otro miembro fundador. Mi hermano Carlos Aquilué, que toca la batería en el grupo, es ilustrador y diseñador gráfico. Y Jaime Sevilla, nuestro bajista, es un caso arquetípico de “artista sin obra”, ligado al arte por multitud de vínculos afectivos. Con Kiev cuando nieva hemos sacado seis discos, tocado un par de veces en el Primavera Sound, y conseguido un reconocimiento en medios especializados como Rockdelux, del que nos sentimos orgullosos. Fuimos premiados en la categoría de Mejor Grupo en los últimos Premios de la Música Aragonesa 2020. Es el proyecto colectivo más duradero en el que he participado (22 años nada menos) y uno de los que me aporta las mayores alegrías: componer con mis amigos, la sorpresa siempre nueva de ver crecer una canción en el estudio, la interacción con el público en los conciertos…

Además está mi trabajo teórico sobre El Ojo Vago, un concepto en torno al que articulé mi tesis doctoral sobre la disfuncionalidad como valor productivo en el arte, y que se convirtió en 2020 en un ensayo publicado por la editorial En vez de nada. En un contexto dominado por la rapidez y el esquematismo de la comunicación, con la red como principal soporte, proponía el artista una mirada a lo que queda en las grietas ajeno al rendimiento económico o la competitividad, a lo teóricamente no útil ni productivo.

Recientemente hemos podido ver su trabajo en Madrid y Castellón y también en Aragón: Mis últimas exposiciones como artista han sido en Drawing Room Madrid 2019 y la Feria Marte 2020 (en ambos casos presentado por La Carbonería, galería oscense). En la muestra “Sine Die”, en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner de Huesca en 2019, monté una instalación titulada “Verdadera Magnitud I. Menú de la bombilla” que consistía en la reproducción con objetos reales de uno de los menús de emojis de Whatsapp. Mi exposición “Bric-à-brac” pudo visitarse en La Casa Amarilla de Zaragoza hasta el 20 de febrero.

En francés, la expresión Bric-à-brac se refiere a las composiciones de objetos dispares demandadas por la burguesía en el siglo XIX; en los trabajos que pudieron verse en esa muestra ahondaba en los que dijimos que eran sus principales intereses: esas posibles lecturas alegóricas de los elementos y acciones habituales una vez que se les separa de su continuum narrativo, en lo que ocurre al congelar gestos efímeros, las lagunas de la memoria o la pervivencia de la pintura como disciplina susceptible de considerarse anacrónica.

Le hemos preguntado también por planes futuros: La pandemia ha puesto entre paréntesis algunos proyectos. De momento planeo continuar con una serie de cuadros que tengo pendiente –con el título provisional de “Fosfenos”- y revisar El Ojo Vago para publicar una segunda edición en 2021.

Podemos seguir sus pasos en la web https://javieraquilue.net/

Javier Aquilué. Los inquilinos (detalle), 2020
Javier Aquilué. Los inquilinos (detalle), 2020
Javier Aquilué. Verdadera magnitud, 2019
Javier Aquilué. Verdadera magnitud I. Menú de la bombilla, 2019
Javier Aquilué. Verdadera magnitud, 2019
Javier Aquilué. Verdadera magnitud I. Menú de la bombilla, 2019

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