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El brillo del cielo nocturno originado por las luces artificiales es una de las alteraciones antropogénicas más significativas de la biosfera de la Tierra. El 83% de la población mundial tiene cielos nocturnos contaminados en menor o mayor medida y la cifra llega hasta el 99% en Europa y Norteamérica.

Las implicaciones de esta contaminación lumínica son muy relevantes, tanto por sus efectos ecológicos conocidos y potenciales como por la gran cantidad de energía eléctrica requerida para su generación. Sin embargo, a pesar del creciente interés entre los científicos en campos como la ecología, la astronomía, el cuidado de la salud y la planificación del uso de la tierra, la contaminación lumínica carece de una cuantificación de su magnitud a escala global.

El 83% de la población mundial tiene cielos nocturnos contaminados

Para llenar esta laguna de conocimiento, un equipo de investigadores puso en marcha un ambicioso proyecto de ciencia ciudadana que implicó más de 51.000 observaciones del cielo nocturno hechas a simple vista por la ciudadanía entre 2011 y 2022.

La conclusión de este estudio, que ahora publica Science, es que el brillo del cielo nocturno se ha incrementado del 7 al 10 % por año (según las regiones) en el rango visible por el ojo humano. Este aumento es más rápido del que se puede observar con el uso de tecnología de satélites, porque esta no es capaz de registrar las emisiones azules de las luces LED, cada vez más usadas en el alumbrado público.

Según declaraciones a SMC España de Alejandro Sánchez de Miguel, investigador en el grupo de Astrofísica Instrumental y Galáctica de la Universidad Complutense de Madrid y líder del proyecto de ciencia ciudadana Cities at Night: «Las conclusiones del artículo van en la misma línea de lo que nosotros publicamos hace unos meses sobre lo que pueden decir los satélites. Nos permite ver que la contaminación lumínica está creciendo en todo el mundo, pero no nos permite saber exactamente dónde». 

 

Proyectos de ciencia ciudadana

Las iniciativas de ciencia ciudadana son el equivalente científico de los proyectos colaborativos como Wikipedia o los mapas open source. El número y el alcance de este tipo de proyectos ha aumentado considerablemente en los últimos años gracias a la geolocalización simplificada e Internet.

Algunos de los primeros estudios de ciudadana han involucrado la participación pasiva de ciudadanos interesados. Por ejemplo, quienes permitieron que sus ordenadores personales fueran utilizados como parte de una red distribuida para realizar cálculos masivos para el proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre, o el proyecto de plegamiento de proteínas, una herramienta clave utilizada por la ciencia en la investigación médica y farmacológica.

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