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Años de trayectoria musical se reflejan en la destreza de Luismo Valladares con las cuerdas del bajo eléctrico. El tinerfeño compagina proyectos y sueños en estos tiempos raros en los que apuesta por no perder la esperanza. Con LuisMo Valladares Quartet espera poder subirse a los escenarios en marzo, si la pandemia lo permite, y mientras apuesta por la creación de “plataformas abiertas y equitativas que nos apoyen de manera justa y equitativa”.
¿Cómo surge este proyecto de LuisMo Valladares Quartet?
A lo largo de mi carrera he formado parte de diversos proyectos en los que he aprendido técnicas del buen funcionamiento de un grupo. Cuando estudiaba en la Esmuc de Barcelona hacíamos uso de diferentes herramientas: composición, arreglos y dirección, y toda esa experiencia en torno a la composición y a la dirección es lo que ha contribuido a formar la idea que tengo de cómo trabajar en conjunto, aunque creo que la experiencia más importante ha sido a base de tocar con grupos y compartir escenarios con muchos excelentes músicos. El proyecto surgió porque sentí que necesitaba volver a crear algo nuevo, volver a los escenarios y crear un marco donde poder dar forma a mis intereses como bajista y creador. Estamos motivados y alegres del resultado.
Ofrecen una fusión entre el rock progresivo y el jazz. ¿Dónde encuentra la inspiración para su proyecto?
En los héroes que siempre han estado alrededor de mí, muy cerca. En las largas escuchas de discos clásicos y también más modernos, todo combinado desde un universo muy personal. En la investigación diaria, que no cesa, y en los hechos cotidianos, como por ejemplo los momentos con los amigos, con la familia y con los seres queridos. También surge de los momentos de experimentación en mi estudio con diferentes instrumentos, que es algo que llevo haciendo siempre, algo parecido a un laboratorio donde tomas muestras y expandes ese desarrollo en múltiples direcciones. La música para mí es ciencia pura, pero también está conectada a grandes emociones difíciles de explicar, precisamente porque parten de sentimientos.
Ofrece temas propios y versiones. ¿Se queda con alguna de las dos vertientes o prefiere irlas combinando?
Mi idea principal es mostrar temas propios y versiones con arreglos de canciones conocidas. Si me dan a elegir entre ambas, me quedo siempre con la propia creación. La creatividad va siempre por delante y, al tratar un tema conocido, siempre opto por permitir que ofrezca algo interesante, es decir una renovación de lo viejo o al menos una relectura original de lo ya escrito.
A lo largo de su carrera ha podido colaborar con numerosos artistas, ¿tiene alguna cuenta pendiente?
Me gustaría retomar proyectos con mis mentores y músicos preferidos. Algunos que se han convertido en seres muy cercanos a mi persona, en amigos. Tanto Polo Ortí, Jorge Pardo, mi primo Claudio Vera Valladares y la cantante alemana María Joy Stork (VeraJoy), Jaume Llombart, Xavi Hinojosa, los hermanos Rossy (todos mis amigos catalanes), Gary Willis… Con todos tengo una conexión especial y espero que en breve pueda empezar a iniciar lo que llevo trabajando desde hace tiempo: un proyecto que recoja la labor cosechada en dos décadas de trabajo ininterrumpido.
¿Cómo se enfrenta su proyecto musical a esta época tan convulsa para la cultura?
Lo importante es tener conciencia de lo que pasa, pero siempre desde una tranquilidad para que no nos afecte en el día a día, aunque sea difícil. La concentración en mi música y en las relaciones cotidianas es lo que hace que no pierda la esperanza en un cambio a mejor. Retroceder no es un camino beneficioso para nadie, por eso estar centrado es la llave de la tranquilidad y garantiza estar unidos al presente. Lo que está viviendo la cultura en general en estos tiempos es un abandono del sector porque se ha dejado de lado pese a la importancia que tiene, como por ejemplo en el confinamiento, cuando vimos cómo la música jugó un papel importante. La música y otras artes estaban presentes para levantar el ánimo y aun así siguen ocupando un papel secundario en esta sociedad moderna tan desconectada con la esencia del ser humano.
La cultura está optando por ofrecer propuestas en streaming en esta nueva época. ¿Qué opina de esta nueva tendencia?
A mí particularmente me gusta la interacción con el público, cuando voy a un concierto disfruto del contexto, con la vibración de los instrumentos y el ambiente que generan los músicos interactuando unos con otros. La sonoridad del directo conecta con los sentidos y hay algo energético que resulta difícil de ofrecer mediante Livestream o un vídeo en Facebook. Por lo tanto, comparar el concierto en directo con una retransmisión vía online nunca será comparable a la experiencia vivencial de asistir presencialmente, con todas las características y emociones que experimenta tanto el músico como el oyente. Personalmente, estar frente a una pantalla de ordenador, teléfono y otros dispositivos electrónicos nunca dará esta cualidad por estar alejados del trato humano.
¿Cuáles son los proyectos futuros para el año que comienza?
Seguir componiendo y ampliar la dinámica de trabajo que hasta ahora he ido llevando: intérprete, creador, improvisador y profundizar más en técnicas de grabación, producción y autogestión. Por otro lado, estoy dando forma a lo que será mi primer álbum en solitario, donde trataré de plasmar mis experiencias y mi conocimiento de los diferentes estilos musicales que he abordado a lo largo de mi carrera, que recojan ese instinto autodidacta que nunca he perdido. También los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de mi formación académica y que se han ido ampliando a lo largo de estos años cómo docente en el Conservatorio Superior de Música de Canarias.
Coincidiendo con la pandemia surgió el Clúster de la Música de Canarias ¿Qué opina de iniciativas como estas?
Si el objetivo de esta red tiene un carácter participativo y da un enfoque positivo al panorama actual, bienvenida sea. Lo interesante es que no haya un monopolio único, sino un uso democrático para poder acceder de esta forma a una cultura libre de trabas. Creo que la condición básica es que los grupos musicales reúnan suficiente calidad profesional, deben de ser escuchados y apoyados.
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