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“Soy sordo y las mascarillas opacas me aíslan,” dice Marcos Lechet, de 48 años, en la petición que hace en la plataforma Change.org para la homologación de mascarillas transparentes. Es uno de los miles de españoles que, desde el inicio de la pandemia, han optado por el activismo online. “Hemos visto unos niveles de movilización inauditos,” explica Luis Aguedo, director de Change.org, que este domingo celebra su décimo aniversario en España. El número de peticiones creadas en esta plataforma a nivel mundial aumentó, según los datos de la ONG, un 80% en los primeros seis meses de 2020. Durante el mes de marzo, cuando se declaró el estado de alarma en España, más de 14 millones de personas firmaron alguna petición online (3.3 veces más que el número de firmas que se suelen reunir en un mes normal) mientras que el número de peticiones creadas se multiplicó por cuatro.

“La pandemia ha acelerado una tendencia que ya veíamos venir de años atrás, que es el crecimiento del activismo online”, señala Aguedo. El barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) recoge que en 2012, del total de españoles que firmaban peticiones, solo un 9% lo hacía online. “Mientras que ese porcentaje en 2018 ya era del 30%”, agrega.

Este fenómeno no es exclusivo de España. “Es la primera vez que el mundo se ha parado al mismo tiempo para afrontar un problema global,” explica Aguedo. “Estamos entrando en una nueva era del activismo digital que tiene un carácter más global. Hoy no solo vemos causas relacionadas con la covid-19, vemos movilizaciones para la justicia racial o la crisis climática, temas que requieren respuestas globales”.

Desde antes de la pandemia, el activismo online ya desvelaba ciertos patrones. Por ejemplo, el aumento de la edad de los activistas digitales. “En Change.org el grueso de las personas que participan tienen entre 30 y 65 años,” detalla Aguedo. Otra característica es que la gran mayoría de peticiones son de activistas primerizos, personas que no tienen experiencia previa en movilizaciones de este tipo. María de la Cruz, la organizadora de campañas de Change explica que “la ventaja de que cualquier persona pueda iniciar una petición simplemente con tener acceso a internet es que esto no exige tener conocimientos en comunicación o en campañas para poder luchar por un cambio”. Para el equipo detrás de la ONG, esto supone la democratización del acceso al activismo.

Otras iniciativas de activismo online como Osoigo, una plataforma de diálogo entre los votantes y responsables públicos, también ha detectado un aumento de participación desde el inicio de la pandemia. Su director Eneko Aguirre explica que hay “un interés exponencial en publicitar y promover problemas” a través de internet. Prevalecen los temas sanitarios y de educación en los últimos seis meses. “La mayoría son personas con enfermedades crónicas y que, a causa de la pandemia, han sufrido demoras y cambios en sus tratamientos y tiempos de atención,” subraya el creador de Osoigo. “Este salto adelante también es una oportunidad de generar un diálogo más activo y con mayor participación entre los ciudadanos y los políticos,” concluye.

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