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«Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba». Lo terrible de esas palabras que escribió Joan Didion sobre el infarto fatal que su marido sufrió una noche frente a ella misma, es que es verdad. A veces es sentarse cenar, a veces es un viaje en coche que hemos hecho miles de veces, a veces es un simple paseo por el parque. Ayer, en el municipio gerundense de La Bisbal d’Empordà, una niña de 20 meses se convirtió en la primera muerte directa de granizo en Europa en los últimos 25 años.


10 centímetros de diámetro. Fue una tormenta muy rara, salvaje, repentina; con granizos de hasta 10 centímetros de diámetro. Las imágenes son espectaculares, las consecuencias trágicas. Además de la menor fallecida por un traumatismo craneoencefálico, los daños materiales se contaron por miles; las heridas, las contusiones y las suturas, por decenas. El principal sospechoso, según los expertos, parece ser de nuevo un mar Mediterráneo demasiado cálido.

«Hierve el Mediterráneo». Como llevamos explicando desde hace meses, la situación es inusitadamente compleja. Desde finales de mayo, el Mediterráneo ha ido calentándose progresivamente sin solución de continuidad. Durante semanas, partes de su cuenca han estado a temperaturas equivalentes a las del mar Caribe; pero el calentamiento ha sido (y parece que seguirá siendo) un problema general que afecta a todo el Mediterráneo en su conjunto.

Una enorme cantidad de energía potencial. El calor se traduce directamente en que hay una enorme cantidad de energía en el mediterráneo. Esto merece la pena ser explicado con cierto detalle porque, en realidad, las altas temperaturas marítimas no provocan tormentas. Las tormentas son procesos convectivos relacionados con las dinámicas atmosféricas; sin embargo, las altas temperaturas del mar potencian el tamaño y la virulencia de esos fenómenos meteorológicos.

Por utilizar una metáfora, el mar cálido no provoca la chispa que origina la tormenta, pero sí que pone a disposición del conato más y más combustible. En este sentido, resulta inevitable relacionar tormentas tan inusuales como la del Baix Empordà con fenómenos tan raros como el calentamiento anómalo del Mediterráneo. Es más, aunque hablamos de fenómenos complejos y difíciles de trazas causalmente, muchas de las grandes tormentas de los últimos meses parecen tener relación con la temperatura del mar.

¿Qué podemos esperar? La verdad es que a las puertas del otoño meteorológico todo está demasiado abierto para acotar una predicción precisa. No obstante, no debería extrañar a nadie que nos encontremos con tormentas mucho más potentes de lo habitual. Es decir, no sabemos si habrá más tormentas o menos, pero podemos dar por descontado que las que haya serán más intensas de lo que suelen ser. Y sí, eso incluye al granizo.

El tiempo se está volviendo loco (y peligroso). Además, es muy posible que veamos cosas realmente extrañas. Sin ir más lejos, todos los modelos señalan una alta probabilidad de que se forme un ciclón muy intenso cerquísima de la Península Ibérica. Como dice González Alemán de la AEMET, «es un escenario posible ya que aún no se ha formado el huracán y entran en juego procesos muy complejos», pero «es un escenario bastante serio y representativo como para monitorizar y estar pendientes». Lo estaremos.

Imagen | Javibolikue



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