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Uno de los pocos actos tradicionales que no se ha visto afectado por la pandemia es la procesión Triennal del Sant Crist, un evento que, como su nombre indica, se celebra cada tres años en Alcúdia para conmemorar el fin de la sequía de 1507 tras un milagro de la imagen del Crist que sudó agua y sangre. Ayer, las calles del centro de Alcúdia volvieron a revivir esta tradición que mantiene un gran fervor entre las personas mayores y provoca la admiración de los turistas.

La eucaristia presidida por el obispo Sebastià Taltavull en una iglesia de Sant Jaume engalanada para la ocasión, congregó a autoridades como la presidenta del Consell, Catalina Cladera, que acompañó al alcalde de Alcúdia, Domingo Bonnín, y a parte del Consistorio, además de otros alcaldes llegados de municipios cercanos.

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Descalzos y en cruz

La procesión arrancó pasado el mediodía y con una tregua que el tiempo dio tras unas semanas de calor asfixiante. Como ocurre cada tres años en Alcúdia, se pudieron ver imágenes peculiares como los devotos que realizan parte del recorrido con los brazos extendidos en forma de cruz o muchos otros que realizan la procesión descalzos, con la intención de cumplir con las promesas realizadas al Sant Crist. La devoción que Alcúdia tiene por este acto con más de quinientos años de historia se puede comprobar al paso de la imagen del Sant Crist por las calles peatonales. El portador realiza algunas paradas para que, sobre todo las personas mayores, puedan venerar la figura.

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La comitiva estaba formada por los fieles, el estandarte portado por la familia Amorós, las Promeses y la Confraria del Sant Crist, que llevan la imagen    portada por un clérigo y tras ellos, el resto de religiosos. La Banda Municipal cerraba la procesión con la interpretación dels Goigs del Sant Crist.

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