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Se considera un «experto en muchos sectores»: en urbanística, editoriales, televisión, deporte o administración pública. Pero nunca ha «tenido particulares felices resultados en lo que respecta a los matrimonios». De esta forma se expresaba el tres veces primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, cuando le preguntaban acerca de la unión casi conyugal política que le unía a Vladimir Putin. Diez años después, parece que no ha aprendido mucho más en la materia. Il Cavaliere finalizó en marzo su relación con Francesca Pascale, casi cincuenta años menor.
«Es apropiado confirmar que existe una relación de afecto y amistad verdadera y profunda entre el presidente Silvio Berlusconi y la señora Francesca Pascale, pero que no existe una relación sentimental entre ellos», expresaba la oficina de prensa de su partido en un comunicado. A pesar de que nunca llegó a pasar por el altar con Pascale, el líder de Forza Italia ha alcanzado un acuerdo de separación con la que hasta hace escasos cinco meses era su pareja. El ex premier tendrá que pagarle a su ex novia una compensación de 20 millones de euros y una pensión anual de un millón, en términos de «manutención», según adelantó a finales de esta semana la revista Oggi.
El empresario todavía no se ha pronunciado sobre los motivos que le han llevado a alcanzar este millonario acuerdo, pero Il Corriere della Sera publicó que el entorno del político apuntó a que se trataba de un tema privado. Estas fuentes añadieron que Pascale y Berlusconi mantienen «una profunda amistad» y que su separación «se ha resuelto de manera consensuada, también desde el punto de vista financiero». El desencadenante de esta ruptura fue la publicación en la revista del corazón Diva e Donne de unas fotografías en las que el magnate, que este mes de septiembre cumplirá 84 años, aparecía acompañado de la también diputada de Forza Italia Marta Fascina, de 30 años, en un hotel de lujo en Suiza.
«Estoy sorprendida… La única cosa que puedo decir es que a mi presidente lo voy a querer siempre un bien infinito. Le deseo toda la felicidad del mundo. Espero que encuentre a una persona que lo cuide como yo», declaró la ex novia de Il Cavaliere al enterarse una noticia que no hizo más que confirmar los rumores de distanciamiento de la pareja. Berlusconi y Pascale se conocieron en 2011 en Nápoles, ciudad en la que ella presidía el club de fans del ex primer ministro. La showgirl confesó que, desde varios años antes de haber comenzado una relación con el magnate de los medios, ella ya estaba enamorada de él.
En diversas ocasiones, Pascale dejó caer que quería casarse con el «presidente», como declaró que le llamaba en la intimidad, pero Berlusconi había pasado ya por dos matrimonios, de los que nacieron cinco hijos, y debía pagar una pensión alimenticia a su segunda ex esposa, la actriz Veronica Lario, de casi un millón y medio de euros mensuales hasta septiembre del año pasado. No parecía tener intención de embarcarse en un tercer matrimonio. Ni siquiera daba la sensación que se desease compartir techo con otra mujer, dado que Pascale y Berlusconi no vivían juntos, aunque el político le regalase una mansión de más de 1.100 metros cuadrados y 15.000 metros cuadrados de jardín, cercana a la villa Arcore en la que él vive, hace unos años.
Antes que con esta showgirl, Berlusconi, muy conocido por sus salidas de tono, sus fiestas salvajes y sus frecuentes visitas a prostíbulos, había estado con Veronica Lario, con quien mantuvo una relación sentimental de casi 30 años, de los cuales 19 fueron como cónyuges. De esa experiencia, nacieron tres hijos: Bárbara (36 años), Eleonora (34) y Luigi (32), que -unidos a sus dos hermanastros Marina (54) y Pier Silvio (51)- nunca llegaron a aceptar el romance que mantuvo su padre con Francesca Pascale.
«No puedo estar con un hombre que frecuenta a las menores de edad», dijo Lario cuando se separó finalmente de Berlusconi, después de saber que el entonces primer ministro había acudido a la fiesta de cumpleaños en Casoria de Noemi Letizia, una joven que celebraba su mayoría de edad y que ansiaba conseguir una carrera en la televisión. La supuesta relación con esta chica, que llamaba al empresario ‘papi’, fue la gota que colmó el vaso. Varonica Lario llevaba diez de los 19 años de matrimonio queriendo divorciarse de Berlusconi, pero no lo hizo hasta que encontró a una abogada «de la que finalmente me puedo fiar».
«Es un asunto personal que me duele, que entra en la dimensión privada y del cual me parece obligado no hablar», indicó el magnate en ese momento. Pero ella sí que quiso pronunciarse. Según contó el periodista de la BBC Duncan Kennedy, «Lario aseguró que Berlusconi estaba en peligro de dejar un penoso legado como líder de Italia». Su historia de amor acabó, como tantas otras antes, en un rifirrafe constante en los tribunales que terminó en 2019, cuando el Tribunal Supremo estimó que la actriz debía devolver los 60 millones que había recibido hasta entonces como pensión. La justicia alegó que Il Cavaliere había cumplido con «sus obligaciones económicas» cuando estaban casados y que ella no había participado en el incremento de la fortuna familiar.
No obstante, Lario no fue el primer amor del dueño del modesto equipo de fútbol de Monza. Carla Elvira Lucia dall’Oglio encandiló a Berlusconi con un intercambio de miradas cerca de la estación central de Milán cuando ella tenía 24 años y él 28. Un año después, en 1965, decidieron casarse. Tuvieron dos hijos y, 20 años después de su boda, se separaron, envueltos en los rumores que apuntaban a que el magnate estaba manteniendo una relación con la propia Lario, a la que conoció en el teatro. Dall’Oglio se mudó antes de oficializar el el divorcio a Reino Unido para escapar de los cotilleos. Siempre ha estado alejada del foco mediático y no ha hecho excesivas apariciones públicas.
Del ‘caso Ruby’ al «os dejo, que me tengo que ir de putas»
Sorrentino se inspiró en el personaje en el que se ha convertido el político y empresario para crear su serie Silvio (y los otros). Sexo, drogas y poder. Así representó el director la vida de Il Cavaliere en una ficción que no parece alejarse mucho de la realidad. Su escándalo sexual más sonado fue el ‘caso Ruby’, por el que fue condenado, en 2013, por abuso de poder e incitación a la prostitución de menores y finalmente absuelto. Berlusconi mantuvo relaciones con una joven marroquí, Karima el Mahrough, conocida como Ruby, cuando ésta aún era menor de edad a cambio de «cantidades ingentes de dinero».
La Fiscalía de Milán le acusó de corrupción de testigos, dado que sospechaba que el político presuntamente había pagado a varias de las mujeres que asistieron a las fiestas bunga-bunga, celebradas su mansión, para que testificaran a su favor. El abogado de Ruby, Egidio Verzini, fue uno de los primeros en señalarle, al asegurar que Berlusconi le había sobornado a la chica con cinco millones de euros en 2011 para comprar su silencio. El mismo día que Verzini alzó su voz falleció, después de someterse a una eutanasia en un centro sanitario de Suiza.
Berlusconi no esconde su pasión por las prostitutas. El año pasado, tras un encuentro del Monza, equipo que compró tras vender el AC Milan y que milita en competición correspondiente a la Segunda División B española, se despidió de unos aficionados que le ovacionaban con un «os dejo, que me tengo que ir de putas».
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