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Alberto Pina | ¿Qué le cuento a mi hijo del pasado, de mi pasado y del pasado de todos? ¿Cómo se lo cuento? ¿Cómo continúo el hilo de la memoria de los que perdieron? La memoria que no está en los libros oficiales, en los monumentos y en las celebraciones. ¿Cómo se construye esa otra memoria?
Éstas son algunas de las preguntas capitales que enfrenta Manel Barriere Figueroa en No sabréis nunca. Una novela basada en la realidad y claramente autorreferencial, publicada apenas hace un año por la editorial Piedra Papel Libros. Una hermosa reflexión sobre la vida cotidiana de la familia y el aprendizaje de la paternidad que se entrelaza con una forma de ensayo periodístico, sobre la construcción de la memoria colectiva e histórica.
La novela parte de un descubrimiento, o más bien de un encuentro. En el barrio donde vive la familia del narrador, en las afueras de la ciudad de Madrid, junto a la carretera de La Coruña, por donde montan en bicicleta padre e hijo, o pasea la familia hasta el parque de juegos, sucedieron tres batallas. Tres sucesivas batallas en el cerco a la ciudad durante la Guerra Civil. Todo el barrio, como toda la ciudad, vive ajeno, de espaldas a ello. Incluso puede que desconozca el significado de las únicas pruebas o recuerdos de aquello. La Avenida de la Victoria o el monumento a dos de los voluntarios fascistas rumanos que murieron allí son los únicos testimonios. Y son homenajes inaceptables a los vencedores de esa cruel contienda. En la vida diaria y común irrumpe el pasado, la Historia.
Si la Historia con mayúsculas la escriben los vencedores, si las únicas certezas sobre nuestro pasado están manipuladas por el poder, si impera un relato distorsionado y una realidad ocultada, hay un deber moral de contar la verdad. Hay que construir el relato de los derrotados y ser capaces de trasmitirlo al hijo. Pues como escribe Barriere: “La familia suele ser el ámbito donde tiene lugar la trasmisión, el proceso a través del cual se va construyendo el relato o sucesión de relatos que configuran una cadena de memoria.”
Una cadena de memoria, el hilo de una memoria colectiva de los que perdieron esa guerra y tantas otras. Un hilo que nos lleva a lo largo del libro a los republicanos españoles asesinados en las cámaras de gas de la Alemania nazi y al inmenso horror del Holocausto, pero también a los fusilamientos de los comuneros de París o la opresión del pueblo Palestino.
En No sabréis nunca, con una escritura sencilla y directa, Manel Barriere nos desvela con sinceridad sus pequeñas rutinas diarias, las de cualquier familia, y al mismo tiempo, en esta observación de la vida, reflexionando sobre la infancia, el aprendizaje de la paternidad, el mundo secreto de los cuidados y de los vínculos familiares y sociales, también nos habla del proceso de construcción de la memoria. Un proceso entendido como el relato del pasado que es el germen de nuestra identidad. Un pasado por tanto que está y es en el presente. Una memoria que debemos proteger y conservar, la memoria de los hombres y mujeres que lucharon por la igualdad, la justicia y la libertad, cuyo conocimiento también nos señala el compromiso ético de continuar hoy con esas luchas.
Porque en nuestro presente se entrelazan los fantasmas del pasado o como escribe Barriere:
“La memoria es una puerta abierta al presente, un mapa de la realidad en la que vivimos, una guía para comprender y comprendernos en la actualidad”
Porque ese pasado de represión, violencia y barbarie, que nos es ocultado o deformado, y también falsamente cancelado con memoriales, monumentos y ceremonias, sigue presente y repetido. Ahí están Bosnia, Ruanda, Palestina, las guerras de Siria o de Yemen, o las muertes en el Mediterráneo de los que huyen del hambre y de la miseria y que solo encuentran los muros y fronteras de una Europa que les condena. Una Europa que sigue repitiendo su negra historia.
¿Dónde quedó el imperativo de Adorno varias veces repetido en el libro: pensar y actuar para que Auschwitz no se repita, para que no vuelva a suceder nada semejante? “Para ver Auschwitz a veces solo hace falta encender el televisor a la hora del telediario.”
Manel Barriere ha escrito un libro necesario para este tiempo acelerado e incierto. Un tiempo en el que nos enfrentamos a la desaparición del mundo de ayer, cuando se hace aún más imprescindible el esfuerzo por recordar y por contar para continuar la lucha de los desheredados y tratar de salvarnos.
No sabréis nunca
Manel Barriere Figueroa
Piedra Papel Libros 2019. 270 pp. 9 €
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