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En la Plaça Major, pleno corazón de Palma, apareció de la noche a la mañana un misterioso escenario que invita a entrar en el Edén, el espectáculo de la compañía francesa Théàtre Jaleo que inauguró ayer la 22 edición del Festival Internacional de Teresetes. Una vez en su interior uno se siente traspasado a un mundo diferente, con tintes medievales parecidos a un sueño de Tim Burton con un cabaret de música, títeres y danza.

Pero este paraíso terrenal tiene algo de pecaminoso ya que los siete pecados capitales protagonizan la acción en el interior del teatro de Alice Alban Zapata y Arnaud Vidal, la pareja detrás de las marionetas que pasa estos días en Palma por primera vez junto a toda su familia.

«Estamos muy felices», comenta Alice, ya que esta «es la única fecha que hacemos este verano porque toda la gira ha sido cancelada». Ni las marionetas se libran del coronavirus. No obstante están acostumbrados a estar entre máscaras desde hace años, como sus niños que revolotean por el escenario.

«Ellos no actúan en este espectáculo», explica, «pero nos gusta que vengan con nosotros de vez en cuando porque no les veríamos en meses». Aunque no actúan sí están presentes junto a la cincuentena de personas que parecen hacerse pequeñas al entrar en el mundo grotesco de los títeres y ocupar las gradas del teatro móvil.

Siempre respetando las normas de seguridad, claro, «que vienen marcadas por el Festival que nos ayuda con el aforo y la distancia». Todo listo para que pueda disfrutarse en familia de un espectáculo familiar, en el que «cada pecado es una danza, o una canción o una marioneta. Hay una gran variedad de títeres, pequeños y grandes, y a los niños les encanta».

Reflexión

Sin embargo, no solo para ellos va dirigida Edén, sino que «también hay una reflexión que puede ser muy interesante para los adultos», quienes al pasar los cortinajes de la entrada se sintieron transportados a un universo fabuloso, de cuento, guiados por los acordes del ukelele y la guitarra sonando en directo y la cuidada iluminación que crean una atmósfera fantástica.

La compañía repite función hoy en el mismo enclave de Palma y el domingo se trasladarán a la Plaça de Can Pere Ignasi de Campos para clausurar el Festival. Tras ello, el matrimonio y su familia volverá a Francia, cerca de Toulouse, con la misma magia con la que llegaron a la Isla, de la noche a la mañana. Hasta entonces, es una oportunidad de transportarse a otro mundo, uno donde tienen más importancia las máscaras que las mascarillas.

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