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“Estoy convencido de que todos los que llegamos a este mundo tenemos algo que aportar. Cada quién desde sus profesiones, desde las diferentes cosas a las que nos dediquemos”, declara orgulloso César Quiroz (Barranquilla, 31 años), un comunicador del norte atlántico colombiano, refiriéndose a aquello que lo motivó a convertirse en fotoperiodista. Desde hace dos años, Quiroz es director del documental MISAK, recuperar la tierra para recuperarlo todo (en etapa de posproducción), donde narra la lucha de las comunidades indígenas del municipio de Cajibío (al suroeste del país) contra el gigante productor de papel y cartón Smurfit Kappa, cuya sede está en Irlanda.

Aunque tiene una formación de técnico industrial, Quiroz decidió dedicarse hace cuatro años a su verdadera vocación, la fotografía. “Empecé con la fotografía de paisajes, recorriendo diferentes lugares muy bonitos del sur de Colombia, pero también comencé a ver las problemáticas sociales y ambientales. Así es como nace la idea de empezar a retratar esa realidad”, comenta por videollamada.

En este proyecto, Quiroz documenta el conflicto entre la población indígena Misak y Smurfit Kappa. Desde hace varias décadas, esta transnacional irlandesa explota las tierras del municipio de Cajibío para el monocultivo de pino y eucalipto (especies no nativas), destinadas a la producción de materia prima para la industria del papel. La empresa, tal como menciona en su web, custodia 67.000 hectáreas de bosque en el país, de las cuales un 64% (43.000 hectáreas) se destinan al comercio, mientras que el resto son bosques naturales protegidos.

Sin embargo, la adquisición de tierras por Smurfit Kappa está relacionada con un conflicto histórico en el que poblaciones indígenas (especialmente los pueblos Misak y Nasa), campesinas y afrodescendientes se han visto perjudicadas. Un informe del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), SumOfUs y Latin America Solidarity Center (LASC) detalla los impactos socioecológicos de las operaciones de Smurfit Kappa en Colombia y los efectos negativos que tiene la plantación de eucalipto y pino sobre el suelo, el agua y la biodiversidad. “Ellos denuncian que se han secado sus ríos y nosotros lo pudimos evidenciar claramente en esos recorridos. Presenciamos como en solo dos meses se secó una laguna”, resalta Quiroz, quien comparte en este proyecto las preocupaciones de las comunidades.

La Comunidad Proceso Interétnico e Intercultural.
La Comunidad Proceso Interétnico e Intercultural.

Esta problemática ha atraído la atención de algunos medios, donde Quiroz publicó un reportaje en su versión impresa en julio de 2022. Sin embargo, hasta el momento la situación parece no avanzar. “Ahorita se ha decidido establecer un proceso de diálogo en el que están involucradas la embajada de Irlanda en Colombia, la empresa y otras instituciones para hablar sobre las dificultades y problemáticas del municipio, pero muy poco se habla de la situación. En Colombia, el problema de la guerra y el conflicto ha venido por la concentración de la tierra en unas pocas manos”, afirma.

Hacer que se escuche la voz de quienes lo necesitan

Las comunidades indígenas decidieron manifestarse contra las operaciones de Smurfit Kappa a través de la tala de árboles no nativos, con el fin de plantar aquellos que sí forman parte de la zona del Cauca. Eso ha llevado a que la narrativa de la multinacional condene solo la tala de estos árboles, sin reconocer el impacto negativo que ha podido tener la introducción del pino y eucalipto. “Dentro de esos bosques prácticamente no hay vida”, afirma Quiroz haciendo énfasis en la carencia de fuentes hídricas de la zona a causa de estos monocultivos. “Ellos (las comunidades) me dicen ‘tumbamos pinos, pero sembramos comida, volvemos a reforestar’”, recita.

La aún poca visibilidad que tiene el tema es una de las razones que motivó a Quiroz a realizar el documental y confía en que su trabajo servirá para dar a conocer la voz de las poblaciones indígenas. “En Colombia, el periodismo nacional no se toma la tarea de buscar la otra parte, solo se habla desde la parte institucional, desde la legalidad de la justicia. No se habla desde esa otra parte que requiere también humanidad, que se hable de la gente que necesita hacer escuchar su voz y dar a conocer su pensamiento”, lamenta.

Instalado en el sur de Cali, en la frontera departamental con el Cauca, Quiroz comenzó este proyecto, al que se sumó otro fotoperiodista, Sebastián Marmolejo, y la estudiante de cine Sofía Drada. Sin un trabajo fijo, continuó invirtiendo su energía en visibilizar las problemáticas de las comunidades indígenas del Cauca para contribuir con la memoria histórica colombiana. “Es duro porque cuando toca ir a hacer los registros en las zonas a uno le toca sacar siempre plata de su propio bolsillo. A veces hay, pero a veces no hay y muchos proyectos se han truncado por falta de dinero. Es una realidad que vivimos mi compañero y yo, pues en Colombia hacer fotoperiodismo es muy difícil”, nos explica y añade que, como él, muchos periodistas que cubren estos conflictos temen por su integridad física.

Según Reporteros Sin Fronteras, Colombia es considerado como uno de los países más peligrosos del continente americano para el periodismo, sobre todo en la cobertura de temas medioambientales y conflictos armados en el Valle del Cauca. Tan solo en los últimos tres años, la Fundación para la Libertad de la Prensa (FLIP) registró 69 periodistas víctimas de algún tipo de violación a la libertad de prensa en el Cauca. Un ejemplo de esta desprotección que se vive en Colombia es el caso del asesinato del periodista comunitario Abelardo Liz, quien cubría en agosto de 2020 una protesta de pueblos indígenas contra el desalojo de tierras reivindicadas como suyas en Cauca.

Aunque no hay fecha de estreno del documental, Quiroz y sus compañeros no descartan la idea de poder presentarlo en algún festival de cine. Mientras tanto, Quiroz no pierde el contacto con las comunidades del lugar. “Ellos sienten de alguna u otra manera que hay un desastre natural porque las fuentes de agua se han empezado a secar y una tierra donde no hay agua, es una tierra que nos sirve para el sustento a alimentario de esas comunidades”, cuenta.

Misak, recuperar la tierra para recuperarlo todo se inspira de una frase del pueblo Misak. “(La frase) se refiere a recuperar su esencia, su historia, sus usos y costumbres como pueblos ancestrales y originarios de América Latina”, detalla el joven director. Sin duda, el trabajo que realiza este fotoperiodista ejemplifica una de las frases más conocidas de Gabriel García Márquez (“El periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”) y solo queda esperar que el resultado logré su objetivo: relatar la problemática indígena desde un relato humano a pesar de todo.

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