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La capa de ozono protege la vida en la Tierra absorbiendo mucha radiación ultravioleta dañina proveniente del Sol. El Protocolo de Montreal de 1987 consiguió que los países del mundo rechazasen seguir usando clorofluorocarbonos, o CFCs, una clase de sustancias químicas que destruyen el ozono en la estratosfera y permiten así que más radiación ultravioleta alcance la superficie de la Tierra. Afortunadamente, el protocolo se cumplió y la retirada paulatina de los CFCs se hizo a tiempo de evitar males mayores.

 

Sin embargo, ahora unos químicos han descubierto otra amenaza contra la capa de ozono, en esta ocasión mucho más difícil de suprimir que los clorofluorocarbonos: los incendios forestales.

 

Un incendio forestal puede bombear humo a la estratosfera, donde las partículas quedan a la deriva durante más de un año. El equipo de Susan Solomon, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, ha descubierto que, mientras están suspendidas allí, estas partículas pueden desencadenar reacciones químicas que erosionan la capa de ozono.

 

El estudio se centró en un caso concreto, el del humo de la inmensa oleada de incendios forestales conocida como «Verano negro» que se desencadenó en el este de Australia. Esos incendios se sucedieron desde diciembre de 2019 hasta enero de 2020. El fuego (el más devastador registrado en el país desde que se mantienen registros históricos continuados) calcinó decenas de millones de hectáreas y bombeó más de 1 millón de toneladas de humo a la atmósfera.

 

El equipo del MIT identificó en concreto una nueva reacción química por la que las partículas de humo de los incendios forestales australianos empeoraron el deterioro de la capa de ozono. Al desencadenar esta reacción, los incendios contribuyeron probablemente a reducir entre un 3 y un 5 por ciento el ozono total en las latitudes medias del hemisferio sur, en regiones situadas por encima de Australia, Nueva Zelanda y partes de África y Sudamérica.

 

El modelo digital con el que han trabajado los autores del estudio también indica que los incendios afectaron a las regiones polares, erosionando los bordes del agujero en la capa de ozono sobre la Antártida. A finales de 2020, las partículas de humo de los incendios forestales australianos ampliaron ese agujero en 2,5 millones de kilómetros cuadrados, un 10% de su superficie en comparación con la del año anterior.

 

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Este mapa muestra el tamaño y la forma del agujero en la capa de ozono encima del Polo Sur el 5 de octubre de 2022. (Imagen: NASA Earth Observatory / Joshua Stevens. Modificada por MIT News.)

 

El estudio se titula “Chlorine activation and enhanced ozone depletion induced by wildfire aerosol”. Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: NCYT de Amazings)

 

 

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