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Si vivir en tierra firme en la era Mesozoica era una lucha diaria contra la muerte, hacerlo en el agua no era mucho mejor y podía ser incluso más peligroso. Los mares ancestrales estaban plagados de criaturas a cada cual más peligrosa y terrorífica. Y, tanto por su aspecto como por su eficiencia, pocos resultaban tan aterradores como los plesiosaurios.

A menudo se los llama “dinosaurios marinos”, pero nada más lejos de la realidad: los plesiosaurios eran reptiles marinos y los dinosaurios eran terrestres. Pertenecían a dos mundos distintos, no tenían ningún antepasado común y eran criaturas muy diferentes, más allá de su aspecto igualmente terrorífico.

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