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ALICIA EN EL PAÍS DE LAS REDES SOCIALES

Por el Este amanece en el smartphone
y ella abre un ojo para clavarlo en la pantalla.

Afuera hace sol y un mirlo blanco viene
a posarse en la rama de la acacia,
pero no importa: nada supera al tuit
-salvo el retuit-
y ella es absorbida, como Alicia,
por el País de las Redes Sociales.

El día se convierte en bombardeo
y cuesta pensar más de dos segundos
en la misma simple cosa. mientras
ella asiste a los prodigios
digitales, fuera un niño refuta la existencia
del bosón, Cartago es destruida
y comienza el invierno nuclear.

Alicia hace click, y click, y click, y doble click,
siguiendo al Conejo Blanco, al Sombrerero Loco,
porque da mucho miedo enfrentar este vacío.
               mejor decir ‘me gusta’
e iniciar la larga huida hacia delante
– haciendo scroll.

(Manifiesto:

la vida es aquello que ocurre mientras la web se carga
los seres queridos son avatares pixelados
los estados de ánimo eufóricas flamencas
y la muerte no es más que un pantallazo azul;
la carne, el hueso y la sangre nos dan asco
porque preferimos parecernos a un androide
que a un cocido madrileño)

Ajeno a todo esto, el sol, que es analógico,
se derrumba y anochece, y Alicia se despide
cariñosa de su smartphone. Antes de apagar la lucecita
piensa que ya solo quedan ocho horas:

con un poco de suerte, suspira,
soñará con un estado de Facebook
que cambiará el mundo. Pero en su sueño
reina la Reina de Corazones, que grita:
¡que le corten la cabeza!

(Sergio C. Fanjul)




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