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Es un tema recurrente la lucha para acabar con el racismo sistémico en nuestras ciudades y, a la vez, mantener comunidades resilientes durante la pandemia. Tal y como hemos reiterado en este blog, el espacio público es un elemento esencial para consolidar una nueva manera de vivir y experimentar la ciudad.
Hace unos meses, la Asociación Nacional de Funcionarios de Transporte de las Ciudades (NACTO) lanzó el Programa de Subsidios de Calles para la Respuesta y Recuperación, llamado Streets for Pandemic Response and Recovery, y recientemente, se han anunciado las 10 ciudades ganadoras que recibirán un total de 25.000 dólares para implementar los proyectos propuestos que combinan iniciativas relacionadas con la equidad racial y la planificación urbana.
El objetivo de este programa es que estas 10 ciudades encarnen un espíritu de colaboración comunitaria y que continúen adaptándose y perdurando mucho después de que el dinero de la subvención se haya agotado.
De hecho, el asesinato de George Floyd desencadenó una histórica ola de protestas nacionales e internacionales contra el racismo y la brutalidad policial que, de alguna manera, también dio lugar a un debate en el mundo del urbanismo sobre cómo el racismo influye en nuestras instituciones públicas de manera más amplia, incluidos los departamentos de transporte —que en el caso estadounidense, cerraron rápidamente sus calles al tráfico de automóviles para promover el distanciamiento—, a menudo sin involucrar primero a las comunidades afectadas a las que esos cierres podrían afectar más.
En Estados Unidos hay una relación entre las personas de color y la pandemia. Según NACTO, las personas más afectadas por la crisis nacional de justicia racial son también las más impactadas por la covid-19. Así, cada decisión sobre el uso del espacio público y el transporte concierne en gran medida a este colectivo. Es por este motivo que el programa de subvenciones mencionado está diseñado para elevar los proyectos que realmente entrelazan estos dos aspectos.
Entre los ganadores (todos provenientes de diversas comunidades estadounidenses, miembros de NACTO) destacan las ciudades de Alexandria, Atlanta, Denver, Detroit, Durham, Long Beach, Minneapolis, Nueva York, Filadelfia y Portland. Cada propuesta ganadora aborda una amplia gama de necesidades comunitarias.
Pero, tal y como se menciona en el sitio oficial de NACTO, las comunidades de color estaban muy poco representadas en las solicitudes. Así, solo cuatro de los diez subsidios —Denver, Long Beach, Filadelfia y Portland— ganaron gracias a propuestas diseñadas específicamente para ayudar a los propietarios de negocios no blancos y de bajos ingresos con proyectos relacionados con promocionar comidas comunitarias al aire libre y actividades vinculadas con el comercio en la calle.
Como las escuelas de todo el país han vuelto a abrir, tanto presencialmente como de manera virtual, el apoyo a los estudiantes y a las familias también fue un tema importante en algunas propuestas. Las ciudades de Detroit y Alexandria proponen la asociación con grupos comunitarios locales para ofrecer a los estudiantes espacios al aire libre para que utilicen y tengan Wi-Fi gratuito, estudien y se conecten a los servicios de las escuelas en el espacio público.
Mientras tanto, las ciudades de Nueva York, Atlanta y Minneapolis se centran en la creación de calles peatonales cerca de las estaciones de metro, tanto para facilitar el acceso al transporte público, así como, en algunos casos, para conectar a los residentes con soluciones de movilidad sostenible como el uso de bicicletas compartidas. Estas tres ciudades implementarán sus intervenciones en los vecindarios más afectados por la pandemia y también usarán el espacio público como un centro para diseminar la información y los recursos de la covid-19.
Pero un aspecto emocionante de todos los programas es su plasticidad y flexibilidad de implementación, ya que muchos de los premiados indicaron que sus planes son intencionalmente abiertos. La ciudad de Durham, por ejemplo, utilizará los fondos de subvención para crear un espacio de recreo comunitario, pero destacó que su objetivo fundamental es el de trabajar con distintas comunidades para conocer qué es lo que hace que una calle compartida sea segura e inclusiva, y a la vez, se pueda crear un espacio que apoye esas necesidades.
Proyectos de este tipo no paran de crecer y promoverse alrededor del mundo. ¿Tienen sentido? Totalmente. ¿Son necesarios? Por supuesto. Pero solo hace falta que todos estos proyectos tengan algún tipo de impacto a largo plazo, tanto en la ciudad misma como en las urbes de todo el país (que podrían a la vez aprender de estos proyectos).
Cabe mencionar que ahora el foco en el continente también está puesto en Bogotá (la capital de Colombia), donde Javier Ordóñez fue víctima mortal después de que agentes policiales de la ciudad lo agredieran brutalmente hasta acabar con su vida. Este hecho ha generado manifestaciones y caceroladas contra la policía; protestas que se iniciaron en el occidente de la ciudad capital y se expandieron por otras localidades y municipios aledaños teniendo, hoy por hoy, un total de nueve personas fallecidas en las calles y más de 55 civiles heridos.
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