[ad_1]

En un escrito de 24 de enero de 2021, UNI Laica denunció ante la rectora, el decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, el director del Centro Mediterráneo y el defensor universitario, los cursos de religión católica del Centro Mediterráneo de la UGR como cursos confesionales realizados al dictado de la Conferencia Episcopal Española y en grave perjuicio de la infancia.

En las últimas semanas, en UNI Laica hemos ido recibiendo las respuestas de cada uno de esos altos cargos de la UGR. La última ha sido la de la rectora (Pilar Aranda), que, en un correo electrónico, dice tener «constancia de los escritos remitidos por el decano de Ciencias de la Educación y por el director del Centro Mediterráneo», y que «por parte de este Rectorado se asume como propias las respuestas que han dado dichas instancias». Analicemos, pues, esas respuestas. Dado que parecen haberse redactado sin examinar los contenidos curriculares de los cursos DECA y de las asignaturas de religión en la escuela, en nuestro análisis explicitaremos esos contenidos con numerosos ejemplos.

Sobre la respuesta del decano de Ciencias de la Educación y la rectora de la UGR

Empecemos por la respuesta del decano de Ciencias de la Educación (Javier Villoria), asumida como propia por la rectora de la UGR. En primer lugar, el decano parece querer desmarcarse de la cuestión al señalarnos que «los cursos sobre los que centra su queja se imparten en el Centro Mediterráneo, centro que no depende de la Facultad de Ciencias de la Educación, y a quienes entiendo deben de dirigirse».

            El decano parece ignorar que los cursos que denunciamos están avalados por el Departamento de Ciencias Sociales de su Facultad, que forma parte de la Facultad de Ciencias de la Educación; los profesores de los cursos DECA pertenecen a ese Departamento. Y cuando, otros años, los cursos DECA han sido impartidos por la Fundación UGR-Empresa, o por la Escuela Internacional de Posgrado, también ha estado detrás ese Departamento y esa Facultad. En la actualidad, pueden verse las guías docentes de las asignaturas de la DECA en la web del Departamento (http://dsociales.ugr.es/pages/docencia/guias_docentes). Además, recordemos que las asignaturas de la DECA también se imparten en los grados de Educación Infantil y Primaria de la Facultad, como materias extracurriculares voluntarias. Véanse como “MÓDULO COMPLEMENTO AL TÍTULO: Enseñanza Religiosa (créditos no incluidos en los 240 del Grado)” en el Plan de Estudios del grado en Educación Primaria (https://grados.ugr.es/primaria/pages/infoacademica/estudios), y del grado en Educación Infantil (https://grados.ugr.es/infantil/pages/infoacademica/estudios).

            De hecho, la Facultad se esmera en mantener informados a sus alumnos de Primaria e Infantil sobre los cursos DECA, como podemos ver aquí: https://educacion.ugr.es/pages/tablon/*/noticias-secretaria/presentacion-de-solicitud-de-matricula-para-realizar-las-asignaturas-de-la-deca-para-el-curso-2020-21.

No sólo eso, es la web de la Facultad la que ofrece los listados de personas inscritas en asignaturas de la DECA (https://educacion.ugr.es/pages/tablon/*/noticias-secretaria/listado-definitivo-de-personas-inscritas-en-asignaturas-de-la-deca-curso-2020-21). No está mal, para no tener nada que ver la Facultad con esos cursos.

No obstante, en su respuesta, el decano (y, con él, la rectora) pasa a defender los cursos DECA del Centro Mediterráneo. Afirma el decano que «el estudio del hecho religioso y de la enseñanza religiosa escolar (ERE) participan del conjunto de los saberes, prácticas y conocimientos “científicos” de las Ciencias Sociales y las Humanidades, por compartir una metodología y unos principios epistemológicos comunes a todos ellos». Y continúa: «Así mismo disiento de la afirmación de que la enseñanza religiosa escolar (ERE), como parte del conocimiento antropológico, histórico y social, pueda calificarse como espacio de adoctrinamiento. Sencillamente no lo es. Considero que hay un desconocimiento de la realidad actual de la ERE, sobre todo en los centros públicos, y de forma particular, de la realidad de las materias de la DECA.»

            Desde luego, estaríamos ante un estudio científico del hecho religioso si se realizara desde las Ciencias Sociales y las Humanidades que cita, o desde otras ramas de la ciencia. Sin embargo, lo que denomina “la enseñanza religiosa escolar (ERE)”, que es para lo que prepara la DECA, dista radicalmente de serlo. ¿Es “conocimiento antropológico, histórico y social”, o conocimiento científico en general, la materia curricular que dicta la Conferencia Episcopal Española?

La respuesta la tenemos en el Boletín Oficial del Estado (BOE), que recoge los currículos de las asignaturas de religión católica de los diferentes niveles educativos no universitarios, determinados por la Conferencia Episcopal Española. En los currículos católicos para Educación Primaria y Secundaria

(https://www.boe.es/boe/dias/2015/02/24/pdfs/BOE-A-2015-1849.pdf) hallamos entre los contenidos, criterios de evaluación y estándares de aprendizaje evaluables, múltiples referencias directas (31 que hablan de ‘creación’, ‘creador’…) a la creación divina: “La creación como regalo de Dios”, “El hombre, obra maestra de la creación”, “Valora y agradece que Dios le ha creado para ser feliz”, “Establecer diferencias entre el ser humano creado a imagen de Dios y los animales”, “Apreciar la bondad de Dios Padre que ha creado al hombre con este deseo de felicidad”. Hay muchas más referencias relacionadas con el creacionismo bíblico: “Comprender que la elección que hacen Adán y Eva es un rechazo al don de Dios”, “Reconocer y valorar que la realidad es don de Dios”, “Argumenta el origen del mundo y la realidad como fruto del designio amoroso de Dios”, etc. No hallamos la más mínima matización de estas afirmaciones que las alejen del creacionismo bíblico, y nunca se menciona la evolución biológica. La creación también aparece, claro, en el currículo de Educación Infantil; de hecho, los más pequeños deben mostrar gratitud y admiración por la creación”. En los libros de religión para niñas y niños (y en guías para el profesor), aparece la creación bíblica en 7 días, la historia de Adán y Eva, etc., tal cual, sin darles carácter de ficciones de signo metafórico o simbólico (lo mismo ocurre en el propio catecismo de la Iglesia católica).

En este punto debemos resaltar que la Iglesia católica postula una serie de dogmas que obligan a sus fieles a una adhesión irrevocable de fe. Se reconocen 44 dogmas agrupados en ocho categorías

(https://es.catholic.net/op/articulos/56565/cat/10/que-cuantos-y-cuales-son-los-dogmas-de-la-iglesia-catolica.html#modal): 1. Dogmas sobre Dios. 2. Sobre Jesucristo. 3. Sobre la creación del mundo. 4. Sobre el ser humano. 5. Dogmas marianos. 6. Sobre el Papa y la Iglesia. 7. Sobre los sacramentos. Y 8. Sobre las últimas cosas (la muerte…). Pues bien, puede comprobarse que los epígrafes anteriores desarrollan al menos tres categorías de dogmas de la Iglesia (1, 3 y 4), extendiéndose sobre el creacionismo. Recordemos que éste es rechazado de manera explícita por la ciencia, en particular por la biología evolucionista. En España a menudo observamos la batalla ciencia-religión sobre evolucionismo-creacionismo que se ha venido librando en la enseñanza escolar de EE UU como algo lejano (y con cierto aire de superioridad), mientras vemos que aquí esa batalla la tiene ganada, de momento, el creacionismo dogmático religioso, y no sólo en la escuela (en las clases de religión), sino en la Universidad.

¿Están ausentes las otras cinco categorías de dogmas católicos de la religión escolar? Lamentablemente, no, pues hay más doctrina católica, y también con graves conflictos científicos. Nos encontramos con “Los signos del reino: los milagros” (categoría dogmática 2), “Conocer e Interpretar el significado de los milagros de Jesús como acción de Dios (1, 2)”, “La resurrección: cumplimiento del plan salvífico de Dios” (1, 2, 8), “Dios actúa en la historia. La amistad de Dios con los Patriarcas” (1, 4), “Observa y descubre en la vida de los santos manifestaciones de la amistad con Dios”, “Conocer e Interpretar el significado de los milagros de Jesús como acción de Dios” (1, 2), “Dios elige a María para que Su hijo se haga hombre” (1, 5), “Distinguir en Jesús los rasgos de su naturaleza divina y humana” (1,2), “Conocer y aceptar que Dios se revela en la historia” (1, 4), “Reconocer y valorar las acciones de Dios fiel a lo largo de la historia” (1, 4). “Interpretar signos, en distintas culturas, que evidencian que la plenitud humana se alcanza en la relación con Dios” (1, 4), “La plenitud del ser humano está en la relación con Dios” (1, 4), “Distinguir que a través Jesús encontramos a Dios” (1, 2, 4), etc.

Recordemos que los milagros (como la resurrección, y tantos otros) se definen como hechos que la ciencia no puede ni podrá explicar, de modo que su carácter anticientífico es palmario, casi diríamos provocador. Por supuesto, ninguna ciencia admite la intervención trascendental divina como explicación de un suceso físico, incluyendo los acontecimientos históricos. En los libros de texto de religión para la infancia vemos cómo se relatan milagros concretos, como el de los panes y los peces, como hechos que realmente sucedieron.

Por último, hay en los currículos de religión escolar muchas otras expresiones de carácter dogmático que no son de naturaleza anticientífica, pero que no tienen cabida en una disciplina científica. Nos referimos, sobre todo, a multitud de instrucciones y recomendaciones relacionadas con la Iglesia y su apostolado: “Reconocer que los cristianos formamos una familia” (categoría dogmática 6), “Expresa el respeto al templo como lugar sagrado” (6), “La Iglesia, familia de Jesús” (6), “Espacio y tiempo sagrado en la Iglesia” (6), “Asocia los elementos materiales del agua, la luz y el óleo con su significado sacramental” (7), “El Padrenuestro, signo de pertenencia a la comunidad cristiana” (6), “Recuerda y acepta situaciones personales o sociales que necesitan de perdón” (7), “Conocer las características del perdón de Dios” (7), “Explicar que a través del sacramento de la Reconciliación Dios concede el perdón” (7), “Conoce y explica con ejemplos la razón por la que Confirmación, Orden y Matrimonio están al servicio de la Iglesia” (6, 7), “Conoce y respeta que los sacramentos son acción del Espíritu para construir la Iglesia” (1, 7), “Explicar el origen de la dignidad del ser humano como criatura de Dios” (1, 4), “Reconocer las verdades de la fe cristina presentes en el Credo” (6), “Justificar que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica” (6), “Identifica, analiza y comenta situaciones actuales donde se expresa el pecado como rechazo o suplantación de Dios” (7), “Comprender que la pertenencia a Cristo conlleva una nueva forma de comportarse en la vida” (2, 7), “La pertenencia a Cristo en la Iglesia ilumina todas las dimensiones del ser humano” (2, 7), etc., etc.

            El decano (con la rectora) también hace referencia al carácter científico y no doctrinal de «la realidad de las materias de la DECA». Pero las enseñanzas de la DECA son, lógicamente, acordes con lo que se enseña a las niñas y niños; para eso las determina también la Conferencia Episcopal Española. Veamos el programa de “Teología católica y su pedagogía” para la obtención de la DECA en Educación Infantil y Primaria

(https://conferenciaepiscopal.es/wp-content/uploads/2020/03/comisiones_ensenanza_DECAprogramainfantil.pdf).

Nos encontramos con “La creación: imagen de Dios” (categorías dogmáticas 1, 3 y 4), “Manifestación de Dios en la obra creada” (1, 3, 4), “Dios Creador y providente” (1, 3, 4), etc. Además de estos contenidos dogmáticos creacionistas y milagreros, hay otros de naturaleza doctrinal que desarrollan otras categorías de dogmas, y que tampoco tienen nada de científicos: “La Encarnación de Jesús y la Maternidad divina de María” (1, 2, 4, 5), “La resurrección presencia viva de Jesucristo” (2, 4, 7, 8), “La ascensión de Jesús a los cielos” (2, 8), “Significado teológico de la Encarnación, de la Muerte y de la Resurrección” (1, 2, 4, 7, 8), “El misterio de la Santísima Trinidad” (1, 2, 6), “El Espíritu Santo y su vitalidad” (1, 6) , “Jesús es la revelación de Dios” (1, 2), “Jesús es el Hijo de Dios” (1, 2, 4), “Madre de la Iglesia. Maestra y modelo del discipulado cristiano” (4, 5, 6). También se añade este epígrafe: “Criterios morales desde la perspectiva cristiana en temas actuales” (4, 6, 8), que, sabiendo que hablamos de la perspectiva de los obispos, resulta inquietante, sobre todo en temas relacionados con la mujer, los homosexuales o los privilegios de la Iglesia.

La principal diferencia con los programas de instrucción escolar es que aquí se añaden contenidos pedagógicos. Lean y tomen nota de lo que contiene el programa de la DECA: “El envío a evangelizar en la escuela: una forma original del ministerio de la Palabra”, “El profesor de Religión católica hace presente a la Iglesia en la escuela”, “El sentido evangelizador del profesor”, “Especificidad y complementariedad con otras formas de educar en la fe”, o “Aplicación de la pedagogía de Dios a la ERE”. ¿Puede estar más claro qué objetivo se persigue? No se trata, precisamente, de transmisión de ciencia, sino de “evangelización”; es decir, catequesis, proselitismo, adoctrinamiento. ¿Cabe mayor confesionalidad? Sin ni siquiera examinar el resto del currículo, no debería dejar lugar a ninguna duda a cualquier lector o lectora.

Las afirmaciones del decano (y por tanto de la rectora) negando el carácter confesional de los cursos DECA y sosteniendo su naturaleza científica revelan que, o bien no han leído nada de lo anterior, o han querido ocultarlo; confiemos en que se trate de lo primero.

Por último, el decano de Educación dice que «… Las materias de la DECA, que en nuestro centro son optativas y de carácter extracurricular para el estudiantado de los grados de Educación Infantil y Primaria, son una exigencia derivada de algunas normas legales generales y, en particular, de los acuerdos establecidos entre el Estado español y la Santa Sede… en todas las Facultades de Ciencias de Educación del Estado español.» El que las materias de la DECA son optativas para el estudiantado es obvio, ¡faltaría más! Sin embargo, lo que dice el decano respecto a los Acuerdos con la Santa Sede es cierto para las asignaturas de religión que se ofertan en los grados de Infantil y Primaria, pero no lo es para las que se imparten a través del Centro Mediterráneo: a la oferta de éstas no obliga nadie, las imparte la UGR porque es su santa voluntad.

Respecto a las materias realmente exigidas por la Santa Sede (un Estado extranjero teocrático, nada democrático y misógino), que el decano y la rectora (como otros decanos y rectores) asuman esa imposición sin rechistar no nos parece que sea precisamente la respuesta más digna.

Sobre la respuesta del director del Centro Mediterráneo y la rectora de la UGR

Este otro alto cargo de la UGR (Óscar Barroso) comienza (también con el beneplácito de la rectora) defendiendo la conformidad con que existan Acuerdos entre un Estado aconfesional y la Santa Sede: «En primer lugar, el Estado español, de acuerdo a su Constitución, no es laico sino aconfesional, por ello es posible un acuerdo entre el Estado y el Vaticano que avala la asignatura de religión católica y la existencia de conciertos con colegios religiosos». No hacen falta comentarios.

            A continuación, parece seguir en la línea del decano (y de la rectora): «En segundo lugar, [UNI Laica] confunde la catequesis con la enseñanza religiosa escolar, y el adoctrinamiento con el estudio del hecho religioso». Y añade: «Por último, confunde saber y ciencia. Nuestra comprensión del mundo va mucho más allá de lo que la ciencia dice sobre él, incluyendo una pluralidad de creencias que pueden ser abordadas desde las humanidades y las ciencias sociales».  

Lo que se confunde, de nuevo, es el estudio de las creencias (y dogmas) con su proselitismo, que es lo que se hace en los cursos de la DECA y en la religión escolar, como hemos visto ampliamente.

            Y, para dar un toque erudito como filósofo, nos aclara: «Las únicas creencias insostenibles, y por lo tanto sin lugar en las enseñanzas universitarias, son aquellas que pueden ser falsadas por la ciencia o las que atacan la dignidad humana. Apoyarse en la ciencia para pretender la eliminación del estudio de las creencias no falsables y que no atentan contra dicha dignidad, no constituye una actitud científica, sino cientista y, por lo tanto, reduccionistas».

Aunque entramos en un terreno complejo, debemos aclarar que, de entrada, según el falsacionismo de Karl Popper, precisamente las hipótesis “que pueden ser falsadas por la ciencia” a priori (de las que se pueden imaginar escenarios que puedan refutarlas) son las que tienen carácter científico. Entre las afirmaciones religiosas encontramos unas que serían falsas por ir directamente en contra del conocimiento científico (milagros) y otras que no son científicas precisamente por no poder ser falsadas aunque sean falsas. Bertrand Russell puso como divertido ejemplo de este último tipo de afirmaciones la de que existe una tetera que orbita alrededor del Sol, entre la Tierra y Marte. Siguiendo este ejemplo: es legítimo estudiar en la Universidad el caso de la tetera de Russell, pero no defender dogmáticamente su existencia. En la DECA y en la religión escolar encontramos la defensa dogmática de muchas teteras de Russell.

Volviendo al caso de EE UU, precisamente la falsabilidad fue uno de los criterios que empleó el juez William Overton en 1981 para concluir que el creacionismo no era científico y que, tratándose de una enseñanza religiosa, no debería enseñarse en los colegios de Arkansas. ¿Hará falta un juez William Overton para el caso de la Universidad española?

Finalmente, el director del Centro Mediterráneo justifica la oferta de los cursos DECA por la demanda estudiantil para mejorar sus salidas laborales. Como ya hemos dicho en repetidas ocasiones a la rectora y al decano de Educación, no todo vale por un puesto de trabajo, pues hay trabajos que no deberían realizarse al causar daño o violar derechos de las personas; en este caso, derechos de la infancia. Aquí estamos ante un tipo de trabajo que, por su naturaleza evangelizadora (adoctrinadora), atenta contra el derecho infantil a la libertad de conciencia, recogido en el artículo 14.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño: todos los niños y niñas tienen derecho a “la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”.

Sobre la respuesta del defensor universitario de la UGR

Respecto a la respuesta que nos ha remitido el defensor universitario (Antonio Ángel Ruiz), nos detendremos en ella tanto como él se ha detenido en nuestra denuncia. Se retrotrae a una respuesta anterior en la que decía que no hay adoctrinamiento ni proselitismo, que los cursos son legales y que son muy demandados. No hacen falta más comentarios sobre esta “defensa” de los valores universitarios.

Conclusión

En definitiva, consideramos que las autoridades de la UGR apeladas por UNI Laica han rechazado nuestra petición de acabar con los cursos DECA recurriendo a argumentos falaces y a una visión muy errónea de lo que son y contienen esos cursos… y de lo que es y contiene la enseñanza de la religión en la Escuela. Sólo había que examinar currículos y programas, y todo indica que hasta ahora no lo han hecho, o lo han ignorado. El choque de lo que han argumentado con la realidad de los currículos y programas es tan dramático que produce una mezcla de escándalo y vergüenza ajena.

Lo cierto es que utilizan una justificación insostenible para mantener una situación deplorable. Lamentablemente, las respuestas recibidas están lejos de lo que sería, a nuestro entender, una salida digna, y hacen cómplice a la Universidad pública del adoctrinamiento infantil en la Escuela. En este terreno, alejan a la Universidad de la excelencia intelectual y moral que se espera de ella, y de la que se presume.

¿Qué puede hacer a partir de ahora la rectora, en primer lugar, como máxima autoridad de la UGR? ¿Qué pueden hacer, asimismo, el decano de Educación y otros altos cargos involucrados de uno u otro modo en la enseñanza de doctrina católica en la Universidad pública? Primero, reconocer el contenido confesional, dogmático y doctrinal, de las asignaturas de religión que se están impartiendo en los grados de Infantil y Primaria y en el Centro Mediterráneo. Como hemos demostrado, es una realidad palmaria, y significa que en la UGR (como en otras universidades púbicas) se están impartiendo cursos de doctrina católica determinados por la Conferencia Episcopal Española, unos cursos repletos de dogmas que se imparten con el fin de evangelizar a niñas y niños en la Escuela.

Reconocido el disparate intelectual, y aunque no apreciaran el daño moral a la infancia que están propiciando al ofrecer esas materias confesionales, deberían corregir la situación eliminando esas asignaturas y cursos. La salida lógica y digna sería: (1) dejar de ofrecer de manera voluntaria los cursos DECA del Centro Mediterráneo (o de cualquier otra instancia universitaria pública), y, (2) respecto a las asignaturas confesionales de religión en los grados de Educación Infantil y Primaria, si realmente la Universidad pública no puede eliminarlas debido a los Acuerdos de España con la Santa Sede, la rectora y el resto de autoridades universitarias involucradas deberían expresar públicamente un rechazo firme a la imposición vaticano-episcopal, exigiendo respeto a la autonomía universitaria.

Granada, 12 de marzo de 2021.

UNI Laica

[ad_2]

Source link