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La propulsión hipersónica ha experimentado avances muy significativos durante las últimas dos décadas y media. El avión experimental no tripulado X-43 desarrollado por NASA durante la segunda mitad de la década de los ’90 demostró que el vuelo hipersónico es posible, pero también puso sobre la mesa los enormes desafíos que debemos superar si queremos que en algún momento estos aviones puedan ser tripulados.

La agencia espacial estadounidense no es la única institución interesada en la propulsión hipersónica. Otras agencias espaciales y varias compañías privadas han hecho durante los últimos años esfuerzos importantes para desarrollar sus propios sistemas de propulsión de última generación, y una de las empresas que parece estar mejor situada es Rolls-Royce, una compañía británica con mucho peso en la industria aeronáutica prácticamente desde que fue fundada, a principios del siglo XX. ¿Su baza? Una turbina de última generación con unas características muy prometedoras que no solo podría propulsar un avión más allá de Mach 5; también se podrá utilizar en vuelos espaciales.

Rolls-Royce no está sola en esta aventura: se ha aliado con Reaction Engines

Aunque estas dos compañías británicas comenzaron a trabajar juntas en 2018 con la ambición compartida de desarrollar turbinas que pudiesen ser utilizadas tanto en aviones supersónicos como hipersónicos, su alianza estratégica acaba de consolidarse definitivamente a través de la inversión de 24 millones de dólares que Rolls-Royce ha pactado con Reaction Engines. El propósito de este acuerdo es llevar a buen puerto una turbina diseñada por esta última compañía que, según estas dos empresas, es capaz de propulsar un avión hasta superar más de cinco veces la velocidad del sonido. Además, han confirmado que en el futuro esperan poder utilizarla en vehículos espaciales que desarrollarán velocidades aún más altas.

Rollsroyce

Los planes de Rolls-Royce son ambiciosos. Y es que esta compañía ha confirmado que planea utilizar la tecnología desarrollada por Reaction Engines en sus propios motores de combustión. Pero esto no es todo. También confía en su potencial a la hora de poner a punto sistemas de propulsión híbridos eléctricos, que combinan un motor de turbina de gas y un generador eléctrico. Estos motores persiguen incrementar la eficiencia, la sostenibilidad y la fiabilidad del transporte aéreo; reducir sensiblemente las emisiones contaminantes y simplificar el mantenimiento de las turbinas, por lo que la posibilidad de que esta tecnología dé un espaldarazo a los sistemas de propulsión híbridos es sin duda una buena noticia.

Esta tecnología persigue incrementar la eficiencia, la sostenibilidad y la fiabilidad del transporte aéreo; reducir sensiblemente las emisiones contaminantes y simplificar el mantenimiento de las turbinas

Otra compañía implicada indirectamente en este desarrollo es Virgin Galactic, un cliente de Rolls-Royce que, al parecer, está interesado en hacerse con estas turbinas debido a que, como hemos visto, sus creadores esperan que en el futuro puedan ser utilizadas también en vehículos espaciales. No obstante, más allá del potencial que parece tener esta tecnología, llama poderosamente la atención que Rolls-Royce haya decidido invertir con tanta contundencia y precisamente ahora en una innovación que probablemente no le reportará beneficios a corto plazo. La pandemia que ha provocado la expansión del coronavirus ha colocado a toda la industria aeronáutica en una situación comprometida, y esta compañía no es una excepción.

Rolls-Royce ha anunciado que está planificando una reestructuración profunda de la compañía que acarreará la destrucción de 9.000 puestos de trabajo, y que persigue redimensionar su volumen y sus recursos para encarar el tsunami que ya está sacudiendo a toda la industria aeronáutica. La pandemia global está dejando una huella muy profunda en muchos sectores industriales, y este es uno de ellos. Ante este panorama es evidente que los dirigentes de Rolls-Royce han decidido apostar por unas turbinas de última generación que, sobre el papel, encajan mejor que las que utilizamos actualmente en el mundo hacia el que nos dirigimos sin posibilidad de vuelta atrás. Quién sabe, quizá la crisis sanitaria, social y económica en la que estamos sumidos acelere el regreso de los vuelos comerciales supersónicos. Y la llegada de los primeros vuelos hipersónicos. Bienvenidos sean si, como nos prometen sus promotores, realmente ayudarán a dar forma a un transporte aéreo más eficiente, sostenible y fiable.

Imagen de portada | Reaction Engines
Vía | Bloomberg

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