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El 13 de mayo de 1931 apareció publicada por primera vez San Manuel Bueno, mártir, en el N° 461 de la revista La novela de hoy. Es una nivola que resume gran parte de los rasgos característicos de la vasta obra del filósofo y escritor Miguel de Unamuno. El texto refleja muchas de las preocupaciones que acosaban constantemente a un intelectual ya entrado en años.
Dichas reflexiones existenciales las expresa a través de su personaje principal, el cura. Así como la intención del literato vasco de sacudir la conciencia de sus lectores con el fin de incitarlos a una verdadera búsqueda espiritual. Después de todo, el enfrentamiento entre la fe y la razón se convirtió en una lucha interna permanente en Unamuno.
Sobre el autor
Miguel de Unamuno (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 – Salamanca, 31 de diciembre de 1936) es uno de los máximos referentes de la Generación del 98. Su obra evidencia un dominio excelso de distintos estilos géneros como ensayo, novela, poesía y artes escénicas. En la Universidad de Salamanca fue catedrático de Griego, incluso fue Rector, pero fue destituido por razones políticas.
Se exilió en Francia durante la dictadura de Primo de Rivera. Al volver a España ocupó nuevamente el rectorado. Después de su lanzamiento en 1931, San Manuel Bueno, mártir fue publicada bajo el sello de Espasa Calpe junto con dos historias más en 1993. Estos dos relatos complementarios se encuentran igualmente dominados por los temas existencialistas que más interesaron a Unamuno.
La personalidad, estilo y pensamiento de Unamuno
Su temperamento recio contrasta en cierta medida con una percepción de la vida bastante angustiosa, enmarcada en una deliberación filosófica permanente. Del mismo modo, la condición finita del ser humano fue una idea frecuente en sus letras, marcadas por un estilo vivaz y preciso, sin florituras. Todo expresado en una prosa rústica, expresiva, cargada de antítesis, utilizada para revelar su universo interior.
Por otra parte, su posición sobre España y Europa es una muestra de su eventual extremismo. En sus primeras décadas de vida, Unamuno veía necesario “europeizar España”, debido al atraso de la nación ibérica con respecto al continente. Pero hacia el final de su vida consideró más imperativo “españolizar Europa”. Con esto abandona así la otrora aclamación por el progreso europeo.
Argumento de San Manuel Bueno, mártir
Ángela Carballino es la redactora de la historia de don Manuel Bueno, el plebano del pequeño pueblo donde ella vive, Valverde de Lucerna. Una sucesión de hechos origina que el párroco sea considerado “un santo vivo, de carne y hueso” y un arquetipo exacto de siervo de Dios. Con un amor y una dedicación incondicional a consolar a los más vulnerables, ayudando “a todos a bien morir”.
Un día retorna al pueblo el hermano de Ángela, Lázaro, un librepensador de tendencia anticlerical. Aunque la antipatía inicial de Lázaro hacia don Manuel se transforma rápidamente en admiración tras palpar su abnegación. Pero el sacerdote tiene un lado oculto: ciertamente no cree en Él. Anhela la eternidad, más su falta de fe le imposibilita entender la resurrección de la carne.
La justificación
Don Manuel le confiesa su secreto precisamente a Lázaro y éste a Ángela. Explica su comportamiento fingido en su intención de conservar “la paz entre los fieles”. Prefiere mantener el dogma reconfortante de una existencia después de la muerte entre los feligreses con tal de no perturbarlos. Entonces, Lázaro decide resignar sus ideas progresistas, simula convertirse y colabora con la misión del padre.
Luego de algunos años, don Manuel fallece —todavía sin recobrar su fe— con méritos suficientes como para ser beatificado. Solamente Ángela y Lázaro son los únicos conocedores de su secreto. Finalmente, cuando Lázaro muere, Ángela termina preguntándose por la redención de sus seres queridos.
Teorías filosóficas
En términos generales, las creaciones literarias de Miguel de Unamuno son de rasgos claramente existencialistas. Explora la subjetividad de la libertad humana desde una visión individualista, en donde cada quien es responsable de sus propias decisiones. Por ende, hombre unamuniano no sugestiona todo a una entidad previa capaz de anteponer o predestinar su camino.
Paralelismos entre Unamuno y sus protagonistas
El personaje de don Manuel desea creer en la eternidad y redimirse en su fe, pues teme a su condición mortal. De la misma manera, Unamuno fue congruente con su pensamiento de trascendencia a través de sus acciones, experiencias y dedicación al prójimo. Pero la suspicacia derivada de la razón siempre aparece como una gran losa ineludible en su senda espiritual.
Al final, esa aflicción religiosa es superada por el mismo Unamuno en el ocaso de sus días mediante un agnosticismo racional en lugar de uno absoluto. En este punto, la salvación estaría al alcance de aquellas personas que anhelan alcanzar a Dios. Por ello —a pesar de las dudas dogmáticas— las alusiones bíblicas (ya sean directas, textuales o indirectas) son muy relevantes en la obra.
¿Una cuestión de identidad?
Los nombres elegidos por Unamuno en Don Manuel Bueno, mártir denotan los roles de cada personaje en el texto. Ángela – Ángel es la mensajera. Don Manuel – Emmanuel, el salvador. Lázaro, es aludido de forma similar a la figura bíblica (quien abandona su pragmatismo para entregarse a una vida religiosa). Incluso, los paisajes del pueblo, el lago y el cerro han sido personificados, tienen alma.
Don Manuel vive sumergido en un dilema de identidad constante, el yo interno contra la identidad pública construida para los demás. No obstante, gracias al cura los feligreses sienten que no hay un solo motivo para vacilar en la fe. Los fieles no dudan de estar en el buen camino. Están seguros de haber sido salvados.
San Manuel Bueno, mártir: una obra maestra en todo el sentido de la expresión
La posibilidad de santificación se convierte en el vehículo hacia la inmortalidad de don Manuel. En consecuencia, las acciones del personaje principal adquieren una relevancia imperecedera al estar consagradas en el amor incondicional. Un sacrificio menor y desinteresado en comparación con una consecuencia realmente valiosa: la tranquilidad de los residentes de la aldea.
Por consiguiente, la genialidad de Unamuno queda en evidencia al plasmar de una manera tan fluida las grandes contradicciones del ser humano. Con un planteamiento en favor de la espiritualidad como uno de los ejes fundamentales de la civilización y del progreso. Es la duda como elemento crucial del crecimiento espiritual y la espiritualidad como parte indispensable de la humanidad moderna.
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