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Profesora de escritura creativa y autora de otras cinco novelas en Reino Unido, cuenta Sarah Moss (Glasgow, 1975) que comenzó a escribir Muro fantasma (Sexto Piso) como «una travesura» después de leer un artículo en el que un nacionalista de la extrema derecha afirmaba que sería bueno que el Brexit devolviera a Gran Bretaña a la Edad Media «porque eso era antes de que llegaran los extranjeros». «Pero cuando sea que él creyera que ocurrió la Edad Media -señala la escritora-, lo cierto es que no fue antes de que llegaran los extranjeros».

A punto de mudarse a Dublín, como muchos de sus conocidos tras el Brexit, y ultimando ya lo que será en septiembre su próximo trabajo, Summerwater, Moss pensó que por qué no, deseo cumplido, y empezó a escribir un relato sobre una joven cuyo padre es un apasionado de la historia de la Edad del Hierro que participa, junto a su familia, en una especie de campamento temático donde se reproducen las condiciones de vida, usos y costumbres de la época. Aclamada por la crítica inglesa, que la ha comparado con Shirley Jackson o Margaret Atwood, poco a poco todo la experiencia se va retorciendo hasta sus últimas consecuencias en una breve novela que pone en evidencia los peligros de idealizar el pasado, el absurdo de los nacionalismos y la confrontación entre naturaleza y modernidad, a la vez que indaga en temas como el machismo o la construcción de la violencia.

Pregunta. ¿Y cómo llegó a la Edad de Hierro?

Respuesta. Si buscas una Inglaterra sin extranjeros, terminas en la Edad del Hierro. No porque los habitantes de la Edad del Hierro no fueran extranjeros sino porque no dejaron registros escritos, por lo que es difícil saber exactamente de dónde vinieron, aunque hay evidencia de orígenes celtas. Por supuesto, si sigues buscando humanos originales, terminas en el sur de África, que por lo general no es el lugar donde la derecha nacionalista quiere encontrar su origen, pero la Edad del Hierro se ofrece como el punto de origen (falso) para la fantasía de la pureza racial inglesa.

«Es difícil, y necesario, tener la idea de pertenecer a un lugar sin poseerlo, sin excluir a aquellos que no comparten tu mito fundacional»

P. Vivimos en un
mundo de muros pero los muros de los que habla en su libro, el muro fantasma o
el muro de Adriano, son muros que tienen más bien una fuerza simbólica, ¿nos
limitan más los símbolos que los muros de verdad?

R. Todos los muros son símbolos, incluso si también son útiles para sostener el techo del piso. Hay muchas expresiones sobre muros, domésticos y nacionales: «Dentro de estos cuatro muros», que significa algo secreto o privado, «más allá de los límites», en el sentido de algo escandaloso o inaceptable. Los muros son barreras para mantener el orden correcto de las cosas dentro y fuera pero, como la piel, siempre son frágiles y permeables. Quizás cuanto más simbólicos sean, peor funcionan. Estaba escribiendo Muro Fantasma cuando Donald Trump anunció su «hermoso muro», y también cuando quedó claro que el gobierno inglés había olvidado que tanto el Reino Unido como Inglaterra tienen fronteras y costas.

P. Existe una
tendencia actual por añorar el pasado y todo lo que eso conlleva, ¿diría que es
uno de los mayores peligros ante los que nos enfrentamos hoy?

R. ¡Si! Hoy en
particular, pero siempre, especialmente cuando el pasado que imaginamos es una
fantasía nacionalista.

P. ¿Y por qué
cree que, como el padre de su protagonista, tendemos a idealizar el pasado o
nuestras tradiciones?

R. Esa es una pregunta muy amplia. La nostalgia está en las raíces del conservadurismo y también puede moldear fácilmente nuestro pensamiento sobre la conservación. Los mitos fundacionales son las raíces narrativas de todo tipo de clanes y tribus, desde la familia hasta el estado de la nación, y nos dan historias de pertenencia. Después de todo, eso es lo que la Ilíada, la Odisea y el Pentateuco hacen. ¿Por qué las personas investigan historias familiares con tanta pasión? Para sentirse en casa, sentir el derecho de estar en un lugar en particular. Pero es difícil, y necesario, tener la idea de pertenecer a un lugar sin poseerlo, poder sentirse responsable de un terreno o un entorno sin necesidad de excluir a aquellos que no comparten tu mito fundacional. Todas las tradiciones se inventan por necesidad, y eso está bien siempre que reconozcamos la ficción.

P. Sin embargo, ¿existe alguna lectura positiva que podamos hacer de nuestra historia, alguna tradición de los antiguos britanos que merezca la pena mantener?

R. Eso nos lleva de vuelta a esa complicada bisagra entre conservadurismo y conservación. Sería fácil decir que los antiguos britanos (que no eran británicos, sus identidades eran tribales) vivían mejor en el entorno natural que los europeos modernos, y por supuesto eso sería cierto porque casi todo el mundo vivía mejor que nosotros en ese contexto, pero necesitamos encontrar formas modernas de participar en la naturaleza. No podemos regresar, y no nos gustaría volver, a la Edad del Hierro. Como Silvie señala, era poco frecuente vivir hasta los treinta años y la vida era tan incómoda como corta. Diría que las artes y artesanías de la Edad del Hierro son impresionantes, y tal vez podríamos reflexionar sobre esas tradiciones de fabricación y belleza.

«La tecnología ha sido tan liberadora como destructiva. ¿Dónde estaría el feminismo sin métodos anticonceptivos o la salud de los niños sin vacunas?»

P. ¿Qué relación
tiene su novela con el contexto actual del Brexit o del alzamiento de partidos
políticos nacionalistas?

R. Espero que no sea solo una novela sobre el Brexit y de hecho parece que está funcionando bien en los países en los que se ha traducido y en Estados Unidos, lo que sugiere que los lectores están encontrando intereses más amplios. Sería maravilloso si el Brexit fuera un problema nacional o incluso europeo, pero el populismo de derecha está aumentando en todo el mundo (a menudo en una correlación interesante con el Covid-19).

P. Una de las
posibles lecturas de Muro fantasma es
que también romantizamos demasiado la idea de vivir en la naturaleza, ¿dónde
encontramos el equilibrio entre lo ecológico y nuestro ritmo consumista de
vida?

R. ¡Si supiera la respuesta podría resolver todos nuestros problemas! Creo que es importante reconocer, al pensar en la ecología, que la tecnología ha sido tan liberadora como destructiva. ¿Dónde estaría el feminismo sin métodos anticonceptivos o la salud de los niños sin vacunas? No es casualidad que en el Reino Unido los supermercados y la comida rápida aparezcan casi al mismo tiempo que la ley de igualdad salarial. Cuando tú ofreces tuberías, automóviles y comida rápida a personas acostumbradas a transportar agua y a labrar la tierra, adoptan la modernidad de manera perfecta y sensata. Yo no podría pasar tiempo escribiendo ficción y enseñando si otras personas no pasaran su tiempo diseñando y fabricando lavadoras, así no estoy fregando la ropa de mis hijos en el río en lugar de leer. Lo difícil de verdad es que las personas con opciones deben elegir tener menos y en su mayoría no lo haremos. Así que si queremos encontrar un equilibrio, diría que solo llegará si aquellos de nosotros con más recursos y poder eligen poseer y controlar menos. Me encantaría pensar que eso podría suceder pero no estoy segura de que las señales que hay en ese sentido sean buenas.

P. En este contexto, ¿qué opinión le merecen algunos géneros como el writing nature o la literatura de la naturaleza?

R. Creo que es fácil para el writing nature caer en la nostalgia. El fetiche del desierto y la soledad es profundamente problemático: si la única experiencia auténtica del entorno natural es estar solo en una montaña, hay demasiado ego ocupando mucho espacio en un planeta lleno de gente. Es también una experiencia innacesible para quienes no pueden llegar porque no tienen coche, o tienen bebés o personas mayores a su cargo, o no pueden acceder por alguna discapacidad. La tradición anglosajona postromántica de la nature writing ha sido elitista y exclusiva, incluso cuando reclama una política radical. No obstante, creo que hay algunos escritores muy interesantes que están empezando a refomular el género. Me encanta el trabajo de Kathleen Jamie, y hay nuevos autores como Amy Liptrot e Ian Maleney que están reinventando las relaciones literarias con el paisaje.

P. Otro de los temas que aborda en Muro fantasma es el de la xenofobia y el ideal de pureza étnica o cultural, ¿existe tal cosa?

R. Ese tipo de pureza es una fantasía. Los seres humanos han estado en movimiento desde el principio, todos venimos de otro lugar. Siempre, ingenuamente, me sorprende lo importante que es para algunas personas reclamar el legado hereditario de un lugar en particular, parece un fetiche bastante arbitrario.

P. La presencia del pantano como amenaza tiene cierto peso en su obra, ¿diría que puede funcionar como metáfora de la ideología, de esa forma que la arena se va apoderando de nosotros, como las ideas tóxicas que cuanto más ruido más nos hundimos en ellas?

R. Esa lectura funciona, pero creo que para mí es solo un pantano, un lugar que no tiene suficiente agua ni tierra, el depósito accidental de dos mil años de cultura material.

«La tradición postromántica del ‘nature writing’ ha sido elitista y exclusiva, incluso cuando reclama una política radical»

P. En medio de
ese mundo dominado por hombres que plantea, ¿qué importancia tiene el papel de
Molly y de la sororidad?

R. No quería que ninguno de los hombres fuera monstruoso. Espero que el lector sienta la necesidad de comprender por qué incluso Bill, el padre de Silvie, es un abusón agresivo y por qué la mayoría de los hombres más jóvenes se sienten incapaces de rechazar los tipos de masculinidad que se les ofrecen. Diría que el libro trata al menos tanto sobre la masculinidad como sobre la feminidad. Me interesan las formas en que el patriarcado daña tanto a los hombres como a las mujeres.

P. Además, se le ha comparado con Shirley Jackson o Margaret Atwood, ¿quiénes son sus referentes literarios, lee a algún escritor fuera del mundo anglosajón?

R. ¡Esas son comparaciones muy halagadoras! Sí, por supuesto. El francés es el único otro idioma que leo lo suficientemente bien, pero una de las ventajas de leer en inglés es que hay muchos libros traducidos a nuestro idioma. Me ha encantado descubrir recientemente a Magda Szabó, especialmente a Abigail. Encontré La Muerte y la primavera de Mercè Rodoreda después de escribir Muro fantasma, es un gran ejemplo del tipo de obra que me interesa. Estoy disfrutando de la difusión de la ficción japonesa en inglés y de la literatura nórdica como la novela negra. Leí a Tove Jansson en momentos oscuros y engullí a Knausgaard y Elena Ferrante como cualquier otro escritor en Europa.

P. ¿Y cómo encuentra el panorama literario actual?

R. La escena literaria actual me parece bastante emocionante. En los últimos años, algunos países europeos han reconocido algunas de las voces que fueron ignoradas o faltaban en muchas publicaciones convencionales, y tengo la impresión de que se está traduciendo y vendiendo más ficción literaria, y particularmente más ficción literaria de mujeres. Acabo de leer Tous les hommes désirent naturellement savoir de Nina Bouraoui y tengo Wretchedness de Andrzej Tichy y Three Apples Fell from the Sky de Nadine Abgaryan esperando junto a la cama. Me gusta ver a mis alumnos entrar en una escena literaria diferente a la que vi hace veinte años.

@mailouti



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