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A males extraordinarios, remedios extraordinarios. Esta máxima podría aplicarse a la situación actual del agro si se quisiera tender un puente hacia el futuro. Los cálculos de pérdidas de producción por la sequía son, semana a semana, cada vez más estremecedores. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) calculó que, a nivel productor, la merma llegará a US$14.140 millones. Si se le suma el impacto en la cadena -fletes, servicios financieros y labores, entre otros- la caída de ingresos llegaría a más de US$19.000 millones, estimó un informe de la entidad. A nivel lote, además, la entidad calculó que el margen neto, en campo alquilado, en zona núcleo tendrá pérdidas de 600 a 1300 dólares por hectárea en soja de primera y de US$/ha 700 a 1500 en maíz tardío. Las diferencias entre una y otra cifra dependen de que se alcancen rindes mínimos -20 qq en soja y 48 qq en maíz- o que no se pueda cosechar nada.

A nivel de las cuentas macroeconómicas se sabe que el impacto será importante, no solo por el aporte del campo a la balanza comercial sino también por el aporte en derechos de exportación (DEX). En este rubro, la BCR calculó una merma de ingresos, sumando soja, maíz y trigo, de poco más de US$2300 millones.

En ese contexto, vuelve al primer plano el papel de los DEX, mal llamados retenciones. El Estado va a cobrar tanto haya rindes de diez quintales como de 20 quintales. Como gesto extraordinario, por esta campaña y para tender un puente hacia el próximo ciclo productivo, ¿no sería mejor llevarlos a cero?, comienzan a preguntarse en el sector. En soja, por ejemplo, la BCR, hasta la semana pasada, calculó una pérdida de poco más de US$742 millones por hectáreas sembradas que no serán cosechadas. Con una alícuota de 33% de DEX para la soja, la decisión de cosechar pierde sentido.

¿La sequía es solo para el FMI y nunca para los productores?”, se preguntó en un comunicado Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en referencia a que el organismo internacional accedió al pedido del gobierno argentino de postergar las metas de cumplimiento del último acuerdo debido, justamente, a la escasez de lluvias que afectó al origen del principal recurso de las exportaciones del país.

En otras palabras, el ministro de Economía, Sergio Massa, no actúa con los productores como sí lo hace el FMI con él. Según CRA, frente a la sequía, “el gobierno nacional responde con tibieza y anuncios que no se concretan y que tampoco se dirigen a la raíz medular del problema”. Para la entidad, temas como “tipo de cambio unificado, presión impositiva, política crediticia, derechos de exportación, no están en el lenguaje en que el Estado enfrenta a la sequía, pese a que utiliza ésta para mejorar su perfil externo y suelta la mano a sus productores, que van penando en busca de no desaparecer como tales”.

El puente hacia la próxima campaña no debería estar muy lejos. Aunque todavía se necesitan lluvias abundantes para recargar los perfiles de cara a la próxima siembra de trigo, los expertos en clima ya advierten que La Niña ingresó en una fase neutra, lo que podría determinar el corte del período seco.

Además, se mantienen intactas las perspectivas de crecimiento de la demanda global de alimentos, aun en un contexto económico global incierto. “El crecimiento del comercio agrícola mundial está impulsado principalmente por el aumento de la demanda de alimentos en los países de ingresos bajos y medianos. Si bien este será menor que en la década anterior, aún exhibe una tasa relevante”, expresó Gustavo López, consultor de la Fundación Producir Conservando (FPC) al analizar las últimas proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés) para la próxima década.

Con miras al 2032, pensando en un mundo que albergará cerca de 8500 millones de personas vs. los 7800 millones actuales, de las cuales no menos del 60% se ubicarán en centros urbanos, el gran desafío será cómo alimentarlas”, expresó López.

Esos consumidores no esperarán a que la Argentina resuelva sus problemas internos: si no lograr producir lo que les falta por ellos mismos, buscarán abastecerse en otros destinos. Hay países de diferente tamaño y tipo -Brasil, Chile, Paraguay o Australia, entre otros- que entendieron ese concepto hace tiempo y se transforman en relevantes allí donde la Argentina deja lugares vacíos. Sobran ejemplos en carne, frutas, vinos y granos. En el mundo en el que nadie se queda quieto, conviene tenerlo presente.

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