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El 26 de mayo de 1789 hubo bastante alboroto en Jena. Friedrich Schiller, que entonces era ya un escritor famoso, iba a dictar la lección inaugural del curso en el que se estrenaba allí como profesor de Historia. El auditorio se llenó desde muy pronto, y estaban repletos de estudiantes también el vestíbulo, el pasillo y las escaleras. Desde la ventana se veía como en la calle había “un tropel de personas, sin que el aluvión tuviera fin”, como le contó Schiller en una carta a su amigo Körner unos días después. El asunto se estaba poniendo complicado, así que sobre la marcha se buscó un lugar qu…
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