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El primer misil ha destruido un edificio de apartamentos de nueve plantas / reuters

Dos misiles disparados desde un caza TU-22 destruyen un edificio de nueve plantas y un centro recreativo a orillas del mar Negro pocos días después de la masacre en un centro comercial de Kremenchuk

Al menos 21 personas han muerto y 31 han resultado heridas como consecuencia de un nuevo ataque aéreo ruso sobre enclaves civiles; en concreto, un centro recreativo y un edificio residencial situado en el distrito de Bilhorod-Dnistrovsky, en Odesa. Entre las víctimas se encuentran cuatro niños, uno de los cuales ha fallecido, y una mujer embarazada que ha podido ser rescatada con vida de entre los escombros. Los equipos de salvamento continúan su trabajo en busca de supervivientes después de haber conseguido localizar a siete personas vivas bajo las ruinas.

El bombardeo se ha producido esta pasada madrugada, en plena ofensiva de la aviación y artillería rusas sobre distintos puntos del sureste de Ucrania. Según las primeras estimaciones del Estado Mayor, fue un avión Tu-22 el que lanzó los «potentes y pesados» cohetes causantes de la catástrofe. Esta aeronave equipa los sigilosos misiles X-22, caracterizados por su alta capacidad explosiva y una precisión muy elevada, afinada después de que los primeros modelos hace décadas registraran problemas de fiabilidad. Uno de ellos impactó directamente contra un inmueble de nueve plantas mientras el segundo cayó sobre un centro recreativo. La mayoría de las víctimas mortales, catorce, perdieron la vida en el bloque de apartamentos. Varios testigos han señalado que una de las entradas del edificio «se ha derrumbado por completo» y se podían escuchar los gritos de los supervivientes entre las ruinas, según recoge la prensa local.

Los bomberos trabajan en la búsqueda de supervivientes /

reuters

La confusión continúa en la zona. Los bomberos no descartan el hallazgo de más cadáveres a medida que inspeccionan los restos del edificio, aunque hasta ahora no se ha informado de la existencia de desaparecidos. Los testimonios vecinales indican que la explosión sacudió todos los pisos y que la fachada se vino literalmente abajo. Odesa es el principal puerto del mar Negro y su región ha estado en el punto de mira de la artillería rusa desde el inicio de la invasión, aunque el fuego ha sido más intenso en los últimos dos meses, cuando Moscú se aprestó con especial ahínco a cortar la salida de Ucrania al mar. Al propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, le sorprendieron los obuses en este puerto estratégico el pasado 9 de mayo, durante una visita destinada a mostrar el apoyo de la UE a los ucranianos.

Este último bombardeo ha afectado sobre todo a la ciudad turística de Serhiyivka, un asentamiento de apenas 5.000 habitantes en la desembocadura del lago Budaki, en la misma ribera del mar Negro. Algunas fuentes apuntan a que el centro recreativo, compuesto por dos plantas que han sido barridas por la explosión, podría pertenecer a las instalaciones de un balneario.

La indignación y la alarma son perceptibles en los medios digitales y las redes sociales. La repetición de los bombardeos sobre objetivos civiles parece haberse convertido en un hecho constante de la invasión. Todavía no se han apagado los rescoldos del incendio que el lunes pasado, 28 de junio, devoró un centro comercial en Kremenchuk tras ser alcanzado por un misil. La explosión mató a una veintena de personas y ha dejado cuarenta desaparecidos sobre los que ya se ha perdido
cualquier esperanza de que puedan ser localizados. Según Moscú, su ofensiva en Kremenchuk estuvo dirigida contra un almacén de municiones que, al deflagar, afectaron a un centro comercial abandonado. La presunción de que el establecimiento estuviera cerrado la desmienten tanto el número de fallecidos como las imágenes del desastre.

El segundo proyectil ha arrasado un centro recreativo /

reuters

La ofensiva de esta madrugada ha sido, en realidad, parte de una lluvia de fuego. Las autoridades ucranianas han informado de otros ataques con cohetes en Járkov y Mykolaiv, así como del lanzamiento de morteros en la región de Chernigov, aunque en ninguno de estos casos se han registrado víctimas. El Estado Mayor llama la atención sobre la coincidencia de esta oleada de artillería justo al cierre de la Cumbre de la OTAN en Madrid y de la
retirada de las tropas rusas de la estratégica Isla de las Serpientes.

El Kremlin ha justificado este repliegue como un «gesto de buena voluntad» para demostrar que su intención no es bloquear la salida de cereales a través del mar Negro. En cambio, la Inteligencia británica se ha sumado esta mañana a la posición de Kiev, según la cual la retirada se habría debido al constante acoso de las tropas ucranianas contra la guarnición rusa. El presidente Volodímir Zelenski ha dicho en su habitual discurso matinal que la marcha de los invasores de la Isla de las Serpientes «cambia considerablemente la situación» de la confrontación que se vive en el mar Negro, puesto que «limita las acciones de los ocupantes». El primer ministro británico, Boris Johnson, ha destacado asimismo el valor de este repliegue, que considera un logro de las tropas ucranianas (igual que sucedió anteriormente con «la retirada de Kiev y Járkov») y apuntala su tesis de que la guerra «terminará» según las condiciones que marque Kiev y no Moscú.

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