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Muchas personas me han expresado su concordancia con los pensamientos y denuncias públicas que en algunas ocasiones he puesto a la consideración de los lectores de LA PRENSA GRÁFICA. Pero en el mismo momento muestran su sensación de que todo es inútil en nuestro país por la apatía ciudadana que nos lleva al despeñadero o la ceguera y obcecación fanática que prevalece en algunos sectores; entonces me lanzan la frase: ¡Roberto, y de qué sirve!

La situación es que a quienes disienten de las arbitrariedades gubernamentales les someten a intensos ataques mediáticos, les desprestigian tratando con ello de invalidar las ideas, atacan al mensajero y se olvidan del mensaje. Se les endilga cualquier cosa que les desautorice, como decir que es de equis partido que haya tenido fallas o crímenes en el pasado, que es de los que estuvieron en el gobierno haciendo lo mismo que están haciendo los actuales pero que ahora se da en dimensiones muy superiores, etcétera. Y el Hermano Mayor, el que pretende mantener la justicia y la democracia en el mundo, no solo en Latinoamérica, cierra los ojos y mira hacia otro lado pues sus intereses inmediatos se limitan al tema de la migración ilegal. Si se les apoya en eso, ellos apoyarán en lo que sea y sin evitar que los flujos de narcóticos lleguen a su país, sin importarles que las drogas minen más a su población y destruyan a su juventud.

Lo expresé en otra ocasión: la lucha de Estados Unidos de América contra las drogas se centra en la producción, el tráfico y la distribución antes de sus fronteras; capturan capos y tratan de detener el flujo de narcóticos pero no capturan a los jefes de los receptores dentro de su territorio. ¿A quiénes defienden allí? ¿Quiénes son los intocables dentro de sus fronteras? Tal parece que allí como aquí, falta valor para tomar al toro por los cuernos o el toro mismo sería el encargado de tomarse por los cuernos lo cual, como puede verse, no es posible.

Estoy claro que la caridad comienza por casa, por lo que no creo que la prioridad uno de Estados Unidos sea otro país, pero sí creo que no deben colaborar con el descalabro socio-político de nuestro país. Ya han permitido que países de Suramérica se hayan destruido completamente como que el que posee las mayores reservas de petróleo del mundo y ahora está importando petróleo y sus gasolineras no tienen gasolina (que llegó a ser más barata que el agua) sirviéndola hoy racionada y con largas colas de espera y su pobreza sea una fatal constante con inflaciones arriba del 1,000 %.

Sabiendo qué ha pasado a otros y viendo hacia a dónde vamos aceleradamente, el «Y DE QUÉ SIRVE» debe transformarse urgentemente en un «¡DEBEMOS HACER ALGO, YA!» Y preguntarnos cada uno: ¿Qué debo hacer? Pueden reunirse con sus afines y organizar luchas de tipo legal para salvar a El Salvador pues todavía es tiempo.

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